- Y ahora tengo este sobre y no sé que hacer- explico desesperada.
He llamado a Ámber desde primera hora de la mañana para explicarle lo sucedido. A diferencia de mí, ella entiende bastante rápido las actitudes de las personas y nunca ha fallado con las cosas que dice.
-¿Por qué no lo lees?
Miro el sobre. Está tan bien envuelto que me da pena abrirlo. Hago el amago de desenvolverlo pero inmediatamente me niego.
-No puedo- digo- siento que la estoy traicionando. No le puedo hacer eso.
Ámber sonríe.
-Entonces habrá que esperar a que llegue la persona adecuada y puedas entregárselo.
Otra vez lo mismo. No creo que esa "persona adecuada " exista. Al menos, no para mí.
-No sé quién podría ser-digo agobiada- y tampoco puedo dárselo a alguien cualquiera.
Ámber señala el reloj de detrás de mí cabeza.
-¿Qué pasa con eso? - miro el reloj desde la pantalla.
-Si ella te dió ese sobre es porque sabe algo que el tiempo aún no te ha mostrado. Ten paciencia.
Eso es imposible. ¿Cómo sabe Astrid que yo conoceré a la persona a la que tendré que darle ese sobre?
-¿Y si no lo conozco? Y si...
Ámber me interrumpe hablando.
-No hagas más preguntas que ya llegará ese momento.
-Vale.
Tras 10 minutos hablando, Ámber prosigue mostrándome su nueva idea. Ella es escritora y está terminando un libro inspirado en un romance italiano.
-¿Te gusta la idea? - pregunta ilusionada.
Estoy orgullosa de ella. Ámber lleva años escribiendo todo tipos de libros, novelas, romances, poesias... y nunca se habia atrevido a publicar una. Ahora que lo ha hecho,he leído su libro desde el principio y es estupendo. Ella es de esas personas que merecen que le pasen solamente cosas buenas.
Ella tiene todo aquello que alguien podría querer. Es inteligente, guapa, simpática...
-Pues claro- digo feliz- es una gran idea y estoy segura que saldrá genial.
Amber sonríe mostrándome su ordenador.
-Creo que el deber de escribir me está llamando- dice apenada- te llamo luego.
-¡Chao!- me despido y cuelgo.
Paso lo que queda de día pensando en Astrid. Jamás me había encontrado con una persona que me diera la misión de encontrar a alguien, y mucho menos que supiera que yo podría reconocerlo.
No me gustaría decepcionarla pero yo no soy el tipo de persona que sabe quien es la persona correcta, ni tampoco aquella a la que podrían amar.
No sé quien será capaz de amarme, cuando ni siquiera yo sé como hacerlo.
-Atenea- Siena entra sin avisar. Empuja la puerta con fuerza ocasionando un crujido.- El entrenador te está buscando.
-¿A mí? - mi voz suena preocupada y dirijo toda mi atención a lo que me va a decir.
Ayer no estaba con muchos ánimos y no quise hablar con el. Debe de ser algo importante como para que mande a alguien en mi busca.
-Sí- asiente- creo que es por lo de ayer, pero no estoy segura.
Asiento caminando hacia la puerta.
-¿Vas a ir así?-me señala Siena entre risas.
Me miró buscando algún fallo. Es el único pijama que he traído y no puedo cambiarlo.
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Al final solo somos uno
JugendliteraturElla estaba convencida de que el amor era algo que nunca encontraría y el estaba convencido de que no abandonaría ese sentimiento. Dos polos opuestos con una misma misión: ser los mejores en su deporte. Atenea lo tenía todo planeado... pero alguien...