Steal the Show♡

5. Macao

Porchay puede escuchar su corazón martilleando su pecho. Fueron cerca de 20 minutos de camino silencioso antes de que Leng se detuviera en un lado de la carretera para ponerle una venda sobre los ojos.

En cualquier otro momento se reiría de lo cliché que eso era, pero ahora sólo puede enlazar y desenlazar sus dedos, en un intento vano de mantenerse ocupado en algo. El chico agradece que el guardaespaldas se compadezca un poco de él y encienda la radio el resto del viaje.

Cuando el vehículo finalmente se detiene, Porchay no hace amago de sacarse la venda, honestamente no sabe si puede hacerlo. Espera impacientemente en su asiento y al fin siente las manos callosas de Leng ayudándolo a bajar y guiándolo en lo que parece una línea recta.

El pañuelo se desliza de su cabeza en un movimiento limpio y Porchay está tentado a girarse, pero una mano fuerte lo mantiene en su sitio. La curiosidad de saber si creen que podría reconocer algo del sitio, o si simplemente hay algo que no debe ver le pican, pero sabe que ya está en suficientes problemas para meterse en más por curioso.

- Debo ir a recoger a alguien más. Khun Kim no debe tardar, así que quédate aquí.

Leng le da un apretón en el hombro y desparece por la puerta que acaban de atravesar antes de que si quiera pueda pensar en decir algo.

Con cuidado y casi sin hacer ruido, Porchay avanza un par de pasos, admirando el elegante recibidor en el que está. ¿Será esta la casa de Kim? Parece algo que a él le gustaría. Las ventanas están abiertas de par en par, pero él decide mantenerse alejado, y en su lugar, se acerca al pasillo que parece llevar a otra parte de la casa.

El chico ha estado apenas 5 minutos curioseando las decoraciones que hay sobre una elegante mesa de mármol cuando un disparo se escucha unos metros más lejos. Porchay se congela, inseguro sobre qué hacer.

Sus manos temblorosas están devolviendo la pequeña estatua de un gato que había tomado, mientras su asustado cerebro trata de concentrarlo en eso, y no en los gritos de dolor que se acercan con rapidez, aunque se vuelven un poco difíciles de ignorar cuando un hombre con el rostro destrozado sale de una puerta y se arrastra hacia él.

Porchay retrocede por pura inercia, su miedo disparándose como nunca en su vida. Quiere apartar la mirada, pero al mismo tiempo, no puede. Ahora que ha puesto más atención, puede ver que a pesar de la sangre que le cae a chorros, es distinguible que uno de sus ojos se ha salido de su cuenca, y que su quijada bailotea mientras el hombre intenta desesperadamente articular algo. El disparo de antes definitivamente fue a él, si el camino de sangre que hay a su espalda es un indicador.

Porchay nunca ha visto tanta sangre en su vida. Siente que es parte de esa película sangrienta que miró con Kim la primera vez que estuvo en su departamento, y que en cualquier momento va a salir el maldito payaso.

El hombre alcanza su zapato con los dedos al mismo tiempo que un nuevo disparo retumba por la habitación. El sonido atronador lo hace cerrar los ojos inmediatamente, por lo que es incapaz de ver en seguida a quién lo ha levantado del suelo y lo está sacudiendo un poco.

La cara que está frente a él es extrañamente conocida, aunque no puede decir de dónde.

El chico está haciendo gestos como si tomara una bocanada de aire, y Porchay no lo entiende. No entiende por qué le zumban los oídos, porque la vista se le está nublando y porqué le arde el pecho hasta que abre la boca para preguntarle al extraño qué sucede.

Debió dejar de respirar desde que el hombre ensangrentado apareció. El aire que entra a sus pulmones es doloroso y refrescante al mismo tiempo. Lo golpea tan duro que se sostiene de los hombros del chico, y él le pone una mano en la cintura para sostenerlo. Usa su otra mano para cubrirle los ojos y se gira para darle órdenes a quien sea que está parado detrás.