Capítulo 2

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Capítulo 2.

Empezando.


Faltaban unos minutos aún para las ocho cuando Fina ya recogía su acreditación en recepción. Subió hasta la segunda planta y se encontró a Marta nada más salir del ascensor. El encontronazo fue inevitable y sus cuerpos chocaron.

- ¡Marta! ¡Qué susto!

- Lo siento, iba a bajar a buscarte por si no habías podido recoger la acreditación- contestó Marta riendo.

- No, no hace falta... - Fina bajó la vista, tener a Marta tan cerca la había puesto nerviosa.

Marta observó el gesto durante unos instantes.

- ¿Todo bien? - Marta se separó un poco de ella.

- Sí, todo bien.

- Genial, pues si me acompañas... - y otra vez Marta le hizo paso, como el día anterior, para que entrara a su despacho.

- Gracias... - susurró Fina.

Cuando Fina pasó al lado de Marta, su perfume la rodeó... Marta cerró los ojos imperceptiblemente, apenas un microsegundo, respirando ese olor que por segunda vez en menos de veinticuatro horas tenía el placer de sentir.

Una vez en el despacho, se pusieron manos a la obra y en cuestión de una hora Marta le había explicado a Fina algunas directrices de su puesto de trabajo para empezar a ser autónoma cuanto antes. Fina resultó ser una persona atenta, seria y muy resuelta, pero sobretodo Marta pudo comprobar que esa niña a la que tanto admiró de pequeña se había convertido en una mujer con unas capacidades extraordinarias para su trabajo. Por su parte, Fina disfrutó de la forma en la que Marta hablaba de su día a día y se percató que amaba su trabajo por encima de todas las cosas. Nada quedaba de aquella joven seria y estirada... ahora Marta era una mujer risueña, bromista... y tremendamente sexy.


El día pasó rápido, y antes de que se dieran cuenta, ya era la hora de irse. Jesús no estaba en la oficina ese día, por lo que Marta le había ido contando cosas para que al día siguiente su primer contacto con él fuera un poco más fácil. Se encontraba recogiendo su mesa cuando vio como se acercaba.

- ¿Ya te vas?

- Sí... he quedado con mi amiga Carmen para hacer unas compras... - contestó, mientras cerraba su bolso. - A no ser que necesites algo - la miró a los ojos.

- No, tranquila, puedes irte - contestó Marta, devolviéndole la mirada.

Se mantuvieron así unos segundos, solo mirándose, como calibrando qué podían decir de más para alargar la conversación.

Fina no era tonta. Sabía de sobra que Marta estaba casada, pero también sabía cuando una mujer la miraba de la forma en la que Marta la miraba. La había visto de reojo observarla cuando salía de su despacho y volvía a entrar. Había sentido la fuerza de sus ojos azules repasarla de arriba a abajo cuando Fina se levantó de su silla varias veces a buscar algo. No quería jugar con fuego, pero Marta no se lo estaba poniendo nada fácil.

- Pues... si no quieres nada más... me voy - Fina susurró esto último sin quitarle los ojos de encima. Vio a Marta tragar saliva y sonrió. - Hasta mañana... doña Marta.

Fina se dio la vuelta y Marta negó con la cabeza, sonriendo. "No tienes remedio, morena", pensó Marta.


Ya abajo, Fina trató de calmar su acelerado corazón. Se dio cuenta de que los últimos minutos con ella habían sido descaradamente coquetos y aunque eso en un primer instante podría haber sido divertido, ahora ya no lo veía igual. Marta estaba casada, era hetero, su jefa, la dueña de la empresa... pero detrás de todo eso, seguía habiendo algo que la atraía irremediablemente.

LA SECRETARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora