##El fragmento del Olvido***

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El Olvido en el Campo Desolado

Capítulo 1: El Encuentro

Durante uno de mis viajes, me encontré en un campo desolado, donde no había nada: ni flores ni árboles, solo la hierba marchita que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. El viento soplaba suavemente, llevándose consigo un eco de soledad. A lo lejos, vi una figura oscura, una silueta que se confundía con las sombras del paisaje. Con cautela, me acerqué y descubrí a un joven de piel pálida y cabello negro, vestido completamente de negro. Estaba sentado sobre una gran piedra, su mirada reflejaba una profunda tristeza, como si cada suspiro que emitía estuviera cargado de un peso insoportable.

-¿Te puedo ayudar en algo? -le pregunté, sintiendo una extraña conexión con su soledad, como si mis propias inquietudes resonaran en su dolor.

Alzó la vista, y con una voz profunda y melodiosa, me respondió que buscaba a otras personas. Intrigado por su búsqueda, le pregunté qué tipo de personas estaba buscando. Él parecía vacilar un momento, como si la respuesta estuviera atrapada en su mente, temiendo revelar demasiado.

-Tal vez yo podría ayudarte -dije, recordando mis propios viajes nocturnos en busca de historias y seres perdidos. Entonces, con una sonrisa tímida, comenzó a contarme su historia.

Capítulo 2: La Búsqueda del Uno

-Al principio éramos uno -dijo, mientras sus ojos se perdían en el horizonte, buscando respuestas en el vacío-. No recuerdo cuándo ni cómo sucedió, solo sé que éramos muchos y éramos felices.

-¿Puedo interrumpir un momento? -le pregunté, curioso y ansioso por entender más.

Me miró y asintió con la cabeza, permitiéndome continuar. Le pregunté si había más como él, si existían otros fragmentos de su ser.

-No todos somos iguales -respondió-. Cada uno es único, diferente. Pero todos compartimos algo que nos complementa, como piezas de un rompecabezas que, al unirse, forman una imagen completa.

La tristeza en su mirada se profundizó, y la atmósfera se volvió más densa.

-¿Cómo eran tus compañeros? -le pregunté, sintiendo que su historia estaba marcada por la pérdida, por la nostalgia de tiempos más felices.

-Aún no he encontrado a ninguno -dijo, la voz temblorosa, casi quebrándose-. Sigo buscando, caminando por todas partes, pero es como girar en círculos. Estoy perdido y no encuentro el camino de regreso. Es un viaje solitario, en el que cada paso parece un eco de mis propios errores.

Capítulo 3: La Sombra y el Olvido

Me quedé pensativo, reflexionando sobre sus palabras. Observé cómo la luz del sol iluminaba el campo, creando un contraste entre la vida y su tristeza. Sin embargo, él no proyectaba sombra, lo cual me intrigó aún más. Con curiosidad, le pregunté por qué.

-No tengo sombra porque no soy completo -respondió, con una sonrisa agridulce que dejaba entrever su resignación-. Soy solo un pedazo perdido de quien realmente soy. En este vasto campo, mi esencia se desdibuja, y con cada día que pasa, me siento más distante de mi verdadero ser.

-¿Cada pedazo tiene su nombre? -pregunté, sintiendo que había más por descubrir en su enigmática existencia.

Agachó la cabeza, y con un susurro lleno de melancolía, respondió:

-No recuerdo cómo eran. Cada uno es diferente, y yo soy el Olvido. Siempre recuerdo porque llevo esta nota de carne, un peso que arrastro conmigo.

Mientras hablaba, sacó un viejo cuaderno de su chaleco, cubierto de cuero oscuro y desgastado por el tiempo. Con cuidado, lo abrió, y me mostró una frase escrita en la primera página:

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