Esa noche, mientras me dejaba llevar por el cansancio, el sueño llegó como un suave susurro. Me encontré en un vasto cielo, rodeada de nubes suaves y esponjosas que parecían formar un inmenso campo de juego. Allí estaba Marco, sonriendo, su risa resonando como un eco melodioso entre las nubes. Su energía era contagiosa, y me sentí ligera, como si todas mis preocupaciones se desvanecieran en el aire."¡Ven!" me dijo, extendiendo la mano. Sin pensarlo, la tomé y juntos comenzamos a saltar de nube en nube, riendo como dos niños en un mundo donde las reglas no existían. Cada salto nos acercaba más, y por un momento, sentí que todas las barreras que había levantado en mi vida se desmoronaban."¿Alguna vez has sentido que estás atrapada en tu propia vida?" preguntó, mientras aterrizábamos suavemente en una nube más grande. La suavidad del algodón de azúcar nos envolvía, y la sensación era increíblemente reconfortante."Sí," admití, sintiendo una vulnerabilidad que rara vez mostraba. "A veces siento que he perdido de vista lo que realmente quiero."Marco se acercó, su mirada llena de comprensión. "Es normal sentirse así. Pero también es un recordatorio de que hay más por descubrir, tanto en ti misma como en los demás."Su cercanía me hizo latir el corazón más rápido, y en ese instante, todo lo que había estado reprimiendo comenzó a brotar. Recordé la chispa que había sentido en los inicios con Lucas, pero también la confusión y el vacío que se había instalado entre nosotros. Miré a Marco, y en sus ojos vi la promesa de algo nuevo, algo vibrante."¿Qué tal si hacemos un trato?" dijo, como si hubiera leído mis pensamientos. "Prometamos buscar siempre esa conexión, ya sea con nosotros mismos o con quienes nos rodean. Nunca dejemos que la rutina apague nuestro fuego."Asentí, sintiendo un renovado sentido de propósito. En ese sueño, las nubes no eran solo un lugar de juego; representaban las posibilidades, la libertad de ser auténtica, de amar sin límites.De repente, la escena comenzó a desvanecerse, y aunque intenté aferrarme a la imagen de Marco y nuestro mundo en las nubes, todo se volvió borroso. En un instante, desperté con el corazón acelerado y una sensación de claridad que nunca había experimentado antes.Mientras el primer rayo de luz del día se colaba por la ventana, comprendí que había una parte de mí que había estado esperando a ser escuchada. La conexión que había sentido en mi sueño era un recordatorio de que el amor, en todas sus formas, debía ser explorado y nutrido.Con nuevas emociones en mi pecho, decidí que era hora de hablar con Lucas. Era necesario abordar lo que sentía, no solo por él, sino también por mí. Quería recuperar esa chispa, y estaba dispuesta a luchar por ella. Sin importar cómo resultara, era un camino que debía recorrer, y ya no podía ignorarlo.El día comenzó con una nueva energía, y mientras me preparaba para enfrentar la realidad, sabía que había dado el primer paso hacia un viaje de descubrimiento que podría transformar no solo mi relación, sino también mi propia esencia.