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Mallory Grey, una talentosa médico forense, se encuentra atrapada entre dos caminos: seguir los pasos de su madre como doctora en el hospital más prestigioso de la ciudad o perseguir su verdadero sueño de unirse al FBI como...
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14 de Diciembre del 2001
Universidad de Harvard
El invierno se había instalado con firmeza en Boston, cubriendo la ciudad con un manto de frías temperaturas y un cielo grisáceo que prometía más nevadas. Una capa ligera de escarcha cubría los parabrisas de los autos estacionado. Acompañadas de ráfagas de viento helado que soplaba con mucha insistencia, haciendo que los todos los habitantes se abrigaran entre sus chaquetas y bufandas.
Mallory salía de su última clase con una sonrisa radiante, contrastando el clima apagado del día. A pesar de los augurios que presentía había logrado acreditar su curso, lo que significaba que sus vacaciones navideñas serían un tiempo de descanso en lugar de repasar notas para algún examen de recuperación.
—¡MAL!—grito una de sus compañeras desde el otro lado del pasillo, llamando su atención.—¡OLIVER TE ESTA BUSCANDO! ¡DIJO QUE TE VE EN EL AUDITORIO!
—¡GRACIAS!—contesto la castaña mirando rápido su reloj, notando que tenía tiempo para comprar algo de beber.
Así que sin más demoras comenzó a caminar hacia la cafetería, no pudo evitar reírse al ver a un grupo de compañeros que resbalaban en el pavimento, debido a lo húmedo que estaba por la escarcha derretida. Sin embargo, las risas cesaron de manera abrupta cuando estuvo a punto de sufrir el mismo destino que ellos.
—Mierda, mierda . . . mejor me voy por el pasto.—Grey murmuro para si misma, creyendo que sería mejor mancharse levemente de lodo a que terminara en el suelo.
Y sin darse cuenta llego a la pequeña cafetería de su facultad, donde una mezcla de aromas le dio una cálida bienvenida, haciéndola distinguir ese exquisito olor a café recién hecho, galletas horneadas y el inconfundible olor del chocolate caliente.
Mal se acercó al mostrador, sintiendo ese brillo en sus ojos casi igual a cuando era una pequeña niña y pidió su bebida favorita, un chocolate caliente con crema batida y algunos bombones de adorno, un capricho que había disfrutado y descubierto gracias a Mer, debido a que siempre se lo preparaba cuando se sentía triste.
