La madera cruje bajo nuestros pies, el olor ha cerrado inunda mi cuerpo y la puerta chirría al abrirse completamente. Que bonita bienvenida.
Me acerco al interruptor a encender la luz. No funciona.
Nunca me ha gustado el País Vasco. Lo odio. He venido aquí más de cinco veces y en todas ellas me ha pasado algo. Caí y me hice heridas, perdí mi maleta, me puse mala...
Todas las desgracias que puedas imaginar solo suceden aquí. Y para mí bonita suerte, la afectada soy yo.
-Piensa que solo son cinco días.
Siena posa un brazo sobre mí intentando animarme al ver mi cara de asco. No pienso quedarme en esta cabaña.
-Voy a pedir que nos cambien- asevero.
Dejo las maletas en la entrada y camino decidida hasta la recepción. Siena sigue mis pasos.
Mis padres no han pagado tanto dinero como para que me reciban en un lugar donde ni siquiera la luz funciona.
-¿Pasa algo?- pregunta la recepcionista.
Mastica chicle descaradamente y sus facciones no son las más agradables. Tiene un gran lunar junto al labio y cuando levanta la mirada frunce el ceño poniendo la peor de sus caras.
-Hola- saludo con educación. Algo que le falta a ella.- ¿Podríamos pedir un cambio de habitación?
Deja de masticar el chicle. Teclea rápidamente sobre su ordenador y vuelve a fijar su vista en mí. Siena se esconde detrás mía.
-No- dice para volver a sus cosas.
-¿Por qué? - Siena sale de su escondite y se posiciona delante de mí con los brazos cruzados.
-Niña,¿Qué parte no entiendes?-contesta grotesca- te he dicho que no, y un no es un no.
Vuelve a sus asuntos y Siena se gira cansada.
-No voy a quedarme en ese lugar- grita para que la escuchen.
La recepcionista no nos hace ni caso, para ella hemos desaparecido.
-Será mejor que hablemos con el entrenador- aseguro convencida -Él es mayor que nosotras y sabrá lo que hacer.
Supongo que le hará mucho más caso que a unas niñas de 16 años.
-Ya podría haber sido un poco más educada- me quejo- ni siquiera me saludó cuando me vió y ni explicarme pude. Quizá si me hubiera dejado hablar ya tendríamos otra habitación.
-No creo que nos hubiera hecho caso de todas formas.
-Pues no.
Me giro para ojear a Siena. Ella es pálida de piel y llevamos 5 minutos al sol y ya está roja.
-Deberías de ponerte crema- le recomiendo tocándole la cara. Está ardiendo.
-Se me acabó- dice.
Está fatal, vamos a estar cinco días bajo el sol y como no se ponga nada va a sufrir una insolación. Podría prestarle un poco pero yo tampoco tengo demasiada. Espero que mañana nos dejen salir al mercado para comprar alguna.
-Yo puedo dejarte- aseguro- pero solo un poco.
Siena sonríe de lado.
-Gracias Ate.
Justo cuando pensamos que estamos perdidas, una cabaña se encuentra al final del todo.Corremos un poco para llegar antes y nuestro entrenador está dentro colocando sus pertenencias.
ESTÁS LEYENDO
Al final solo somos uno
Ficção AdolescenteElla estaba convencida de que el amor era algo que nunca encontraría y el estaba convencido de que no abandonaría ese sentimiento. Dos polos opuestos con una misma misión: ser los mejores en su deporte. Atenea lo tenía todo planeado... pero alguien...