Navegando

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Supongo que olvidamos que ambas navegabamos en barcos distintos, pero a veces sus interiores eran muy parecidos, ambos necesitaban reparaciones, solo que con distintas necesidades, pasaban por dificultades similares y eso nos hizo creer que si yo te ayudaba a reparar el tuyo como lo hacía con el mío podría funcionar, pido disculpas por ello, yo no era una profesional, porque ni si quiera podía a veces mantener (me) mi barco flotando.
¿Abandone mi barco para vivir en el tuyo?, ¿abandonaste tu barco para sobrevivir en el mío? o ¿creamos uno solo para navegar y morir en él? No lo sé, ¿lo sabes?

En fin, creo que construimos uno para las dos.
Me gustaba pasar tiempo y tener algo que fuera nuestro, el hecho de que no permitiamos que nadie más estuviese abordo me hacía sentir tranquila, podía ser yo misma, podíamos ser y vivir bien.
Sé que casi siempre visitabamos el mismo lugar, no es porque no conociera otros caminos, es que no tenía las capacidades aún para llevarte, creo que no lo sabías, pero me hacía sentir tan insuficiente. La primera vez que bajaste del barco creí que no me dolería, actúe como si todo estuviera bien, hasta que atravesé por lo peor, los relámpagos eran lo único que podía apreciar en el cielo grisáceo, los truenos eran lo que me causaban miedo, porque sabía que la lluvia comenzaría y no estarías ahí, no vendrías corriendo a sacarme del lugar donde mis pensamientos son un verdadero tormento, quiero dejar en claro que atravesé, atravesaste y fuiste sobreviviente de desastres naturales.

Es un barco en el que creo que no quiero volver a habitar, pero jamás voy a olvidar.

¿Tratábamos de salvarnos o hundirnos?

Bueno, podría seguir con las comparaciones, pero ahora debemos hablar con la realidad.

La tumba de tus labios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora