La llovizna susurraba suavemente sobre el colegio, envolviendo el patio en un velo de misterio. Gotas de agua resbalaban por los ventanales del salón como pequeñas lágrimas de cristal, en el Julián Couto susurró su nombre, mirando fijamente por la ventana. Los ojos violáceos, como luceros en la noche, brillaban en la oscuridad del manzano en medio del patio.
De repente, la puerta se abrió con rudeza, interrumpiendo el silencio. El sonido de los pasos de Fanny resonó en el salón como un tambor que anuncia una tormenta. Todos se volvieron hacia la entrada, incluyendo Julián. Fanny entró, su presencia una ola que sacudía el salón, imponente y misteriosa. Su cabello largo y negro caía como una cascada oscura sobre sus hombros. Sus ojos negro azabache, frios devoraban la luz.
(Los ojos)
Julián giró su cabeza de nuevo hacia la ventana, pero los ojos violáceos ya no estaban. La maestra suspiró. "Ah, Fanny. Otro año más contigo. Y otra vez tarde. ¿No crees que es hora de cambiar tu actitud?"
Fanny se encogió de hombros. "No veo por qué debería cambiar." La maestra frunció el ceño. "Fanny, siéntate en tu lugar." "Sé dónde queda", dijo Fanny, mientras caminaba hacia el fondo del salón, mirando fijamente a Julián como si se tratara de un viejo conocido. Los alumnos se corrieron, susurrando entre sí como pájaros asustados.
La campana sonó y el salón se vació. La llovizna había cesado, dejando charcos en el patio como espejos rotos. Julián se dirigió al manzano, su enorme sombra como un espectro que acechaba cubria gran parte de los asientos del patio. El viento susurraba entre las hojas, como una canción de cuna.
En el suelo, encontró una pluma blanca, que contrastaba con el entorno gélido y gris, suave como la seda. Permaneció inmóvil, su atención enfocada en la pluma, mientras reflexionaba sobre el misterio de los ojos violáceos. Su mirada se perdía en la distancia, acompañada solo por el sonido de sus propios pensamientos.
Escuchó una discusión. Cuatro chicos y una chica, con ojos llenos de rencor, acosaban a Fanny. Uno de ellos la empujó con violencia. Fanny se levantó, intentando marcharse, pero el grupo insistió, arrojando insultos y objetos. La chica del grupo con una sonrisa cruel, parecía disfrutar del tormento.
Fanny se detuvo, su mirada centelleando con ira. "Dejadme en paz", advirtió. Pero ellos continuaron, implacables. Fanny esquivó un puñetazo y pateó hacia arriba. Los chicos se abalanzaron, pero ella los esquivó para luego patearlos lanzandolos lejos. Rapidamente corrió hacia la chica y ubicándose tras ella saco un objeto de un bolsillo, el cual apollo contra el cuello de la chica presionado con fuerza.
(Una navaja?!)
"váyanse" dijo fanny.
Acto seguido la chica y los chicos corrieron asustados.
La campana sonó, marcando el fin del recreo. Fanny se volvió hacia Julián con destino al salón. "Deberías reportarlos", dijo él. Fanny se detuvo, su rostro reflejando melancolía y resignación. "No es como que me creyeran", susurró.
Luego, sacó el objeto de su bolsillo y se lo lanzó. Julián atrapó el objeto, sorprendido. Pensaba que era una navaja, pero era una lapicera elegante. "¿Una lapicera?", preguntó, asombrado. Fanny sonrió con triunfo y alivio. "Para asustarlos. No necesito más", dijo suavemente. Julián asintió. Su mirada reflejaba asombro y respeto. En ese instante, sus miradas se cruzaron, compartiendo un entendimiento tácito.