Capítulo 2

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- Y ahora tengo este sobre y no sé que hacer- explico desesperada.

He llamado a Ámber desde primera hora de la mañana para explicarle lo sucedido. A diferencia de mí, ella entiende bastante rápido las actitudes de las personas y nunca ha fallado con las cosas que dice.

-¿Por qué no lo lees?

Miro el sobre. Está tan bien envuelto que me da pena abrirlo. Hago el amago de desenvolverlo pero inmediatamente me niego.

-No puedo- digo- siento que la estoy traicionando. No le puedo hacer eso.

Ámber sonríe.

-Entonces habrá que esperar a que llegue la persona adecuada y puedas entregárselo.

Otra vez lo mismo. No creo que esa "persona adecuada " exista. Al menos, no para mí.

-No sé quién podría ser-digo agobiada- y tampoco puedo dárselo a alguien cualquiera.

Ámber señala el reloj de detrás de mí cabeza.

-¿Qué pasa con eso? - miro el reloj desde la pantalla.

-Si ella te dió ese sobre es porque sabe algo que el tiempo aún no te ha mostrado. Ten paciencia.

Eso es imposible. ¿Cómo sabe Astrid que yo conoceré a la persona a la que tendré que darle ese sobre?

-¿Y si no lo conozco? Y si...

Ámber me interrumpe hablando.

-No hagas más preguntas que ya llegará ese momento.

-Vale.

Tras 10 minutos hablando, Ámber prosigue mostrándome su nueva idea. Ella es escritora y está terminando un libro inspirado en un romance italiano.

-¿Te gusta la idea? - pregunta ilusionada.

Estoy orgullosa de ella. Ámber lleva años escribiendo todo tipos de libros, novelas, romances, poesias... y nunca se habia atrevido a publicar una. Ahora que lo ha hecho,he leído su libro desde el principio y es estupendo. Ella es de esas personas que merecen que le pasen solamente cosas buenas.

Ella tiene todo aquello que alguien podría querer. Es inteligente, guapa, simpática...

-Pues claro- digo feliz- es una gran idea y estoy segura que saldrá genial.

Amber sonríe mostrándome su ordenador.

-Creo que el deber de escribir me está llamando- dice apenada- te llamo luego.

-¡Chao!- me despido y cuelgo.

Paso lo que queda de día pensando en Astrid. Jamás me había encontrado con una persona que me diera la misión de encontrar a alguien, y mucho menos que supiera que yo podría reconocerlo.

No me gustaría decepcionarla pero yo no soy el tipo de persona que sabe quien es la persona correcta, ni tampoco aquella a la que podrían amar.

No sé quien será capaz de amarme, cuando ni siquiera yo sé como hacerlo.

-Atenea- Siena entra sin avisar. Empuja la puerta con fuerza ocasionando un crujido.- El entrenador te está buscando.

-¿A mí? - mi voz suena preocupada y dirijo toda mi atención a lo que me va a decir.

Ayer no estaba con muchos ánimos y no quise hablar con el. Debe de ser algo importante como para que mande a alguien en mi busca.

-Sí- asiente- creo que es por lo de ayer, pero no estoy segura.

Asiento caminando hacia la puerta.

-¿Vas a ir así?-me señala Siena entre risas.

Me miró buscando algún fallo. Es el único pijama que he traído y no puedo cambiarlo.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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