Capítulo 1

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Era una noche brillante en el distrito rojo, con luces de neón parpadeando y las calles llenas de personajes coloridos que daban vida a la ciudad

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Era una noche brillante en el distrito rojo, con luces de neón parpadeando y las calles llenas de personajes coloridos que daban vida a la ciudad. Akutagawa y Atsushi habían sido asignados a una misión conjunta: infiltrarse en un club de élite donde "Cupido" tenía secuestrada a mujeres, adolescentes y niñas en su poder. El detalle problemático era que el acceso solo se permitía a las mujeres y a sus acompañantes, es decir parejas.

Ya que "Cupido" decidía si existía química en ellos, su habilidad modificaba los sentimientos de las parejas.

—No puede ser en serio... —Atsushi murmuró mientras observaba su reflejo en el espejo, ajustándose la peluca de largo cabello plateado que se balanceaba con cada movimiento.

—Si quieres completar la misión, tendrás que hacerlo —respondió Akutagawa con su tono serio y distante, ocultando un atisbo de burla en sus ojos.

—Hazlo bien o nos delatarán.

—Pero... ¿Porqué yo soy él que debe vestirse de mujer? —Preguntó indignado.

Atsushi, que ahora llevaba un kimono púrpura similar al que se usaba en los locales de entretenimiento más lujosos del distrito, sentía que todo aquello era demasiado ridículo. Para completar su disfraz, sostenía un adorable peluche de tigre blanco, una sutil referencia a su verdadera identidad que esperaba pasara desapercibida. Akutagawa, por otro lado, vestía un elegante traje oscuro, como un cliente habitual del club, y aunque su expresión seguía siendo sombría, Atsushi notó que sus labios temblaban ligeramente, como si estuviera luchando por contener la risa.

—Espera... ¿Te estás burlando de mí? —le espetó Atsushi, cruzando los brazos y mirando desafiante a Akutagawa.

—No tengo tiempo para burlas —respondió Akutagawa, ajustándose sus gafas de sol, una adición innecesaria para su atuendo nocturno, pero que le daba una apariencia misteriosa.
—Aunque debo admitir que te ves... diferente.

Antes de que Atsushi pudiera responder, Kyoka, quien los había acompañado al club y se encargaría de la seguridad de las mujeres cautivas, interrumpió. Con una leve sonrisa en sus labios, le tendió a Atsushi un pequeño abanico rosado.

—Te ves bien, Atsushi —dijo con sinceridad. —No te preocupes.

Atsushi suspiró, agradecido por el apoyo de Kyoka, aunque su incomodidad seguía ahí. No era solo el hecho de vestirse como una mujer lo que lo ponía nervioso, sino la constante sensación de que Akutagawa lo observaba más de la cuenta.

Sentía los ojos de Akutagawa justo detrás de él. Cuando finalmente llegaron al club, la fachada brillante y los rótulos de colores vibrantes parecían invitarlos a una noche peligrosa. El ambiente dentro del lugar era elegante, y las mujeres y hombres conversaban entre susurros y risas falsas. Atsushi, tratando de mantener su compostura, caminaba a paso firme, aunque su torpeza era evidente con los tacones que apenas podía manejar.

—Relájate —le murmuró Akutagawa en voz baja, inclinándose para susurrarle al oído.

—Si sigues caminando así, todos sabrán que no eres una mujer.

El contacto cercano hizo que Atsushi se tensara, no por incomodidad, sino por lo inesperado del gesto. Nunca había sentido a Akutagawa tan cerca y, para su sorpresa, su corazón latió un poco más rápido de lo normal. ¿Qué demonios le estaba pasando?

—Lo estoy intentando... —murmuró entre dientes, haciendo un esfuerzo por mover las caderas con gracia, algo que terminó en un paso aún más torpe que antes.

Llegaron a la sala privada donde debían encontrarse con Cupido, y a pesar de lo caótica que había sido cruzar a los guardias, lograron pasar desapercibidos. Atsushi tomó asiento junto a Akutagawa, quien adoptaba una postura relajada, mientras que él se encogía en su lugar, intentando ocultar el rubor que teñía sus mejillas.

La conversación comenzó, pero Atsushi apenas podía concentrarse. No podía dejar de notar cómo Akutagawa lo miraba de reojo, sus ojos analizando cada detalle de su disfraz. ¿Era posible que él...?

—Estás temblando —comentó Akutagawa, rompiendo el silencio incómodo.

—¡No lo estoy! —Atsushi negó rápidamente, aunque en su interior sentía que el calor subía a sus mejillas. —Solo... estoy nervioso, eso es todo.

De repente, una de las anfitrionas del club se acercó con una sonrisa y, en un gesto inesperado, tomó la mano de Atsushi, obligándolo a levantarse.

—¡Ven, querida! ¡Debes bailar con tu acompañante! Para que Cupido decida si son dignos de verlo—dijo con entusiasmo, empujándolo hacia Akutagawa.

Atsushi apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando se encontró frente a frente con Akutagawa, quien lo miraba con una mezcla de sorpresa y diversión mal disimulada.

—Esto es... una misión, ¿recuerdas? —Atsushi intentó excusarse con Akutagawa quien estaba tenso.

—¡Un baile no hará daño a nadie! —rió ella mientras se dirigía al pelinegro.

La música suave comenzaba a llenar el ambiente.Sin tener otra opción, Atsushi permitió que Akutagawa lo guiara en un torpe pero inesperadamente íntimo baile. A cada paso, Atsushi sentía que su nerviosismo se desvanecía, reemplazado por una extraña sensación de seguridad en los brazos de Akutagawa. Tal vez era el ambiente, tal vez era la tensión acumulada... pero algo en esa danza, entre lo tenso de su situación y la cercanía compartida, hizo que el corazón de Atsushi latiera aún más rápido.

Cuando la música finalmente terminó, ambos se separaron, y aunque la misión seguía en marcha, Atsushi no pudo evitar preguntarse si, al igual que él, Akutagawa también había sentido algo más en ese breve instante.

Quizás la misión en el distrito rojo no había sido tan mala después de todo. Al finalizar su baile unos aplausos se hicieron presente para ambos, dando paso a un hombre rubio de cabello largo y ojos azules quien miraba con devoción a la pareja frente a él.

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𝓛𝓲𝓵𝔂 (ˢʰⁱⁿ ˢᵒᵘᵏᵒᵏᵘ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora