—Sí, creo que me vendría bien —respondió Aliyah con una sonrisa, sintiendo un pequeño destello de emoción al pensar en unirse an Emma y las otras chicas.—Genial, ¡vamos entonces! —dijo Emma, y juntas se dirigieron hacia la biblioteca.
Mientras caminaban, Aliyah se dio cuenta de que el ambiente en el colegio era más cálido de lo que había imaginado. Aunque no estaba lista para hacer grandes amistades, el apoyo de Emma y el resto de las chicas le brindaba un respiro.
Cuando llegaron a la biblioteca, un lugar amplio y luminoso, con estanterías llenas de libros, Emma la llevó a una mesa donde ya estaban sentadas Sofía y Lisa. Había un aire de estudio y amistad en el ambiente.
—¡Aliyah, qué bien que viniste! —saludó Sofía mientras revisaba unos apuntes de economía—. Vamos a ponernos en marcha.
Aliyah se acomodó en la silla, y las chicas comenzaron a repasar los conceptos de la última clase de economía. Aunque la mayoría de las explicaciones eran en holandés, Emma se aseguraba de traducir algunas partes para que Aliyah pudiera seguir el ritmo.
—Recuerda que la economía trata sobre cómo la gente toma decisiones —explicó Emma—. Es como un juego de estrategia, pero en la vida real.
Aliyah asintió, interesada. Había aprendido sobre economía en su antigua escuela, y aunque los términos eran diferentes en holandés, la esencia de la materia seguía siendo la misma.
Mientras revisaban, Aliyah se sintió más cómoda, hasta que en un momento se dio cuenta de que ya se acercaba la hora de la oración. Miró su reloj, inquieta. Aunque estaba disfrutando de la compañía, sabía que debía apartar un momento para sus rezos.
—Chicas, ¿les importa si me tomo un breve descanso? —preguntó Aliyah, un poco nerviosa.
—Claro, ¿quieres que te acompañemos? —preguntó Lisa.
Aliyah sonrió agradecida.
—No, está bien. Necesito un momento a solas. Solo quiero hacer mi oración.
Las chicas asintieron, respetando su espacio. Aliyah se levantó y se dirigió a un rincón tranquilo de la biblioteca, lejos del ruido y las distracciones. En su mente, comenzó a recitar las palabras de la oración, buscando la paz que siempre encontraba al conectarse con su fe.
Con los ojos cerrados y el corazón abierto, Aliyah se sintió en un lugar seguro, donde el mundo exterior se desvanecía. Su religión era su refugio, una parte integral de su identidad que la acompañaba sin importar el lugar al que fuera. Finalizó su oración con una sensación de calma, lista para volver a unirse a las chicas.
Al regresar, las amigas estaban hablando animadamente sobre un proyecto en el que estaban trabajando para la clase de economía.
—¿De qué hablaban? —preguntó Aliyah, interesada.
—Sobre cómo hacer un análisis de mercado para un nuevo producto. Es un ejercicio que nos ayudará a entender cómo se toman las decisiones empresariales —explicó Emma.
—Podríamos hacer algo relacionado con la comida española —sugirió Sofía con entusiasmo—. Sería interesante explorar cómo se podría introducir en el mercado holandés.
Aliyah sonrió, sintiéndose un poco más incluida en la conversación.
—¡Me encantaría ayudar con eso! Mi madre tiene muchas recetas deliciosas —dijo, sintiendo que podía contribuir con algo que realmente le apasionaba.
La idea comenzó a tomar forma, y las chicas se pusieron a trabajar, compartiendo ideas sobre el proyecto. Aliyah comenzó a sentirse más a gusto, disfrutando del intercambio de ideas y la creatividad del grupo. La clase de economía se convirtió en una oportunidad para conectar con sus compañeras, aunque aún había un límite que ella prefería mantener.
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De la Soledad al Éxito
SonstigesEspero que os guste esta historia y que la disfrutéis inshallah 🫂🤍