Cuentos, la mayoría son fantasía, otros "basados en hechos reales". A mi parecer no hay nada más real que lo que pasas en carne propia. Claro, esa es la idea de una Sara de 15 años que según su pensar a pasado por muchas cosas. Aunque tampoco sabemos que tan real es Sara.
Andrea, una niña de unos tres años y medio, se encontraba en el jardín de su sala, por el enorme ventanal, su madre, Sabrina, la vigilaba con amor mientras desde el sofá leía un pequeño libro sobre casos sin resolver de la policía estatal. Era un libro con muy poca fama, o como Sabrina solía describirlo, "desestimado". Trataba sobre casos reales de homicidios que la policía no había podido resolver, los casos venían con posibles finales y soluciones, pero Sabrina no les encontraba sentido, los casos estaban revueltos, como si realmente hubieran decido no resolverlos.
Por un instante vio a su hija hablando hacia un lado del jardín, con temor por los ladrones y secuestradores del área se acercó a ver con quién hablaba su pequeña niña. Grande fue su sorpresa cuando al revisar el jardín, no encontró a nadie, había una señora cerca, una vecina de años, Sabrina le consultó si había visto con quién hablaba la menor. La señora le respondió que la pequeña siempre hablaba sola en el jardín mientras ella hacia la jardinería, entre bromas, la vecina le sugirió a Sabrina que llevara a la menor con un chamán, solo para asegurarse que la menor no estaba poseída.
Sabrina le sonrió con amabilidad tomando el consejo, suspirando para sus adentros que esa señora estaba loca. Antes de entrar a su casa, la señora le comentó a Sabrina, que su esposo le comentaba que miraba como una sombra enorme entraba por las noches a la habitación de la menor. Sabrina entonces realmente se asustó, el esposo de su vecina tenía dos años de haber fallecido para entonces. Un poco incómoda con la situación, Sabrina entró a su casa, avisando a su pequeña princesa que la hora del baño estaba cerca. Jugaba en la pequeña bañera con su pequeña cuando escuchó como en la habitación se caía un jarrón, con rapidez y dejando bien acomodada a la menor se asomó a ver que se había caído, no encontró nada en el suelo, solo un jarrón a medio mover de su lugar, lo acomodó, y observó la cama, decidida caminó a esta para poder revisar bajo la cama, pero el llanto de su menor le hizo dejar la cama y volver al baño y vio a su menor con un rasguño en su pequeño pecho, lo limpió con cuidado lo mejor que pudo y la llevó a la cama para poder curar el cuerpo de la menor.
Pasó el tiempo, y veía a su dulce niña con más rasguños en su piel, la vecina seguía insistiendo en lo mismo del chamán, para asegurarse que la menor estuviera libre de todo mal. Sabrina seguía igual de escéptica.
Pasó un año entero, la pequeña Andrea ya tenía cuatro, Sabrina seguía preocupada por los rasguños, pero había asumido que era causa de la misma menor, que seguro se aruñaba al dormir. La pequeña seguía hablando con el aire, Sabrina, cansada de ese rollo le habló a su pequeña, para preguntarle con quién hablaba. Andrea, emocionada por el interés que su madre mostraba hacia su amiga, le confesó. El nombre de la amiga era Sara, y no todos podían verla solo quién Sara deseaba o con quién se sentía cómoda. Sabrina se asustó un poco, pero soltó una pequeña risa, se había preocupado por una amiga imaginaria.
Sabrina saludó a la amiga de su pequeña, y luego Andrea la miró y le dijo a Sabrina, que su amiga le había dicho que no le agradaba, así que resignada, Sabrina entró nuevamente a su hogar, había decidido poner un monitor de bebé junto a la cuna de su pequeño tesoro, así que luego de unas de juego, llegó la hora del baño, luego la hora de la cama, llevó a su pequeña a la cama y la dejó dormida, acomodó el monitor de bebé, y al cabo de unos minutos, el monitos emitió un pequeño sonido, grande fue su sorpresa al ver que la persona que hacía los rasguños en el cuerpo del bebé, era la vecina.
Cuando fue a revisar la habitación de su pequeña no había nadie, tomó a su niña en brazos y la llevó a dormir con ella ese día, a la mañana siguiente le preguntó a la vecina por qué había entrado a su casa, la vecina se rió, y luego negó haberlo hecho. Sabrina cayó en cuenta que no recordaba tener vecinos de ese lado de la calle, preguntó el nombre a la vecina, y la señora respondió con una sonrisa "Me llamo Sara". Con un grito ahogado, Sabrina entró corriendo a su casa, sosteniendo a la menor empezó a guardar unas cosas en una mochila para salir de ahí junto a su hija. A lo lejos, se veía a Sara acercarse, ella comenzó a correr.
Mientras tanto, Unos tipos con bata miraban el cuerpo de una adolescente empezar a convulsionar, mientras en el monitor que se conectaba a su cerebro se veía a Sabrina intentando huir de Sara. Los dos señores de bata se miraron y negaron al mismo tiempo. Una más que no funcionaba. Inyectaron el cuerpo de la adolescente, Sara alcanzó a Sabrina, y el monitor estaba nuevamente negro, el cuerpo de la adolescente en la camilla había dejado de moverse, y retiraron el cuerpo en una bolsa negra para devolverla a la tumba de donde había salido.
En la cripta, el nombre de Andrea Sanderson, se mostraba, el cuerpo abrió los ojos tras recibir el primer golpe de tierra, pero no podía hablar ni moverse, a sus ojos, todo se oscureció, y el aire faltó, pasó de ser escaso a ser nulo, un experimento fallido más, una cura menos para el virus que aquellos hongos azules causaba.