capítulo 1: rutina

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Sofía se encontraba cómodamente sentada en una silla junto a la piscina de su casa. El sol resplandecía en lo alto, mezclándose con las nubes que flotaban en el cielo de un azul profundo y claro, como si ambos elementos se fundieran en una danza etérea. Sus ojos, ocultos tras unas gafas oscuras, apenas se apartaban del libro que sostenía en sus manos mientras disfrutaba del cálido abrazo del sol en su piel.

Pasaba las páginas con suavidad, sintiendo el ligero roce del papel bajo sus dedos. Este era un momento de paz, un breve descanso antes de retomar sus estudios. Sofía estaba en la universidad, cursando una carrera de arquitectura, una elección que, aunque apasionante, también llevaba consigo la responsabilidad de prepararse para el futuro. Sus padres, propietarios de una prestigiosa empresa de bienes raíces y construcción de lujo, esperaban que ella tomara un rol importante en la compañía algún día.

Dejó escapar un suspiro, consciente de que su descanso debía terminar pronto. Se levantó de la silla con elegancia, llevando el libro aún abierto en una mano, mientras se dirigía hacia su habitación. Caminó a través del pasillo que conectaba la sala con la escalera, sintiendo la frescura del interior de la casa en contraste con el calor del exterior. Al llegar al segundo piso, soltó la novela sobre su cama con un ligero gesto de cansancio.

-Bien, hora de estudiar de nuevo -murmuró para sí misma.

Con determinación, abrió su armario buscando su mochila. Movió algunas prendas y accesorios hasta que finalmente dio con ella.

-Aquí estás -dijo, sacándola y llevándola hacia el escritorio de su habitación.

Sofía sacó su portátil de la mochila y lo encendió, observando cómo la pantalla iluminaba su rostro mientras se preparaba mentalmente para sumergirse en sus apuntes y proyectos de arquitectura. Las horas de estudio que le esperaban eran intensas, pero este era el camino que había elegido, y sabía que cada esfuerzo la acercaba un paso más a su futuro.

Sofía abrió el programa de arquitectura, observando cómo la interfaz se cargaba lentamente, hasta detenerse justo en el punto donde había dejado su proyecto la última vez. Frente a ella, el plano de un edificio aún sin terminar exigía su atención. Era un modelo en 3D y 2D que debía presentar pronto, una tarea que llevaba horas de esfuerzo minucioso. Sus dedos volaron sobre el teclado y el mouse, ajustando líneas, revisando medidas, y asegurándose de que cada detalle fuera perfecto.

Finalmente, después de lo que parecían siglos, Sofía terminó. Con un suspiro de alivio, guardó su trabajo y se estiró, sintiendo cómo los músculos de su espalda crujían. Un pequeño gesto de satisfacción se dibujó en su rostro mientras miraba la pantalla, observando el resultado de horas de concentración. Era la rutina de siempre, aquella danza cotidiana entre el esfuerzo y el agotamiento, y ella había aprendido a moverse entre los silencios controlados de su casa, donde cada gesto y palabra parecían ensayados, como si la vida misma fuera una obra de teatro.

Sofía metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando su celular. Lo desbloqueó con un rápido movimiento y se dirigió a los mensajes. Vio la conversación con su amiga Emma, su cómplice desde los días del colegio, y con una sonrisa en los labios, comenzó a escribir.

Sofía: Ya terminé la tarea, ¿y vos?

La respuesta llegó casi al instante, como si Emma hubiera estado esperando el mensaje.

Emma: Yo también. ¿Querés que hagamos algo?

Sofía sonrió para sí misma. La idea de salir le pareció tentadora, después de tantas horas atrapada en el mundo de planos y diseños.

Sofía: Sí, me encantaría. ¿Adónde iríamos?

Emma: ¿Qué tal si salimos esta noche?

Sofía levantó una ceja, divertida. Un viernes por la noche siempre prometía aventuras, y la idea de romper con la monotonía de la semana era justo lo que necesitaba.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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