Un primer día para recordar?

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—¡Buenos días, chicas! —saludó Alejandro

—siempre tan puntual y organizado— añadió clara

—¿Listas? — pregunto Marcos, quien simplemente se acercó con una sonrisa mientras abría el maletero, y procedía a entrar su equipaje y los suministros que habían comprado.

Sofía trató de mantener la compostura mientras se acercaba con su mochila. Marcos le dedicó una mirada rápida y su habitual sonrisa encantadora. Aunque él no dijo nada, el simple gesto fue suficiente para hacer que Sofía sintiera un nudo en el estómago.

—Vamos, chicos, será mejor que nos pongamos en marcha si queremos aprovechar el día —dijo Alejandro—. El viaje es largo

Las cuatro horas de camino comenzaron de manera tranquila. Clara, siempre enérgica, ocupaba el asiento del conductor, mientras Sofía se sentaba a su lado. Alejandro y Marcos iban en los asientos traseros, hablando de algunos detalles logísticos del proyecto, pero el tema de conversación no podía mantenerse demasiado tiempo en lo académico.

Clara, notando el silencio incómodo que se formaba de vez en cuando, puso música para aliviar la tensión. Sofía miraba por la ventana, tratando de distraerse con el paisaje, pero no podía evitar sentir la presencia de Marcos a sus espaldas.

—¿Estás bien? —le susurró Clara en un momento, notando sus nervios

—Sí, solo... un poco cansada —respondió Sofía, tratando de sonar convincente

Clara sorprendentemente estaba siendo comprensiva, aunque no dejó de lanzar miradas cómplices hacia el asiento trasero. Durante el trayecto, las conversaciones se volvieron más ligeras. Hablaron de todo, desde música hasta las expectativas sobre el lugar al que iban. Alejandro parecía entusiasmado por la parte de la investigación, mientras que Marcos, con su actitud relajada, le había dejado a Alejandro el liderazgo de este proyecto.

A medida que el coche avanzaba, el paisaje comenzó a cambiar.

De las calles de la ciudad pasaron a las zonas rurales, donde las montañas y los bosques empezaban a dominar el horizonte. El verde intenso de los árboles y el aire fresco indicaban que estaban cada vez más cerca.

—Ya casi llegamos —anunció Clara, mirando el GPS—. Solo falta media hora.

Sofía sintió cómo la ansiedad en su estómago iba en aumento. Sabía que en cuanto llegaran, comenzarían las verdaderas interacciones, los momentos en los que tendrían que enfrentarse a sus sentimientos por Marcos sin las distracciones del viaje. Las cuatro horas parecieron haber pasado en un suspiro, y ahora la realidad del proyecto y la convivencia se acercaba rápidamente.

El hotel en el que se alojarían estaba cerca del lago, un lugar modesto pero acogedor. Allí pasarían los próximos tres días investigando, conviviendo... y, en el caso de Sofía, tratando de no perder la cabeza cada vez que Marcos estuviera cerca.

Llegaron al Lago Verde temprano, antes de lo esperado. El aire fresco del campo era revitalizante, y la tranquilidad del entorno contrastaba con el bullicio de la ciudad que habían dejado atrás. Después de registrarse en el hotel y dejar sus maletas, decidieron que lo mejor sería salir a desayunar antes de comenzar con la planificación del proyecto.

—He visto un pequeño puesto de comida justo al lado del hotel —sugirió Marcos—. Parece bastante acogedor, ¿Qué les parece si vamos a ver qué tienen?

Todos estuvieron de acuerdo, y en poco tiempo se encontraron sentados en una mesa de madera rústica, rodeados por el aroma de comida recién hecha.

Unas empanadas caseras, con un toque especial de la región, fueron la primera elección. Crujientes por fuera y jugosas por dentro, estaban llenas de sabor. Sofía no pudo evitar sonreír mientras mordía una de ellas, disfrutando del desayuno. El grupo también pidió un dulce tradicional y una bebida local, similar a un té de hierbas, que acompañaba a la perfección las delicias que estaban probando.

Entre el amor y el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora