Viktor llegó por la mañana con los materiales necesarios para comenzar a trabajar en el suero. Jinx amaba crear e improvisar, la mayoría de sus inventos estaban destinados a hacer daño a sus enemigos, incluso a ella misma. No le importaba cometer errores, pero esta vez era diferente. La vida de su padre dependía del éxito del suero, y no podía permitirse un fallo.
- Bueno, ¿empezamos? –preguntó Viktor con una media sonrisa, ajustándose sus gafas, similares a las de Jinx.
- Esta bien – respondió ella, colocándose sus propias gafas con una sonrisa pícara.
Ambos chicos pasaron el resto del día en el laboratorio de Singed. Intentaron crear prototipos del suero, probándolos en ratas, pero la mayoría no funcionaban. A pesar de las dificultades, no se dieron por vencidos.
Al caer la noche, Sevika le encomendó a Jinx una tarea: recuperar el brillo que aún circulaba en las calles. A Jinx no le gustaba recibir órdenes, pero lo hacía por el bien del suero y para evitar que siguiera arruinando vidas.
"Ahora te crees una buena persona", susurró la voz de Milo, recordándole su pasado. La voz había regresado después de la fiesta de té. Jinx estaba feliz de haber tenido un poco de paz, pero las voces habían vuelto.
"Qué lindo te preocupas por desconocidos, y mataste a tu propia familia", continuó la voz.
Jinx evitó responder, consciente de que podría perder el control. Se dirigió al callejón donde se encontraban sus objetivos, dos hombres y una mujer. Con un lanzamiento de humo, los sorprendió, pero ellos respondieron al ataque. Jinx, más rápida gracias al suero, los neutralizó uno por uno. Una bala rozó su brazo, dejando una herida que comenzaba a sangrar.
- Oye, maldita idiota, ahora tendré una horrible cicatriz – gritó uno de los objetivos antes de que Jinx lo silenciara de un disparo.
Tomó el suero y el dinero que habían recolectado, guardó su arma y se retiró del callejón. Sin embargo, alguien la seguía.
"Alguien te está siguiendo...", susurró la voz de Claggor, alertándola.
Jinx cambió de dirección, evitando que encontraran el laboratorio y a Silco. No podía permitir que le hicieran daño en ese estado tan vulnerable. Terminó en el antiguo taller de Benzo, donde su perseguidor también la alcanzó.
- Ahg, ya deja de seguirme –exclamó Jinx, cansada y herida. No quería pelear.
- Qué raro, siempre quieres matarme. ¿Qué cambio ahora? –preguntó Ekko, mirándola.
- Estoy cansada, herida y no quiero pelear - respondió Jinx.
A pesar de su cansancio, Jinx mantuvo su arma sin seguro. Uno nunca sabe qué puede hacer un enemigo.
- Pensé que habías muerto en el puente – comentó Ekko con tristeza.
- No, la mala hierba nunca muere. Aunque también te daba por muerto –respondió Jinx con una sonrisa irónica.
- ¿Por qué sacaste el seguro de la granada? Si sabía que también pudiste ver muerto –preguntó Ekko.
- Porque eso... era lo que quería –respondió Jinx, sorprendiendo a Ekko.
Un silencio incómodo se instaló entre ellos. Ekko buscaba a su antigua amiga en los ojos de Jinx, y ella se perdió en los marrones de él. La mirada de Ekko se posó en la herida de Jinx, aún sangrante.
- Se curará... –Jinx tomó una grapadora del taller y se la aplicó a la herida, soltando algunos quejidos.
- ¡Jinx! Estás loca, eso puede generar una infección –Ekko la tomó del brazo.
Sacó una pequeña botella de vidrio, la abrió con los dientes y echó el contenido en la herida de Jinx, quien soltó un quejido por el ardor.
- No es la primera vez que lo hago. No tienes por qué preocuparte por mí, hombrecito.
Ekko se preocupó por el estado físico de Jinx. Parecía que no dormía ni comía, estaba más delgada y cansada. Sin pensarlo dos veces, la arrastró hasta su antigua habitación, donde aún tenía su vieja cama.
- Tienes que dormir y comer algo –dijo Ekko, viendo la cara de sorpresa de Jinx.
- Niño Salvador, no necesito que me cuides –Jinx intentó irse, pero la mano de Ekko la detuvo.
- Solo por esta noche, deja que te cuide. Aunque sea por los viejos tiempos...
Jinx se dejó llevar. Estaba realmente cansada. Ekko la acompañó hasta la cama, donde ella se tumbó. Él se sentó a su lado.
- Puedes acostarte, no muerdo –dijo Jinx con una risita.
Ekko dudó un poco, pero finalmente se acostó en la cama con Jinx. El silencio regresó, pero esta vez no era incómodo, sino reconfortante. Ambos se quedaron dormidos en pocos segundos.
En la madrugada, Jinx se despertó por una pesadilla. Había matado a Silco y a Vi, todo era un mar de sangre en sus manos. Todo había sido su culpa. Ekko se despertó al ver a Jinx temblando y con lágrimas en los ojos. Se veía tan frágil.
- E-es mi culpa, y-yo los maldije... yo los maté... Es mi culpa, yo maté a mi hermana y al único que me amaba...
- Jinx... solo fue una pesadilla. Vi está bien, está a salvo con la vigilante –la voz de Ekko la sacó de sus pensamientos.
- Ella me contó lo que pasó, y que te fuiste con Silco... de nuevo. ¿Por qué sigues con él? Él solo te está usando –dijo Ekko con enojo.
- No es de tu incumbencia –Jinx se levantó de la cama enojada.
- ¿Por qué lo elegiste a él? ¿Por qué no fuiste con Vi? Es tu hermana, ella nunca te haría daño– Ekko también se levantó.
- Ella me abandonó, Ekko, y cuando regresó lo hizo con una vigilante para arrestarme –gritó Jinx.
- ¿Y por qué no me elegiste a mí? Te hubieras quedado conmigo después del accidente... ¿Por qué no me buscaste? –preguntó Ekko con el mismo tono de voz.
- ¿Piensas que no lo hice? Vine a este maldito lugar todos los días esperando que tú vinieras. Me quedaba dormida esperándote, y el único que venía era Silco a buscarme cuando me quedaba dormida de tanto llorar –gritó Jinx furiosa.
- Esperaba que vinieras y nos fuéramos juntos, lejos de Silco, lejos de Zaun, lejos de todo. Pero me cansé de esperar –volvió a gritar Jinx.
Ekko se quedó en blanco. Todo este tiempo había creído que Powder no lo había buscado. Cuando se enteró de que había estado con Silco, le dijo que se alejara de él, que solo la estaba usando. Ella se negó en varias ocasiones, lo que terminó en peleas, porque estaba dolida o enojada porque él nunca había vuelto al taller de Benzo cuando era niño. Solo porque no tenía la valentía para hacerlo.
- Yo no sabía, lo siento mucho Powder…perdón Jinx
Ekko no pudo seguir hablando porque Jinx había salido corriendo. A pesar de que intentó seguirla, ella ahora era mucho más rápida y simplemente la perdió de vista. Tuvo que volver al refugio con un millón de preguntas en la cabeza.
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ʟᴀ ꜱᴏᴍʙʀᴀ ᴅᴇ ᴢᴀᴜɴ
Fanficʟᴀ ꜱᴏᴍʙʀᴀ ᴅᴇ ᴢᴀᴜɴ ᴇʀᴀ ᴇʟʟᴀ, ᴘᴇʀᴏ ᴛᴀᴍʙɪÉɴ ᴇʀᴀ ꜱᴜ ꜱᴀʟᴠᴀᴄɪÓɴ. Cuando preparó la cena para su hermana, su novia y Silco, disparó varias veces contra él con una de sus armas. Sin embargo, algo en su cabeza se interpuso, impidiéndole acabar con la vida de...