Capítulo 3.

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Checo había recordado que no tenía el contacto del menor, por lo que no podía comunicarse con él, pero sabía dónde vivía. ¿Sería bueno si iba a buscarlo?
Tal vez se encontraría con su padre y no quería eso.

—Que estúpido, no le di mi número, ni yo le pedí el suyo. ¿Qué me está pasando? Estoy más distraído de lo normal. —le decía Checo a su mejor amigo casi hermano, Fernando.

—Increíble que te esté pasando esto, a ti — decía el español en tono burlesco.

—¿Cómo que a mí? —Preguntaba Checo con una ceja alzada.

—Quiero decir, pensé que elegirías a alguien como Dios manda.

—¿Lo dices porque es hombre?

—Lo digo porque es un convenio, tonto. —Fernando se carcajeaba —Se supone que conocerías a alguien, te enamorarías y te casarías.

—Las cosas no salen como las planeamos.

—Cuéntame de él, ¿lo conoceré en algún momento?

—No.

—¿CÓÓÓMO?

—Lo vas a querer engatusar o algo así.

—¿Lo has visto dos veces y ya te pones celoso?

—Sabes qué, viejo, iré a buscarlo en este instante.

—¿Puedo ir? —El español decía con ojos de "cachorro"

—No.

—Algún día lo tendré que conocer. — le decía Fernando cruzado de brazos en señal de protesta.

—Pero no hoy.

Sergio salió del edificio en el que se encontraba y corrió al auto para pasar a ver a su futuro marido. Le emocionaba encontrarse con él otra vez, era fascinante la forma en la que no dejaba de pensar en él, en sus ojos azul celeste, como el cielo; en sus labios y el pequeño lunar que tenía ellos.

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¿Y si no viene a verme? pensaba Max mientras tomaba un sorbo de jugo de frutas con un poco de alcohol para calmarle los nervios.

Ya eran casi las 8pm y le preocupaba que Checo no fuera, porque, a dónde más llegaría o dónde más lo buscaría si no era en su hogar, y Max no sabía dónde encontrarlo a él.

—Espero saber esos detalles cuando seamos esposos, si no, estaremos perdidos.

De repente escuchó un auto estacionarse en la entrada, corrió hasta asomarse en una de las ventanas del hogar y comenzó a ponerse nervioso, como el día anterior. ¿Se veía bien? ¿Checo lo encontraría atractivo? Max volvía a saturarse de preguntas mentales, dudas que quería resolver sobre el hombre que tocaba la puerta.

Cuando Max abrió, miró a Sergio de arriba a abajo, su cabello un poco rizado y el suéter de punto azul marino que le quedaba bastante bien.

— Buenas noches — decía Sergio con una enorme sonrisa.

Max, embelesado al verlo, no dijo palabra alguna y tampoco se movía de la puerta.

—¿Max?

—Bu-buenas noches Checo.

Mi nombre se escucha muy lindo cuando él lo dice, pensaba el mayor.

—¿Puedo pasar? — mencionaba Checo, ladeando la cabeza. —A menos de que no quieras que pase, aún soy un extraño.

—Oh no, no, perdón, pasa.

—Tienes una casa hermosa.

—Gracias, aunque no me gusta tanto porque me hace sentir un tanto solitario —decía el rubio mientras se rascaba la nuca.

Ámame por siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora