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—Su nombre será Hada.

—Es un buen nombre, — dijo Miguel luego de analizarlo un momento — Supongo que ustedes lo decidieron.

—No, — dijo Aila de manera tranquila sin despegar la mirada de la bebé — fue Alejandro quien lo eligió, él pidió que se llamara así en cuanto naciera, es el nombre de su madre.

—Creo que le queda bien, después de todo, tiene un bonito significado, quizás le traiga suerte (1). — les dijo, mirando su reloj después — Bueno, el tiempo pasa muy rápido y esta bebé necesita un chequeo, iré por Alex y más tarde volveremos por Hada, quédense aquí mientras tanto. No tardaremos.

Miguel palmeó la espalda de Dante y salió del lugar, dejando a la pareja sola; el alfa decidió sentarse en el lado libre de la camilla, pasando un brazo por los hombros y el cuello de su pareja para atraerla más hacia él y mirar mejor a la bolita de carne comer.

—Tiene mucho apetito, — dijo divertido al ver que succionaba con fuerza y llenaba sus mejillas con la leche antes de tragarla — Parece una pequeña ardilla así.

—Me recuerda mucho a alguien— dijo Aila a modo de broma, riendo ligeramente después por la mirada indignada de su esposo.

Aunque la broma había sido espontánea y divertida, haciendo pensar que todo podía estar en orden, los sentimientos que se compartían por medio de la marca y los años de conocerse,  le hicieron saber a Dante que todavía existía algo que estaba preocupando a su esposa en lo profundo de su ser y le impedía ser feliz en ese momento, tenía una vaga idea de lo que podían ser las posibles razones pero quería que ella se lo confirmara hablando.

—Omega… ¿Estás bien? — le preguntó con voz suave y calmada, mientras soltaba un poco de su aroma a fin de hacerla sentir cómoda y segura.

Aila lo miró de reojo un segundo y luego volvió a ver a la bebé, acariciando nuevamente sus mejillas con cariño.
—Estoy bien, Alfa, sólo un poco cansada. Vine aquí en cuanto me llamaste y dejé todo a medias en el trabajo con tal de llegar rápido, pero el tráfico fue horrible, por suerte no fue tan malo al final de cuentas.

—Imagino que debió ser pesado lidiar con todo ese tránsito de hora pico, pero Aila, mi bella Omega, sabes que no es a lo que me refería cuando te pregunté, ¿qué es lo que te tiene tan preocupada, amor mío? Dilo para que tu Alfa pueda resolverlo, sabes que haría lo que sea por verte feliz.

Los términos “Alfa” y “Omega” eran comunes en su manera de relacionarse, a diferencia del uso técnico, despectivo o reprochable que le daban a la mención de la casta en la sociedad, para ellos representaba una muestra del profundo amor y respeto que tenía el uno por el otro, Aila sabía que cuando su esposo los usaba era porque estaba realmente preocupado por ella y eso le hacía sentir que podía sincerarse con su esposo sobre lo que ahora pasaba por su mente, pues lo involucraba de alguna manera.

—Sé a lo que te referías Alfa y todavía no es algo sencillo para mí tocar ese tema a pesar del tiempo que pasó, aún me duele mucho haber perdido a nuestro cachorro…

—No, no digas eso… — le interrumpió acariciando detrás de una de sus orejas peludas a modo de consuelo para luego besar una de sus mejillas — Mi amada Omega, eso no fue tu culpa, Miguel te lo dijo, nuestro cachorro no estaba bien, su corazón se detuvo demasiado pronto, ni siquiera se había cumplido el tiempo necesario para que pudieras recibir la primera dosis del suero y así tuviera alguna oportunidad. Sabíamos que en nuestra situación había la posibilidad de que uno o dos embarazos no se logren pero no significa que sea tu culpa.

— A veces odio mi casta, si hubiera nacido como un omega común o una dominante en vez de lo que soy, tal vez… Tal vez… Mi Cachorro estaría vivo.

Especial: Las Dificultades De CrecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora