7 SUSAN

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Despierto en un cuarto que no es el mío y en una cama que tampoco es la mía. Pero algo en el aroma que hay a mi alrededor me resulta tan reconfortante que tardo unos minutos de más en recordar lo que pasó Y que fue lo que me trajo a este lugar.

Pero cuando por fin lo hago todo el aire de mis pulmones sale disparado. El recuerdo me llega como una bola de nieve gigante.

Entrar a la casa de mis padres y encontrar todos los muebles tirados y saqueados.

Lo que sentí en el pecho cuando me di cuenta de que se habían metido a robar a mi casa. ¡MIS PADRES! Entonces todo mi mundo como lo conocía se desmoronó a mis pies.
Lo último que recuerdo fue ver mi cuerpo se desvanecía en el momento exacto en el que Aarón me encontró.

Mi pecho se contrae y empiezo a sollozar. Me percato de que una puerta se abre delante de mí y una figura conocida entra en la habitación. Las cortinas oscuras ocultan la luz de la luna que intenta filtrarse por la ventana pero he soñado tantas veces con esa figura, que sé perfectamente de quién de trata.

—Dios, ángel. —hay tanta compasión en su voz que no puedo evitar quebrarme, antes de que pueda desgarrar por mi garganta todo mi dolor, Aarón corre hasta mí. Deja lo que sea que tenga en las manos en la mesita de noche a mi lado y me toma en sus brazos, tomando él mi lugar y acomodándome en su regazo. Como a un bebé necesitado.

En estos momentos creo que lo soy.

Me he quedado sola. Gimo con cada respiro. Me duele tanto respirar. Y temo que pronto deje de hacerlo.

—sácalo bebe, saca todo. Aquí estoy contigo apoyaré en mi. —esas palabras son suficiente para soltarme. Mi pecho se contrae y dejo salir todo lo que tengo. No sé cuanto tiempo lloro en los brazos de Aarón y cuando sus manos se detienen de acariciar mi espalda me atrevo a levantar la cara para verlo a los ojos y preguntar lo único en lo que no he dejado de pensar.

—que pasó con... con... —mi voz sale más ronca de lo que creí. Aarón pega su frente a la mía y suspira. Su aliento se mezcla con el mío. Siento como su aire alimenta mi necesidad de respirar.

—no tienes que preocuparte por nada ángel. Yo me haré cargo de todo y cuando estés lista podrás despedirte de ellos. —no sé lo que significa que no tengo que preocuparme de nada, pero tengo que preguntar.

—¿la policía?

—ya me encargué de todo ángel. Solo me interesa que descanses. —sus caricias en mi rostro me hacen bajar todas mis defensas. Poco a poco subo mis manos por su pecho hasta rodear su cuello. Me pierdo en su abrazo hasta que no tengo más remedio que tomar lo que me está dando. Y me hace sentir más segura de lo que nunca sabrá.

Recuerdo que fue Aarón fue lo único en lo que pensé cuando encontré a mis padres sin vida en el piso de la cocina. No sabía si vendría a mí, pero hoy que está aquí es todo lo que no sabía que necesitaba.

Aún así me esfuerzo por decir
—lo siento, no quería molestarte, pero...

—gracias por haberlo hecho ángel, —me interrumpe con un dedo sobre mis labios secos. —sé que no merezco ser tu ancla o tu primera opción en los problemas, pero agradezco infinitamente que lo hayas hecho. Eres tremendamente fuerte.

Me atrevo a verlo a los ojos y me doy cuenta de que lo he extrañado demasiado. Tanto que aún me duele. No sé lo que lo hizo alejarse de mí y temo que después de hoy regresemos a donde mi dejamos que básicamente es nada.
Mi corazón se oprime porque No sé si pueda soportarlo, no ahora. Me muevo incómoda de seguir en su regazo y poco a poco me bajo hasta sostenerme por mi propio pie delante de él.

Dulce NO tan Dulce (borrador terminado) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora