En una noche serena, bajo el dosel de un bosque templado, el canto de los grillos y el ulular de los búhos llenaban el aire con una melódica armonía. La luna llena proyectaba sombras misteriosas sobre el suelo, creando un ambiente de paz y tranquilidad.
(Hecho por mi)
Pero de repente, el silencio se rompió. Pisadas firmes y cautelosas resonaron en la noche, perturbando la calma. A medida que la oscuridad se desvanecía, se podían distinguir figuras vestidas de camuflaje, soldados en posición de alerta, moviéndose con sigilo y precisión a través de la maleza. La noche había cambiado, y con ella, el ritmo del bosque.
Detrás de los soldados, una moto todo terreno, conocida como cuatriciclo, emergió de la oscuridad, arrastrando una carga cubierta con una lona de camuflaje. El ruido del motor, aunque amortiguado, resonaba en el bosque, rompiendo aún más la tranquilidad de la noche. La carga, misteriosa y pesada, parecía ser el objetivo principal de la misión. Los soldados se movían con precisión, protegiendo la carga y su contenido, listos para responder a cualquier amenaza que pudiera surgir en el camino.
La formación avanzaba con precisión, cada paso calculado y sincronizado. Los tres soldados delanteros escudriñaban el entorno, sus ojos escaneando la oscuridad en busca de cualquier señal de peligro. Los tres soldados traseros cubrían la retaguardia, sus armas listas para responder a cualquier amenaza. Los dos soldados en las flancos derecho e izquierdo vigilaban los laterales, asegurándose de que nadie se acercara sin ser detectado.
ESTÁS LEYENDO
EL SILENCIADOR DE LA MUERTE
AcciónCuando el silencio cae, yo soy el que levanta la voz