"El inicio de la leyenda"

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Capítulo 1: El Inicio de la Leyenda

El sol de Redview caía implacable sobre el asfalto, mientras el reloj en la pared avanzaba con lentitud tortuosa. Carlos Coello estaba sentado al fondo del aula, con la mirada perdida, sin prestar atención al profesor que explicaba un problema de álgebra. La tiza chirriaba sobre la pizarra, pero el sonido apenas llegaba a Carlos. Todo lo que podía oír era el rugido de motores imaginarios, el canto de neumáticos sobre el asfalto caliente, el eco de una vida que parecía tan lejana desde esa aburrida clase.

De vez en cuando, sus ojos vagaban hacia la ventana. Allí afuera, los coches pasaban uno tras otro, moviéndose en la misma rutina que se repetía día tras día. "Un día estaré al volante de uno de esos y me largaré de este lugar", pensaba una y otra vez. Cada minuto que pasaba en ese salón de clases era un recordatorio de lo lejos que estaba de lo que realmente quería. Tenía 12 años, pero ya había decidido que la vida común no era para él.

"Coello, ¿me escuchaste?"

La voz cortante del profesor rompió el hilo de sus pensamientos, devolviéndolo a la realidad. Carlos levantó la vista con una expresión que rozaba el desafío. Los ojos del profesor lo miraban con impaciencia, mientras el resto de los alumnos observaban el intercambio con curiosidad, disfrutando del espectáculo de otra confrontación con "el problemático de Coello".

"Te pregunté si puedes resolver el problema en la pizarra," dijo el profesor, cruzándose de brazos. "¿O prefieres seguir soñando con coches y autopistas?"

Las risas llenaron el aula. Carlos apretó los puños bajo la mesa. "No me interesa resolverlo, profe," respondió, su tono firme y sin rodeos. Sabía que no le servía de nada aprender aquello. Los números en la pizarra no lo iban a ayudar a salir de ese pueblo, ni lo iban a llevar más rápido sobre el asfalto.

El profesor se acercó unos pasos, como si tratara de intimidarlo. "Y entonces, Coello, ¿qué vas a hacer con tu vida? ¿Crees que la escuela no te importa? ¿Que puedes escapar de la realidad?"

Carlos le sostuvo la mirada sin dudar. "Voy a correr, profe. Voy a correr y nunca voy a parar."

Una oleada de murmullos recorrió el aula. Los compañeros de Carlos susurraban y reían entre dientes, algunos burlándose, otros intrigados por la seguridad en la voz del chico. Pero él no les prestó atención. Solo podía pensar en una cosa: escapar.

El profesor soltó una risa incrédula, sacudiendo la cabeza. "Ser corredor... Eso no es una vida real, muchacho. Necesitas disciplina, educación. No vas a llegar lejos sin eso."

Carlos sintió una chispa de ira, pero la contuvo. ¿Qué sabía el profesor sobre su vida? ¿Qué entendían los demás de lo que él sentía cada vez que veía un coche pasar? Ese deseo de salir de Redview, de vivir algo más grande que las paredes de una escuela, era algo que solo él comprendía.

El timbre sonó como una bendición. Carlos se levantó de su asiento antes de que el profesor pudiera decir otra palabra, recogió su mochila y salió del salón, ignorando las miradas y los susurros. En cuanto estuvo fuera, se permitió respirar. El pasillo estaba lleno de estudiantes apresurándose para salir, pero Carlos caminó con calma hacia el estacionamiento, como si nada de lo que ocurría a su alrededor pudiera alcanzarlo.

El Kia Picanto rojo lo esperaba en el pequeño estacionamiento de la escuela, brillante bajo el sol. No era un coche de ensueño, pero era suyo. Lo había comprado con el dinero que había ahorrado trabajando en el taller de un conocido del barrio, y aunque no era el coche más rápido ni el más imponente, era su primera herramienta para escapar.

Asfalto y Gloria: Redención Donde viven las historias. Descúbrelo ahora