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Angeline

12:03 a.m

Esa voz que ya conocía me hizo girar rápido la cabeza, viendo a Diego y a su lado, el tal Klaus.

— Ah, Diego. — Sonreí al instante, dejando las manos relajadas a mis costados.

— Tú.. perdón, eh.. ¿cumples años hoy, también? — Preguntó nervioso, como si hubera sido su idea venir a hablarme, pero petición de alguien más.

— Sí, felices quince, por cierto.. igual a tí.— Dije primero a Diego, luego al chico de ojos rojos a su lado.

—Gracias, igual para tí.. pero, creo que..— No terminó de hablar, cuando el otro chico interrumpió.

— Que te unas a nosotros, ¿puedes? — Me sonrió, casi me convenció, pero aún tenía que ver si llegaban clientes que atender.

— Yo.. — Justo llegó un señor, así que volteé a ver a Agnes y ella solamente me asintió con la cabeza.

— No te preocupes, ya vamos a cerrar y no creo que llegue más gente, ve. — Le sonreí, me sonrió y caminé fuera de la barra, mientras tanto ella atendió la orden del cliente.

— Tenemos poco tiempo, ya vamos a cerrar. — Le susurré a Diego, quien ya llevaba mi plato en la mano y con la otra cuidando que la vela no se apagara.

— Será rápido, tranquila. — Me dirigió una sonrisa que.. no podría explicar, simplemente es demasiado lindo.

En unos cortos pasos llegamos a la mesa, Klaus se encargó de poner una silla para mí al lado de alguien que seguía llamando mi atención, el que había pedido dos tazas de café negro en el transcurso de la noche.

— Gracias.. Klaus.— Sonreí al chico y me senté con cuidado, Diego dejó el postre frente a mí y se sentó.

Él había venido una o dos veces sólo, seguramente muchas más, pero no en mi horario y nunca con Diego, ni mucho, pero mucho menos en estado de poca sobriedad. Con quien si que lo había visto era con la chica de cabello rizado, y la única en la mesa, además de mí.

— Bien.. hagámos esto, tenemos que llegar temprano. — Habló el rubio.

Todos empezaron a cantar el felíz cumpleaños, a excepción del que estaba sentado a mi derecha, que parecía que era lo único que le fastidiaba, pero creo que intentaba disfrutar de estar con su familia, a su manera, pero lo hacía.

Yo también canté, bajito pero lo hice. Me sentía.. no sé, era raro porque no había convivido más que para dejarles su orden y hablar con Diego anteriormente, aunque a pesar de ello, sentía que no iba a ser el último cumpleaños sola, no sin ellos o su mayoría.

— Pidan un deseo, ya. — Dijo Klaus, desesperado por apagar esa pequeña flama ya.

— Uno, dos, tres — Contó la mayoría en unísono, antes de por fin soplar sus velas que ya estaban algo derretidas por lo finas que eran.

Soplé al final, deseando lo mismo de cada cumpleaños.. ¿cuánto tiempo más tendría que pedir lo mismo para que se hiciera realidad?

Los aplausos me despertaron de los pensamientos, sonreí rápido y aplaudí también un par de veces, hasta que el de dudosa heterosexual me habló.

Mi Alma es Tuya - Cinco Hargreeves, o..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora