capitulo 3: El ataque inesperado

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La noche en Ahuata se volvía más oscura a cada minuto, al igual que la tensión en el aire. Todos se habían refugiado en sus casas después de que los robots terminaron de construir la barrera. Nadie sabía qué iba a pasar, pero todos sabían que algo malo estaba por llegar.

Clara no podía dormir. Miraba por la ventana, esperando ver algo moverse en la oscuridad. Su corazón latía rápido, y aunque estaba asustada, no podía apartar la vista del horizonte. De repente, escuchó un sonido metálico. Parecía que algo chocaba contra la barrera. Clara abrió más la ventana y se asomó. En la distancia, podía ver sombras moviéndose entre los árboles.

Los infectados habían llegado.

"¡Papá! ¡Papá! ¡Ya están aquí!" gritó Clara, despertando a su padre.

Su padre se levantó rápidamente y corrió hacia la puerta. Afuera, Pedro y los demás hombres del pueblo también habían salido de sus casas para ver qué estaba pasando. Los robots Guardianes ya estaban preparados. Sus luces brillaban con fuerza en la oscuridad, y XR-27 estaba al frente, escaneando el área.

"El primer ataque ha comenzado", dijo XR-27 en su voz robótica. "Debemos resistir."

Los infectados, que antes eran personas normales, ahora se movían de manera extraña, como si ya no controlaran sus propios cuerpos. Tenían la piel pálida y los ojos brillaban con una luz roja. Era como si fueran controlados por algo… o alguien. Y lo más aterrador de todo era que algunos de ellos parecían tener partes de metal en sus cuerpos, como si el virus los hubiera fusionado con las máquinas.

Clara, escondida detrás de la puerta de su casa, vio cómo los infectados se acercaban cada vez más. La barrera metálica aguantaba los primeros golpes, pero no sabía por cuánto tiempo. Entonces, algo peor ocurrió.

Uno de los robots Guardianes, el mismo que había salido corriendo hacia el bosque en el capítulo anterior, apareció entre los infectados. Pero ya no era un Guardián. Sus luces eran rojas y parpadeaban de manera extraña. El virus lo había controlado. Ahora, el robot infectado lideraba el ataque contra el pueblo.

"¡Cuidado, uno de ellos está infectado!" gritó Pedro, mientras intentaba organizar a los hombres para defender el lugar.

Los robots Guardianes trataron de detener a su compañero infectado, pero este era mucho más fuerte y rápido que antes. Golpeó la barrera con una fuerza brutal, haciendo que las luces de energía que protegían el pueblo parpadearan. Cada golpe hacía que todo temblara. Las casas de Ahuata parecían que iban a caer en cualquier momento.

"¡No podemos dejar que entre!" gritó XR-27 mientras activaba un escudo de energía alrededor de los habitantes del pueblo.

Los robots comenzaron a disparar rayos de luz contra los infectados, pero el robot infectado era imparable. Con cada golpe, rompía parte de la barrera y se acercaba más al centro del pueblo. Clara sabía que tenían que hacer algo rápido, o todo estaría perdido.

De repente, una idea cruzó por la mente de Clara. Recordó el primer robot que había encontrado en el bosque, el que estaba averiado. ¿Y si ese robot todavía podía ayudar? Tal vez había algo en él que los robots Guardianes podían usar para detener al robot infectado.

"¡Papá! ¡Tengo una idea!" dijo Clara, corriendo hacia su padre.

"¿Qué idea? ¡No es momento para juegos, Clara!" le respondió él, preocupado por lo que estaba pasando.

"¡El robot que encontré en el bosque! ¡Tal vez tenga algo que pueda ayudarnos!"

Pedro miró a su hija por un momento, pensativo, y luego asintió. "Vamos. No podemos quedarnos aquí sin hacer nada."

Juntos, Clara y su padre corrieron hacia el bosque, mientras los robots Guardianes luchaban por contener a los infectados. El pueblo estaba en peligro, pero Clara no iba a rendirse tan fácilmente. Sabía que el viejo robot roto era la clave. Tenía que serlo

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