Capitulo 8

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Narra Kira

Nada más ver a José, soy incapaz de contener mi sonrisa. Cualquiera me tacharía de loca, apenas nos conocemos de hace meses, pero tengo mas confianza con él que con gente que lleva conmigo años, por no hablar de que es de las pocas personas con las que puedo ser yo misma.

Cuando me siento junto a él y le veo los ojos de cerca, sé que algo no va bien. Y teniendo en cuenta las alturas de temporada a la que estamos y su contrato, me imagino de sobra lo que pasa. Se marcha.

Kira: Creo que ya sé por qué querías que nos viéramos. Te vas, ¿Cierto?
José Ángel: Me lo han dicho hoy, me vuelvo a Sevilla y allí me quieren en la plantilla para la próxima temporada.

Respiro profundamente intentando no llorar. Por mucho que quiera que se quede conmigo y no perderlo, no puedo ser tan egoísta. Su sueño está allí, su familia está allí, tiene que volver a su casa.

Me lanzo a abrazarle y él enseguida me envuelve en sus brazos. Cierro los ojos y dejo que algunas lágrimas se me escapen apoyando la frente en su hombro.

Lo voy a extrañar muchísimo, ha sido mi pequeña alegría en estos meses y la verdad es que he empezado a verlo más que como a un amigo. Pero no puedo retenerlo, ha sido muy bonito mientras ha durado pero la vida sigue, y la suya está en Sevilla.

Me separo de él quitándome las lagrimas para no preocuparle y sonrío levemente para que esté tranquilo.

Kira: Es para lo que has estado trabajando, asi que enhorabuena. Vas a cumplir tu sueño.
José Ángel: Aún tengo que convencer al entrenador que fichen, no está todo cerrado definitivamente.
Kira: Seguro que lo consigues, eres increíble. Solo escríbeme de vez en cuando para saber como estás y guarda un rato para mí cuando vengas a jugar contra el Getafe, ¿De acuerdo?
José Ángel: No tengas la menor duda.

Le doy un beso en la mejilla aguantando las lágrimas como puedo y me levanto con intención de irme, pero él coge mi mano frenándome. Me giro extrañada y le veo poniéndose de pie a la vez que entrelaza su mano con la mía.

Kira: ¿Pasa algo?
José Ángel: Que esto no tiene que ser una despedida.

No, me niego. Por mucho que quiera, no le puedo retener aquí.

Desde que somos algo mas cercanos, Yellu se las ha ingeniado para complicarle la existencia en el equipo, incluyendo a otros compañeros. Además, su sueño, su familia y toda su vida están en Sevilla, no puedo quitarle eso cuando no tengo el control de mi vida para permitirle que forme parte de ella.

Kira: José, tienes que irte a Sevilla, tienes todo allí. Tu familia, tus amigos, tu vida, tu sueño...
José Ángel: Lo sé, pero puede que haya otra forma de hacerlo.
Kira: ¿A qué te refieres?
José Ángel: Siempre has dicho que aguantas aquí porque no tienes donde ir y para no involucrar a tus hermanos, ¿Cierto?
Kira: Si, es cierto.
José Ángel: ¿Y sí te ofrezco un sitio al que ir para poder liberarte de todo eso?
Kira: ¿Estás diciendo lo que creo que estas diciendo?
José Ángel: Vente conmigo a Sevilla.

Le miro los ojos buscando algún rasgo que me diga que está mintiendo, pero no encuentro nada. Está siendo sincero.

Vuelvo a sentarme en el banco abrumada por lo que me acaba de decir sin soltar su mano y él se sienta a mi lado acariciando mi mejilla.

Kira: ¿De verdad quieres que me vaya contigo?
José Ángel: Mi casa allí en El Viso del Alcor es grande, puedes quedarte el tiempo que necesites. Si quieres estudiar lo haces, si quieres trabajar también, lo que quieras.
Kira: ¿Enserio?
José Ángel: Totalmente. No soporto la idea de dejarte aquí, pero tampoco te obligaré a venir conmigo si no quieres.
Kira: Necesito pensarlo José.
José Ángel: Lo entiendo, tranquila. En 3 días, el día después del último partido, tengo el AVE a Sevilla. Es el último del día, a las 10 de la noche

Él saca del bolsillo de su chaqueta algo y me lo entrega. Lo cojo y veo que es un billete de tren, con salida en Atocha y destino Santa Justa.

José Ángel: Es tu decisión. Decidas lo que decidas lo voy a respetar y vamos a seguir siendo amigos, por eso no te preocupes.
Kira: Gracias por todo, de verdad.

Vuelvo a abrazarle y él corresponde al gesto devolviéndomelo. Miro el billete en mi mano y respiro profundamente, no sé qué hacer.

 Miro el billete en mi mano y respiro profundamente, no sé qué hacer

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