Prólogo. Todo tiene su final.

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Empiezo esta aventura sin saber adonde me llevará. Espero que tú, atrevida lectora (o lector), me acompañes. 

Gracias a quien lo lea. Gracias a mis musas.



Prólogo.

Todo tiene su final.

Cinco días. Cinco días habían pasado desde que Fina decidió que no iba a seguir por ese camino. Que no podía conformarse con ser simplemente el desahogo de Marta. Cinco días en los que el desasosiego y el malestar se habían esfumado, dejando una extraña tranquilidad en su vida. Sin embargo, también habían traído otras sensaciones: el vacío, la rabia y sobretodo... sobretodo el saber que nunca más iba a volver a sentir los cálidos labios de Marta sobre los suyos, ni sus suaves manos en su piel.

Su relación, llena de luz al principio, se había ido diluyendo poco a poco con el paso de las semanas. El trabajo de Marta, su nueva posición en la empresa, la amenaza constante de su marido... habían relegado a Fina a poco más que una vía de escape cuando Marta sentía que no podía más. O al menos eso era lo que Fina había percibido. Ya llevaba días pensándolo... y es cierto eso que dicen, que cuando una mujer rompe una relación no lo hace de golpe y porrazo, sino que se trata de una decisión meditada. Fina se lo dijo cuando fue a buscar a Marta a su despacho...

- Por fin te veo... he tenido una tarde de locos, había una incidencia con un pedido y no había forma de calmar al distribuidor... - Marta se acercó a ella y la besó.

Fina recibió el beso y luego bajó la cabeza. Vio como Marta se daba la vuelta y se quedaba de espaldas a ella.

- Ya...

- ¿Salimos a cenar? - preguntó Marta mientras recogía su escritorio.

- ... No Marta, yo... yo tengo algo que decirte...

- Dime.

El silencio durante los siguientes segundos se hizo evidente y Marta se volvió a mirarla. Fina seguía con la cabeza baja.

- ¿QuÉ pasa?

- Marta esto no funciona, yo... - Fina suspiró, tomó aire y la miró. - no puedo seguir con esto.

- ¿No puedes seguir con qué?

- Con esto Marta, con lo nuestro, con nosotras...

- ¿Pero de qué hablas? - la interrumpió Marta.

- Con esta relación Marta... el tiempo que me dedicas, las pocas veces que nos vemos fuera de esta oficina, las otras veces que tienes que salir corriendo por tu trabajo... Marta, no puedo ni disfrutarte un fin de semana seguido...

- Cariño... - Marta se acercó a ella pero Fina levantó una mano en señal que la dejara.

- Marta... Dios sabe que te quiero.. pero te necesito más de lo que me das ahora... siento que solo me dedicas el tiempo que te sobra y te juro que he tratado de entenderte, de excusarte.. pero ya no puedo más... no puedo ser solo la mujer con la sales el viernes, te la llevas a cenar, te acuestas con ella y el sábado le saltas con que te tienes que ir...

- Fina... - Marta trató de acercarse a ella pero Fina se lo volvió a impedir. - Fina, sabes que el nuevo puesto me está quitando tiempo, horas de sueño y espacio en mi vida... estoy tratando de hacer las cosas lo mejor que puedo, de verdad...pero necesito tiempo para encajarlo todo.

Fina la miraba con ojos llorosos. Quería creerla, de verdad que quería.

- Amor... - susurró Marta.

- Marta... si yo quiero creerte, pero ¿qué va a pasar con tu marido? Eso tampoco lo hablas, lo estás posponiendo y yo mientras tengo que pensar que cada vez que viene no te acuestas con él..

- Fina sabes que eso no lo hago... - Marta sintió su voz temblar.

- Ya... pero es que ya no puedo creerte.

Marta bajó la mirada, incapaz de sostenérsela.

Fina se acercó a ella y la tomó de las manos.

- No te culpo Marta... yo sabía lo que había cuando me enamoré de ti.. sabía que estabas casada... sabía que todo era muy nuevo para ti... incluso sabía que lo nuestro no iba a funcionar. Aún así, me dejé llevar y aposté por nosotras... pero no puedo más Marta. Y prefiero que esto se acabe aquí y ahora, y que nos recordemos con una sonrisa, a seguir juntas reprochándote cosas que no puedes cambiar.

Marta no dijo nada y mantuvo los ojos fijos en sus manos. Fina la vio tragar saliva.

-Ha sido precioso Marta... - la tomó de la barbilla con una mano para que la mirara.

- Fina... - Marta era incapaz de hablar.


Fina acercó sus manos entrelazadas a su boca, las besó y susurro un "adiós". A continuación dio media vuelta y salió del despacho, dejando a Marta en shock, con los ojos llorosos y sintiendo como su mundo se venía abajo.

LA SECRETARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora