Cap3

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El camino por el parque, aunque aparentemente familiar, se volvía más extraño con cada paso. Las sombras de los árboles parecían moverse en direcciones imposibles, y el aire estaba cargado de una inquietante calma. Clara y Sofía avanzaban despacio, sin soltar sus manos, pero en el silencio de la noche, algo más pesado que el viento las rodeaba: la duda.

—¿Te has fijado? —susurró Sofía, deteniéndose por un instante—. El cielo… no se ve igual. Las estrellas… están demasiado brillantes, pero no reconozco ninguna.

Clara alzó la vista, y su estómago se tensó. Tenía razón. El cielo, que siempre había sido un mapa seguro, ahora parecía un mar de puntos brillantes completamente irreconocibles. Se dio cuenta de que llevaba rato intentando identificar alguna constelación, pero era inútil.

—Es como si el cielo fuera una pintura... algo puesto ahí para engañarnos —murmuró Clara, más para sí misma que para Sofía.

Sofía frunció el ceño.

—¿Engañarnos? —preguntó, con un hilo de temor en su voz—. ¿Qué quieres decir?

Clara la miró, su propia mente luchando con la idea que comenzaba a tomar forma. Todo lo que había pasado esa noche —el extraño silencio de la ciudad, el árbol fuera de lugar, el cielo distorsionado— no dejaba de inquietarla. Como si algo estuviera fallando en la estructura misma de la realidad.

—No lo sé, pero... nada de esto se siente real —admitió Clara en voz baja, su mirada fija en las estrellas falsas sobre ellas—. Es como si estuviéramos dentro de un sueño o... una copia. Algo que intenta imitar nuestra vida, pero que está mal.

Sofía tragó saliva, su mirada recorriendo el entorno con una nueva comprensión. Todo parecía estar en su lugar, pero no podía sacudirse la sensación de que lo que las rodeaba era un reflejo distorsionado, una imitación de la realidad.

—¿Crees que… estamos soñando? —preguntó Sofía, con una voz apenas audible—. O peor… ¿y si siempre hemos estado en un sueño? ¿Y si esto nunca fue real?

La pregunta colgó en el aire entre ellas, como una sombra que no podía ignorarse. Clara sintió cómo su piel se erizaba ante esa posibilidad. La realidad, tan sólida hasta ese momento, empezaba a tambalearse en los bordes de su mente.

—¿Cómo sabríamos si lo es? —preguntó Clara, sus pensamientos ahora corriendo hacia territorios que nunca había considerado—. Si todo esto, nuestras vidas, nuestros recuerdos… ¿y si nada fue real desde el principio?

El silencio que siguió fue insoportable. Sofía miró a Clara, con los ojos muy abiertos, como si buscara en ella una respuesta que no podía ofrecerle. Y de pronto, esa duda que había empezado como un leve susurro, comenzó a expandirse dentro de sus mentes.

—Recuerda cuando tallamos nuestros nombres en ese árbol —dijo Sofía, como si tratara de anclarse a un momento que pudiera confirmar que su vida había sido real—. Ese día, sentí que todo era perfecto. Pero ahora, cuando vimos ese árbol en un lugar diferente… me pregunto si en realidad alguna vez lo hicimos. ¿Y si ese recuerdo… también es falso?

Clara sintió un vacío en el pecho. La memoria de ese día siempre había sido una de sus favoritas, un momento que encapsulaba su amor en algo tangible. Pero ahora, incluso ese recuerdo parecía borroso, como si fuera una pieza más de un rompecabezas que nunca había existido en primer lugar.

—¿Qué pasa si toda nuestra vida no es más que una simulación? —dijo Clara, sin querer decir esas palabras pero sabiendo que ya no podían ignorarlas—. ¿Y si alguien, en algún lugar, está manipulando todo lo que vemos, todo lo que sentimos? Tal vez cada decisión, cada emoción que hemos tenido… fue programada.

Sofía la miró con miedo, pero también con una extraña curiosidad. El mundo a su alrededor parecía detenerse, como si incluso el viento hubiera dejado de moverse. Un pensamiento que había estado latente en ambas comenzaba a cobrar vida.

—Si nada de esto es real… —dijo Sofía con un susurro—. ¿Significa eso que lo que sentimos tampoco lo es?

Esa fue la pregunta que más las golpeó. ¿Podía el amor que compartían, ese amor tan palpable, ser simplemente una ilusión más, un constructo dentro de una realidad falsa? Clara sentía que si aceptaba esa posibilidad, todo lo que habían vivido juntas perdería sentido.

—No lo sé —admitió Clara, con un nudo en la garganta—. Pero si lo que sentimos ahora, en este momento, es real para nosotras… ¿importa si el mundo a nuestro alrededor no lo es?

Sofía cerró los ojos por un instante, dejándose llevar por el peso de esas palabras. Tal vez la realidad no era tan importante como lo que podían experimentar, lo que vivían en el ahora. Quizás el mundo estaba desmoronándose a su alrededor, pero lo que compartían no dependía de eso.

—Si este mundo no es real —dijo Sofía lentamente—, entonces quiero seguir eligiéndote, incluso en la mentira.

Clara sintió que su corazón se aceleraba. Se acercó a Sofía y, sin decir nada, la besó. En ese beso, todo lo que las rodeaba dejó de importar. Las estrellas falsas, las sombras que se movían, incluso la posibilidad de que nada fuera real... se desvanecieron. Solo existían ellas dos, en ese instante, aferrándose la una a la otra en medio de la incertidumbre.

Cuando se separaron, el parque seguía igual de extraño, el cielo irreal, el mundo ambiguo. Pero el amor que sentían seguía presente, tan sólido como lo había sido siempre.

—Real o no, estamos aquí ahora —dijo Clara, tomando la mano de Sofía con fuerza—. Y eso es lo único que importa.

Mientras caminaban de vuelta a la entrada del parque, la sensación de irrealidad aún flotaba a su alrededor, como una verdad que no podían escapar. Pero habían decidido, juntas, que mientras se tuvieran, la realidad, fuera cual fuera, seguiría siendo suya.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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