CAPITULO VIII

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Los rayos del sol acariciaron el rostro de Jungkook quien, ante la molestia, comenzó a despertar lentamente. la luz brillante le obligo a entrecerrar los ojos, y al abrirlos por completo, sintió un leve dolor en las manos. Intrigado, las levantó para revisarlas y se dio cuenta de que estaban vendadas.

Miró al otro lado de la cama en busca de su amado, pero este no estaba. El lugar se sentía frío y vacío. De repente, una oleada de angustia lo invadió al recordar los eventos de la noche anterior: el ataque de ansiedad y rabia que lo había consumido, los recuerdos dolorosos de su pasado que lo asediaban. La forma en que había destrozado la sala era un reflejo de su desesperación. Había llegado al límite; la rabia y la ansiedad se apoderaron de él, sobrepasando por completo su autocontrol y llevándolo a un estado de desesperación extrema.

Se levantó rápidamente en busca de Jimin, revisando el baño, el gimnasio, la cocina, su sala personal y los balcones, pero no estaba en ninguna parte. Finalmente, decidió mirar en la sala, y para su alivio, allí estaba, hecho un ovillo en medio del desorden. Tiritaba de frío, sin una manta, y parecía estar teniendo una pesadilla. Su frente estaba perlada de sudor frío, el ceño fruncido, y un leve rastro de lágrimas secas se deslizaba por sus mejillas. Una profunda culpa y dolor invadieron a Jungkook; se sentía miserable por causarle ese sufrimiento a Jimin. Él había sido el único que estuvo a su lado en los momentos de vulnerabilidad, aceptando su pasado y, a pesar de todas las dificultades, siempre permanecía a su lado.

Jungkook se acercó lentamente a Jimin, con su corazón latiendo fuerte al ver a su amado tan vulnerable. Se arrodilló a su lado, sintiendo cómo la culpa lo ahogaba. Con delicadeza, acarició su cabello, tratando de calmarlo.

—Amor, estoy aquí—, murmuró, con su voz temblorosa. —Lo siento tanto.

Al escuchar su voz, Jimin comenzó a despertar, sus ojos entreabiertos mostraban confusión y miedo. Pero al ver a Jungkook a su lado, una chispa de reconocimiento iluminó su rostro.

—Kook...—, susurró, y en ese instante, la angustia de Jungkook se disipó un poco.

Sin dudarlo, Jungkook se acercó más, envolviendo a Jimin con sus brazos, brindándole el calor que tanto necesitaba. —No estás solo—, le prometió, sintiendo cómo el cuerpo de Jimin se relajaba poco a poco en su abrazo.  —En cada susurro del viento y en cada latido de mi corazón, recuerda que siempre estaré aquí para ti, como tu refugio y tu luz en la oscuridad.

Jimin cerro los ojos y se aferro a su amado — siempre sabes que decir en el momento indicado para hacerme sentir mejor— levanto su rostro y dejo un cálido beso en los suaves y delgados labios del contrario — creo que debemos hablar sobre lo que paso... verte perder el control de esa manera siempre me parte el alma.

—Perdóname cariño, no volverá a pasar— en la mente de Jungkook se seguían repitiendo aquellos recuerdos una y otra vez, pero no quería seguir asustando a Jimin, —primero desayunemos, limpiare este desastre y podremos hablar con mas tranquilidad.

—Yo haré el desayuno, tú encárgate de este desorden. Quiero que esté impecable de nuevo, Jeon Jungkook—, amenazó Jimin mientras lo apuntaba en el pecho. —Y báñate, hueles a sudor y sabes que eso me molesta—. Le dio un último beso a Jungkook y salió de la habitación. Se dio una ducha rápida, se puso algo cómodo y se dirigió a la cocina a preparar el desayuno.

Media hora después, el pent-house se inundó de un agradable aroma a panqueques, mermelada y café recién hecho. La sala brillaba con limpieza, aunque se veía un poco vacía, ya que las decoraciones que solían adornarla habían terminado hechas trizas en la basura. Jungkook, ya bañado, lucía relajado con solo un pantalón de pijama, mientras que Jimin se movía por la cocina con una sonrisa en el rostro, orgulloso de su trabajo.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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La última Bala (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora