13. Las fotos y las lentes me mueven el piso de maneras diferentes

20 3 0
                                    

Martha

Los de producción habían seguido insistiendo y Martha ya no sabía qué excusas poner. Se sentía agobiada.

Aunque trataba de no pensar mucho en eso mientras estaba en la cena del fin de semana, junto a  Jana y Sofía, una chica muy amable que había comenzado a acercarse a ella después de haber sido su pareja en el reto anterior. Y si bien Martha había puesto los límites de siempre, Sofía parecía no querer rendirse. Era como una Jana 2.0 pero más persistente, lo que la ponía mucho más nerviosa.

—¿Por qué nunca sonríes? —le había  preguntado esa vez.

—¿Por qué siempre usas guantes largos?

—Touché.

Sofia le guiñó un ojo y continuó picando el salmón, tratando de mostrarse confiada aunque sus hombros tensos la delataban.

Martha, que envolvía el ajo en aluminio, la observó de reojo. Sabía que Sofía tenía una cuenta de redes conocida, no era demasiado famosa pero tenía una comunidad. Sabía que siempre llevaba diferentes tipos de guantes y que nunca la vería sin ellos. Sabía que siempre sonreía, pero que esa sonrisa rara vez parecía llegar a sus ojos. Se había dado cuenta con tan solo verla un par de veces, era fácil conociendo tan bien ese tipo de mirada. La había visto en el espejo demasiadas veces como para no recordarlas. Era una mirada que reflejaba secretos y dolor. 

Y quizás eso fue lo que la llevó a seguir la conversación, o quizás estaba superando sus miedos y estaba empezando a relacionarse sin sobrepensarlo demasiado. Realmente no lo sabía, pero le gustaba ese pequeño cambio. Aunque claro, las inseguridades no se iban de la noche a la mañana. 

—Creo que hay cosas que es mejor no decirlas, todos tenemos nuestros secretos y no tiene nada de malo —dijo  mientras abría el horno—. A no ser que hayas asesinado a alguien y lo estés ocultando, necesito saberlo para prepararme cuando vengan los policías a interrogarme.

—Te puedo asegurar que no he matado a nadie —el tono de voz de Sofía bajo unos momentos, como si fuera a contar un secreto—, por el momento. 

Ambas se mantuvieron en silencio antes de reírse y seguir cocinando.

Ahora, para sorpresa e inquietud de Martha, estaban comiendo juntas la gran cena que había preparado la producción. Ellos habían tomado la decisión de cocinar el mejor plato de la semana. Y el plato de la semana había sido el de Martha.

Eso la tenía en una nube de felicidad de la que no había podido bajarla ni la inquietud de relacionarse con nuevas personas, hasta ahora.

—¡Sonrían! —Martha no entendió a qué se refería hasta que vio el flash frente a ella. Pestañeo tratando de aclarar su visión y vio a Sofía observando una imagen en su celular junto a Jana.

—Hemos salido preciosas, la voy a subir.

Sofía estaba tan concentrada en la fotografía que era ajena a la tensión en los hombros de Martha y la incomodidad que la embargaba.

—¿Estás bien? —le preguntó Jana.

—¿Sucede algo?

—No es nada, solo estoy llena. 

Martha no dijo nada más y se levantó de la mesa después de despedirse. Después de unos minutos Sofía y Jana la alcanzaron de camino al ascensor.

—No la voy a subir si no estás cómoda.

Es solo una foto, ¿qué pueden hacer con una foto? Nada, no pueden hacer nada. Y aunque lo repetía no podía evitar sentirse ansiosa. 

Los nervios hormigueaban bajo su piel, el aire se le hacía cada vez más pesado y el ascensor demasiado pequeño, pero trató de ocultarlo bajo una máscara de indiferencia, aunque sus manos temblorosas la delataban descaradamente.

Luces, Cocina y ¿Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora