C'3

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Me miro en el espejo, repasando con la plancha mi cabello por última vez. La habitación es un verdadero desastre; hay maquillaje y disfraces esparcidos por todos lados. Pero a Dalia parece encantarle el caos, dice que "es parte de la experiencia" mientras se ajusta las orejas de gata que lleva puestas. Yo, en cambio, intento concentrarme en mi disfraz de bruja. El vestido negro me queda bien y el maquillaje oscuro resalta mis ojos, pero no deja de ser un poco cliché. Supongo que una noche al año no hace daño ser predecible.

—Entonces, ¿qué hay de Redphoenix? —me pregunta Dalia, retocándose los labios con su labial rojo favorito—. ¿Cuál es su disfraz en la vida real? Porque, según tú, ya es un villano de nacimiento.

Me río por lo bajo, pero no puedo evitar que la pregunta me deje un sabor amargo. La verdad es que el hecho de saber que Mateo es Redphoenix me ha estado carcomiendo los nervios desde que lo descubrí. Discutimos tanto en ese foro, intercambiando palabras afiladas y respuestas sarcásticas, sin saber que éramos compañeros de escuela. Lo peor es que ahora que sé quién es, me resulta casi imposible verlo sin que mi sangre hierva.

—En la vida real, Mateo es… bueno, lo que te imaginas —le respondo, soltando un suspiro—. Alto, cuerpo trabajado, ojos azules. Básicamente, el tipo de chico que todas las chicas miran cuando pasa. Y luego está el detalle de su cabello blanco. ¿Quién se tiñe el cabello de blanco a los dieciocho?

Dalia ríe y sacude la cabeza. —Definitivamente suena como el tipo al que le encanta llamar la atención. ¿Seguro que no te gusta ni un poquito?

—Por favor, Dalia —respondo, negando con la cabeza—. Es Mateo. Es arrogante, insoportable y además es Redphoenix. Créeme, no hay nada que me guste de él.

Terminamos de arreglarnos y salimos rumbo a la fiesta de Halloween, que se celebra en la casa de uno de los chicos del último año. La música retumba desde la calle, y la luz de las linternas de calabaza parpadea a lo largo del jardín, creando un ambiente espeluznante que parece salido de una película de terror. Hay telarañas falsas colgando por todas partes, esqueletos de plástico que cuelgan de los árboles y niebla artificial que envuelve el camino hacia la entrada.

Entramos y la casa está llena de disfraces de todo tipo: vampiros, superhéroes, zombies y criaturas que no logro identificar. El ambiente es animado, y aunque normalmente no soy de las que disfrutan las fiestas abarrotadas, esta noche estoy dispuesta a hacer una excepción. Me abro paso por la sala principal, esquivando a un chico disfrazado de Frankenstein que intenta bailar de forma poco coordinada. La verdad es que no esperaba encontrarme con nadie en particular. Solo quería disfrutar la noche y dejarme llevar por la música.

Pero entonces, lo veo.

Está al otro lado de la habitación, su cabello blanco resaltando incluso en la penumbra de la sala. Lleva un disfraz de vampiro, con una capa negra que roza el suelo y una camisa ajustada que deja entrever su figura atlética. Su presencia es imposible de ignorar, como si las luces y la música conspiraran para resaltar cada uno de sus movimientos. Mi primer instinto es girar y alejarme, pero estoy tan sorprendida de verlo aquí que no puedo evitar quedarme clavada en el sitio. ¿Qué hace Mateo en esta fiesta? ¿Y por qué, de todas las personas, tenía que ser él a quien me topara esta noche?

Dalia sigue mi mirada y sus labios se curvan en una sonrisa traviesa. —Oh, Dios, es él, ¿verdad? El chico del que me estabas hablando. No me digas que esto es una coincidencia.

—Por supuesto que lo es —respondo con un murmullo tenso—. No tenía idea de que estaría aquí.

—Pues parece que el destino tiene otros planes —dice ella, y antes de que pueda detenerla, se aleja en dirección opuesta, dejándome sola justo en el momento en que Mateo me mira.

Nuestros ojos se encuentran, y siento una oleada de calor subir por mi cuello hasta mis mejillas. Por un segundo, parece sorprendido, pero luego esa expresión da paso a una sonrisa lenta y arrogante que me irrita más de lo que me gustaría admitir. Avanza hacia mí con una calma que parece ensayada, abriéndose paso entre la multitud como si todo fuera parte de un espectáculo en el que él es la estrella principal.

—No esperaba encontrarte aquí, brujita —dice, con un tono que es a la vez burlón y seductor.

—Y yo no esperaba verte disfrazado de lo que realmente eres —replico, cruzando los brazos sobre mi pecho—. Un vampiro sediento de atención.

—Touché —responde, soltando una carcajada que me desarma por un instante. Hay algo en su risa que parece genuino, no la típica arrogancia que siempre lleva a cuestas—. ¿Qué haces aquí sola? No me digas que el plan era venir a esparcir tu magia oscura sin compañía.

—¿Y a ti qué te importa? —le digo, alzando una ceja—. Además, no vine sola. Mi amiga está por ahí... en algún lugar.

—Bueno, en ese caso, déjame acompañarte. Esta fiesta es demasiado aburrida sin alguien con quien discutir.

—¿Qué te hace pensar que quiero discutir contigo, Mateo?

—Oh, vamos —dice, inclinándose un poco hacia mí, lo suficiente para que su voz sea un susurro en medio del ruido—. Sabes que es más divertido cuando nos peleamos.

Siento cómo mi corazón late con fuerza. No estoy segura si es por la cercanía o por la forma en que sus ojos parecen leer cada uno de mis pensamientos. Intento mantener la compostura, aunque una parte de mí sabe que esto es un juego peligroso, uno del que tal vez no salga ilesa. Aún así, una chispa de curiosidad se enciende dentro de mí. Tal vez esta noche no sea solo una casualidad, sino una oportunidad para ver hasta dónde nos puede llevar esta rivalidad.

—Está bien, pero no te creas que voy a ser amable solo porque es Halloween —le digo, con una sonrisa desafiante.

—No esperaba menos de ti, brujita —responde, y me tiende su mano con un gesto exagerado, como si fuera parte de una obra teatral—. ¿Bailamos?

Lo miro por un momento, dudando. Luego, acepto su mano. La música sigue resonando en la casa y, aunque no lo admita, hay algo en el peligro de esta noche que hace que me sienta más viva de lo que me he sentido en mucho tiempo.

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⏰ Última actualización: Oct 14 ⏰

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