Capitulo 2 : ¿Normas?

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La oscuridad me envuelve  y el aire que entra por la pequeña ventana es fresco y silencioso, como si los muros estuvieran conteniendo la respiración. Con el corazón latiendo fuerte en mi pecho, me levanto de la cama tratando de no hacer ruido para no despertar a mi compañera. Luego de mi llegada había acomodado mis pocas pertenencias en un pequeño gavetero y había hablado con Clara para conocernos mejor antes de que una monja se apareciera para apagar las luces y dictar el toque de queda .

El sueño no me llega y, quizás movida por un impulso de curiosidad o tal vez por la necesidad de escapar de la tristeza que siento , decido explorar este lugar que ahora se ha convertido a la fuerza en mi hogar.

Con pasos sigilosos, me deslizo por los pasillos oscuros, el parquet antiguo cruje suavemente bajo mis pequeños pies. Las sombras se alargan y juegan a mi alrededor, formando formas extrañas que parecen observarme. El miedo burbujea dentro de mi, no por la escasez de luz , sino por el miedo de ser descubierta , mañana me enteraré de el todo de las normas pero estoy de el todo segura que las escapadas nocturnas no están permitidas .

Mientras avanzo, la tenue luz de las velas ilumina vagamente los tonos oscuros de las paredes y los relieves de las estatuas que me observan con sus ojos vacíos.

De repente siento unos pazos calmados que se aproximan desde otra habitación, sin pensarlo mucho me meto en un angosto pasillo para esconderme de quien sea que esté rondando.

Cuando siento que los pasos se alejan decido salir de mi escondite pero al final del pasillo, una puerta entreabierta emite un brillo cálido y suave que me atrae como un imán.

Sin medir las consecuencias, empujo ligeramente la puerta, y a medida que entro, me quedo deslumbrada. El lugar es verdaderamente hermoso: un pequeño jardín escondido en el interior de la iglesia.

La luz de la luna se filtra a través de las altas ventanas de vidrio, creando destellos que parecen danzar en el suelo cubierto de hojas.

En el centro, hay una pequeña fuente, cuyas aguas cristalinas reflejan la luz con un brillo suave. Flores de colores vibrantes brotan entre la hierba, llenando el aire con un aroma dulce y fresco que contrasta con el mustio aire del orfanato. Me siento como si hubiera encontrado un refugio secreto en medio de la tristeza que me rodea.

Sin embargo, un movimiento capta mi atención. Un chico está de espaldas, con una postura confiada ,disfrutando del tranquilo paisaje. Su cabello oscuro cae en mechones desordenados, y lleva una camiseta que parece muy vieja, cubierta de manchas de barro. A pesar de su aspecto descuidado, hay algo en su postura que grita magnetismo .

Me quedo quieta por un momento, oyendo el suave murmullo del agua y sintiendo una mezcla de curiosidad y cautela. ¿Quién será? Decido dar un paso más, pero justo en ese momento, él se gira lentamente, y sus ojos azules oscuros se encuentran con los míos .

Su belleza es abrumadora: sus ojos son intensos, el tipo de mirada que hace que te sientas como si estuvieras cayendo en un abismo , haciendo contraste con su pálida piel . Pero antes de que pueda articular siquiera una palabra o un pensamiento más, la expresión en su rostro cambia. La sonrisa encantadora que había imaginado se convierte en una mueca de desdén.

—¿Qué mierda haces aquí? — dice con tono cortante y descortés, con una frialdad que hiere, como si no solo estuviera hablándote, sino burlándose de ti.

– Yo ... sólo estaba recorriendo el lugar – logré articular bajo su penetrante mirada , me siento totalmente expuesta .

– ¿Acaso no sabes que no se puede violar el toque de queda pequeña metiche?– preguntó con voz baja , casi susurrante pero que no dejaba de ser amenazadora – ¿ Tendré que enseñarte a no romper las reglas ?– volvió a preguntar mientras se acercaba escaneandome de arriba a bajo mientras elevaba una comisura de sus labios .

Nunca he sido de las que huyen , pero sin pensarlo dos veces, me di la vuelta y me alejé corriendo, sintiendo las carcajadas que quedaban en mi espalda.

Cada paso que daba era un intento  de escapar de la imagen de ese chico que, por un instante, me había hecho sentir viva.

Finalmente, llegué a mi habitación, la puerta se cierra detrás de mi con un golpe sordo. Me apoyo contra ella, tratando de recuperar el aliento. La habitación está sumergida en una penumbra, pero esa oscuridad es reconfortante comparada con la amargura que acaba de asecharme.

Aunque quisiera olvidar ese encuentro, esa chispa de interés que siento por ese arrogante no desaparece.

La noche se hace más profunda, y mientras me enrosco en la cama, siento que las sombras  son ahora aún más pesadas, y me rodean de una forma que la hace parecer un laberinto del que no estoy segura de poder escapar.

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El sonido del campanario resonando en la mañana me despierta, rompiendo el silencio que había acompañado mis sueños. Abrir los ojos me recuerda donde estoy , una realidad que todavía se siente surrealista. Con una mezcla de nervios y determinación, me levanto de la cama; la luz entra por la pequeña ventana, iluminando la habitación austera.

Clara, ya está despierta, peinándose frente a un pequeño espejo. Me recibe con una sonrisa amigable que me da un poco de ánimo. Juntas, nos preparamos para el desayuno, el primer rito del día en este nuevo lugar que todavía me resulta extraño y opresivo.

Mientras bajamos por la escalera de madera, el aroma a pan recién horneado y café viejo se hace más fuerte. Las voces de otros niños y jóvenes llenan el aire, pero las risas se mezclan con susurros y miradas furtivas, lo que me recuerda que aquí no todo es amistad.

Una vez en el comedor, me siento frente a Clara, y juntas comenzamos a comer mientras me explica mi horario de hoy .Sin embargo, en la mesa de al lado, una muchacha  pelirroja con una  expresión burlona me lanza miradas desafiantes . Su presencia es inmediatamente tensa, y no puedo evitar sentir que ha decidido centrar su atención en mi.

—¿Eres la nueva? —pregunta con un tono sarcástico, mientras su grupo de amigas suelta risitas, como si fuera parte de un juego cruel.

Con un poco de valentía, levanto la cabeza.

—Sí, y tu voz chillona no me deja escuchar  las normas —respondo intentando mantenerme calmada ante su interrupción.

—¿Normas? —se burla, acercándose a mi mesa como un depredador que busca su presa. —Escucha, bonita . Aquí las normas son claras: no se permite ser débil, o serás comida de los que sí lo son.

Siento que la tensión en el aire se hace densa. Clara me pasa una mirada de advertencia, indicándome a no seguir el juego. Pero no puedo quedarme callada , ya no .

—No soy débil —protesto con mi  voz más firme de lo que  imaginé. —Estoy aquí para aprender, como todos.

La risa de la muchacha se vuelve más aguda, cortante.

—¿Aprender? Oh, cariño, la vida aquí es más dura de lo que imaginas. Prepárate para ser tratada como un insecto, porque eres solo una más entre todos nosotros.

Su voz es arrogante y cruel, y aunque intento ignorarla, sus palabras me golpean como un ladrillo. Una ola de indignación y frustración se eleva dentro de mi, y siento que si no hago algo, ella seguirá molestándome. Sin pensar demasiado, decido dar un paso al frente.

—Tal vez tú no seas tan importante como crees —digo de inmediato sorprendida por mi propia audacia. —Pero yo no voy a dejar que alguien me menosprecie.

El comedor se queda en silencio, y puedo sentir todas las miradas sobre mi, una mezcla de sorpresa y expectativa. La muchacha se detiene por un momento, y su expresión se torna de burla a furia.

—Te he advertido, nueva —susurra, dándome la espalda antes de volver a unirse a su grupo, que murmura y lanza miradas furtivas.

Mientras su risa se aleja, Clara me mira con una mezcla de admiración y preocupación. Aunque el momento fue tenso, siento que he marcado mi territorio, al menos por ahora. Se que no será fácil enfrentarme a lo que viene, pero tengo que mantenerte firme , no salí de un infierno para meterme en otro.

El resto del desayuno transcurre entre miradas y murmullos. Recuerdo que aquí, en este extraño lugar, establecer tu propio camino y defenderte es tan importante como aprender las normas que te rodean.

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