El capítulo comienza con Aeris y Ryujin parados en el borde del Bosque de Etherwind, observando la vastedad del paisaje que se extiende ante ellos. Los árboles se alzan como titanes, sus copas perdiéndose en la niebla perpetua que cubre todo el entorno. La niebla se mueve lenta y densa, desdibujando los contornos de las ramas y troncos, y haciendo que el bosque parezca un mar de sombras.
Aeris observaba la escena con una ligera tensión en su cuerpo. Sus ojos recorrieron cada rincón visible, en busca de algo fuera de lugar, algo que justificara las leyendas que había escuchado sobre ese sitio. Su mandíbula estaba apretada, su respiración se volvía ligeramente irregular mientras se preparaba para lo que pudieran encontrar.
Por otro lado, Ryujin permanecía completamente inmóvil y sereno. Su rostro inexpresivo, casi indiferente ante el ominoso panorama que les rodeaba. Sus ojos seguían los movimientos de la niebla, como si estuviera viendo algo más allá de lo evidente, algo que Aeris no podía percibir.
Finalmente, fue ella quien rompió el silencio.
-¿Por qué estamos aquí? -preguntó Aeris, su voz baja pero clara, con un leve temblor que no pudo ocultar del todo-. Todo el mundo sabe que este lugar está maldito... ¿Qué sentido tiene arriesgarnos de esta forma?
Ryujin no respondió de inmediato. Sus ojos seguían fijos en el bosque, como si las palabras de Aeris hubieran flotado sin tocarlo. Pero tras unos segundos, se volvió hacia ella. Su expresión seguía tan relajada como antes, pero había una chispa en sus ojos, una que Aeris no lograba descifrar.
-Lo sabrás cuando sea el momento -respondió Ryujin, su tono suave pero firme, dejando claro que no pensaba dar más detalles en ese momento.
Aeris apretó los dientes, frustrada por la falta de respuestas. Pero conocía a Ryujin lo suficiente para saber que insistir no le llevaría a nada. A pesar de su preocupación, confiaba en él. Respiró hondo, intentando calmarse, mientras su mirada volvía al bosque, que parecía abrirse ante ellos como la boca de una bestia.
-Solo espero que esa "revelación" valga la pena -murmuró, más para sí misma que para él, mientras daba el primer paso hacia las profundidades de las Cumbres de Etherwind, siguiendo al enigmático Ryujin hacia lo desconocido.
Aeris y Ryujin caminaron en silencio por el sendero que se adentraba en el corazón del bosque. El crujido de las hojas bajo sus pies y el susurro de la brisa en las copas de los árboles eran los únicos sonidos que acompañaban su avance. La densa niebla seguía envolviendo todo a su alrededor, desdibujando los contornos de los árboles y creando la sensación de que el bosque no tenía fin.
Aeris seguía inquieta, lanzando miradas rápidas a su alrededor. Sentía que el bosque los observaba, aunque no había señales evidentes de vida. Por su parte, Ryujin seguía avanzando con la misma calma, sus pasos seguros, como si supiera exactamente hacia dónde iban.
De repente, Aeris sintió un cambio. Algo en el ambiente se volvió extraño, como si la misma naturaleza hubiera contenido la respiración. El aire se volvió más denso, y el suelo bajo sus pies tembló ligeramente.
-¿Sentiste eso? -preguntó Aeris, deteniéndose de golpe.
Ryujin no respondió, pero se detuvo también, sus ojos examinando el entorno. Entonces, el temblor se hizo más fuerte. El suelo bajo ellos comenzó a agrietarse. Las raíces de los árboles cercanos crujieron, y una fisura profunda apareció justo bajo sus pies.
-¡Ryujin! -gritó Aeris mientras el suelo cedía por completo.
Ambos cayeron, el suelo desmoronándose en un colapso sobrenatural. Lo que debería haber sido una caída mortal, sin embargo, se sintió como si el tiempo se ralentizara. La niebla se arremolinaba a su alrededor, y cuando finalmente tocaron tierra, no hubo impacto ni dolor. En lugar de golpear rocas o troncos, aterrizaron suavemente en una pendiente cubierta de hierba.
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El Hijo del Caos
FantasyEn un mundo donde las líneas del tiempo y espacio convergen, un ser nacido del caos y la oscuridad busca su lugar entre los dioses. Abandonado por aquellos que temen su poder, Ryujin debe enfrentarse a criaturas inimaginables, desentrañar antiguos s...