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1 Yo quiero llevarte conmigo de paseo...

Observé con atención el pequeño salón donde tendría lugar mi primer encuentro del grupo de apoyo. Las paredes estaban decoradas con cuadros coloridos, pero la atmósfera era tensa, cargada de expectativas y nervios. Llegué temprano, como siempre hacía en situaciones nuevas, buscando un rincón donde sentirme cómoda. Me senté en una esquina, entrelazando mis manos en el regazo, intentando calmar la inquietud que crecía en mi pecho.

La soledad se había convertido en una amiga familiar a lo largo de los años. Cada día era una lucha contra el silencio que me rodeaba, una batalla que rara vez ganaba. Decidí que era hora de buscar apoyo, de abrir mi corazón y compartir lo que realmente me pesaba. Desde niña, las palabras se atoraban en mi garganta, y ahora, en la adultez, esas palabras amenazaban con ahogarme.

Poco a poco, el salón se fue llenando. Algunos asistentes entraron con sonrisas nerviosas, otros con rostros serios que hablaban de cargas invisibles. Sentí una mezcla de alivio y ansiedad al darme cuenta de que no estaba sola en mi lucha. Aún así, mi mente vagaba en mil direcciones, preguntándome si realmente sería capaz de abrirme ante extraños.

Fue entonces cuando entró él, el famoso 'Beny Jr.' Su presencia iluminó la habitación, como si un rayo de sol hubiera atravesado las nubes. A pesar de su rostro serio y su mandíbula tensa, había algo en él que me intrigaba. No podía evitar preguntarme qué historia se ocultaba tras esa fachada oscura.

El facilitador del grupo, un hombre mayor con voz suave, presentó a Beny. "Él es nuevo aquí, como muchos de ustedes. No tengan miedo de compartir, estamos aquí para apoyarnos mutuamente." Sus palabras resonaron en el espacio, y me sentí un poco más aliviada, aunque aún dudaba de mi capacidad para abrirme.

Cuando llegó mi turno de hablar, sentí que el tiempo se detenía. Con la voz temblorosa, compartí mi historia: la sensación de aislamiento, las batallas internas que me mantenían despierta por las noches. Noté que Beny me miraba, su expresión una mezcla de enfado y curiosidad. Esa mirada me dio valor, aunque también encendió una chispa de atracción que no podía ignorar.

A medida que la reunión avanzaba, me di cuenta de que Beny era más que un rostro atractivo. Sus pocos comentarios eran penetrantes, llenos de una sabiduría que parecía más allá de su edad. Con cada palabra, se posicionaba como alguien que podría entender la complejidad de mis sentimientos. Sin embargo, algo inquietante en esa atracción me decía que debía tener cuidado.

Después de la reunión, nuestras miradas se cruzaron.

—¿Qué miras?— me preguntó, y su tono borde hizo que parpadeara varias veces.

—Perdón, no quise incomodarte. ¿Por qué no has sido capaz de abrirte ante los demás?— pregunté, sintiendo que su aura emanaba tanto misterio como peligro.

Él había dicho que estaba allí por obligación, que no le apetecía hablar, que todo eso era absurdo.

—¿Estás sorda? Mhmm...— me sentí mal por su falta de amabilidad, pero él continuó—. No me gustan estos lugares, así de simple.

Un calor subió por mi rostro. "Oh," murmuré, incapaz de encontrar las palabras adecuadas.

Su mandíbula se apretó, y ese gesto aceleró mi corazón. Su mirada era electrizante, escalofríos recorrían mi espalda.

—Si quieres, podemos hablar más. A veces, compartir fuera del grupo puede ayudar— le propuse, sintiendo que había algo más entre nosotros.

Por su mirada, me lo tomé como un "no" rotundo, así que se giró sobre sus pies, y se fue.

Anhelaba que pasaran los días para volver a verle, saber más de él, de su vida, el por qué está aquí.

Una tarde, me encontraba en una cafetería, el aroma del café envolviendo el ambiente. Intenté abrirme más ante mis dos únicas amigas. "A veces siento que no encajo en ningún lado," confesé, con la voz entrecortada. Nadia me miró fijamente, y a juzgar por su expresión parece divertirse por un instante.

—No me digas, Dafne. Estamos haciendo de todo para que salgas de esas cuatro paredes y, ¿ahora vienes a decirnos que sientes que no encajas en ningún lado? No te preocupes, se te pasará— Su respuesta me dejó confundida. ¿Por qué veía el mundo de una manera tan ligero? Pero, en lugar de alejarme, me sentí atraída por esa fuerza. La idea de "se te pasará" resonó en mí, aunque una parte de mi ser advertía que esa fortaleza tenía un alto costo.

Las semanas pasaron, y no lo volví a ver en las reuniones, ni siquiera en las calles, y muchas veces me sentí perdida. Nadia y Gemma parecían tener control sobre mis emociones, manipulando laa conversaciones de tal manera que siempre terminaba en el centro de atención.

Así comenzaba mi historia, marcada por la búsqueda de conexión y el enfrentamiento de volver a encontrarlo. Lo que inicialmente parecía un encuentro fortuito en un grupo de apoyo se transformaría en una travesía por las emociones humanas, una lucha entre la luz y la oscuridad, entre la soledad y la compañía tóxica. Y en esa búsqueda, me adentraría en lo que realmente significaba ser 'inefable'.

INEFABLE ☆ Beny JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora