Había pasado una semana desde aquel extraño y vívido sueño. Cada noche se volvía más tortuosa que la anterior, consumida por el pensamiento de que tal vez, si cerraba los ojos y me dejaba caer en el abrazo del sueño, volvería a encontrarme con él. Pero, noche tras noche, esa esperanza se desvanecía. Mis familiares y amigos estaban cada vez más preocupados, sus miradas llenas de inquietud. Aún así, no les conté lo que realmente me estaba ocurriendo; no podrían entenderlo.
Cada día, la duda me corroía más. ¿Había sido todo una ilusión? ¿O había algo real en lo que viví con Rusia? Aún podía sentir su tacto sobre mis mejillas enrojecidas por la vergüenza. Cada detalle era tan vívido que me negaba a creer que fuera producto de mi imaginación. Algo de aquello tenía que ser real, alguna parte de esa experiencia debía haber sucedido fuera de los límites del sueño.
Con esa convicción, empecé a regresar al campo de margaritas todos los días, buscando desesperadamente una señal. Algo, lo que fuera, que me confirmara que lo vivido no había sido un simple sueño. Sin embargo, lo único que encontraba era el vacío del campo bajo el cielo azul, mientras su voz resonaba en mi cabeza con más fuerza cada día. "Te prometo que las flores volverán a crecer..." esas palabras me atormentaban, clavándose en mi corazón cada vez más profundamente.
Finalmente, Chile vino a visitarme. Entró en la habitación con una mirada seria, aunque llena de preocupación. Sabía que algo no andaba bien conmigo, y no dudó en hacérmelo saber.
—México, Argentina y yo estamos muy preocupados por ti. Llevas días sin salir de tu casa, aislado. Sé que estás triste, pero no puedes seguir así. Debes entender que él ya se ha ido por completo.
Sentí cómo mi pecho se apretaba ante esas palabras. Quería gritar, pero apenas conseguí hablar, mi voz llena de dolor.
—No puedo hacerlo, Chile. No después de ese sueño. ¿Qué se supone que haga con todas las promesas que me dejó? No puedo simplemente abandonarlas. Es mi única oportunidad de volver a verlo...
Chile me miró, su paciencia a punto de quebrarse, pero detrás de esa frustración, también había compasión.
—Pero te estás destruyendo, México. Esta obsesión te está consumiendo. Si sigues así, terminará matándote. La guerra terminó hace tiempo, todos sufrimos, todos salimos heridos, pero tú... parece que no puedes dejarlo atrás.
Un fuego se encendió en mí, un fuego de rabia y dolor que no podía contener más. Mi voz se alzó, temblorosa y rota.
—¡Claro que no lo voy a superar! Yo sé que lo que pasó significa algo. ¡No me importa si me mata demostrarlo! Sé que aún hay esperanza para mí, lo siento dentro. Todo ha sido tan triste desde que él no está. Mis días son grises sin él, sin su sonrisa, sin sus brazos envolviéndome por las noches. Mi vida ya no tiene sentido sin él.
Las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro. Sentía una mezcla amarga de amor y resentimiento.
—Pero al mismo tiempo lo odio... Lo odio por ser tan egoísta, por irse a la guerra sin siquiera intentar detenerlo. Se fue sin luchar por nosotros, sin luchar por nuestro futuro. Me dejó aquí, roto, mientras él... ni siquiera sé dónde está. Y ahora... ahora estoy atrapado en este limbo, entre el dolor de perderlo y la esperanza imposible de volver a tenerlo.
Chile me miró, en silencio, sin saber qué más decir. Había una tristeza compartida en sus ojos, pero también una resignación. Sabía que no había palabras que pudieran consolarme, y, en ese momento, ni siquiera yo deseaba ser consolado. Solo quería aferrarme a la última chispa de esperanza que me quedaba, por pequeña que fuera.
Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. México ya no salía de su casa más que para visitar el campo de margaritas. Se había distanciado de sus amigos y familiares, sus palabras de preocupación eran ahora solo ecos lejanos que se negaba a escuchar. Lo único que le importaba era encontrar una señal, algo que le confirmara que todo lo que había vivido con Rusia no había sido una ilusión. Cada vez que regresaba al campo, lo hacía con más desesperación, más agotado, y menos cuerdo.
Sus noches eran interminables, llenas de insomnio y visiones del rostro de Rusia que se desvanecían cuando intentaba alcanzarlo. A menudo despertaba empapado en sudor, con las palabras de Rusia resonando en su mente, "Las flores volverán a crecer... te lo prometo". Pero las flores que una vez fueron su refugio ahora parecían marchitarse ante sus ojos, como si compartieran su agonía.
Un día, tras una fuerte tormenta, México regresó al campo de margaritas, pero esta vez todo estaba destruido. Las flores yacían aplastadas, el cielo gris y opresivo. Fue en ese momento cuando la desesperación finalmente lo consumió. Cayó de rodillas entre las margaritas marchitas, sus manos temblorosas, su respiración entrecortada. Sentía el peso del vacío que había crecido dentro de él, incapaz de llenarlo con las promesas rotas.
El mundo a su alrededor se oscurecía, como si la misma tierra estuviera respondiendo a su estado interno. Se llevó las manos al pecho, sintiendo un dolor punzante, no solo en su corazón, sino en su alma. Estaba solo, y por primera vez, comprendió que Rusia nunca volvería. No habría más promesas, no habría redención. Solo el frío abrazo de la soledad.
—Lo siento... Rusia... —murmuró con voz apenas audible, mientras su cuerpo comenzaba a desplomarse en el suelo, las margaritas aplastadas bajo su peso.
El dolor que había estado sofocando durante tanto tiempo finalmente lo consumió por completo. México cerró los ojos, su último aliento escapando en un susurro, mientras el mundo se volvía borroso y la oscuridad lo envolvía. En ese último instante, en lo profundo de su mente, creyó ver a Rusia, con una sonrisa triste, como si lo estuviera esperando en algún lugar lejano.
Cuando lo encontraron, estaba inmóvil entre las flores, su rostro sereno, pero sus ojos apagados. Las margaritas, que siempre habían sido sus favoritas, ahora crecían lentamente alrededor de su cuerpo inerte, como si fueran lo único capaz de florecer de nuevo.
Notas del autor
Por fin terminé esta historia después de como 2 años, tiene un final trágico pero así es como me gustan, que me haga llorar.
Por cierto, esta historia está inspirada en una canción muy random que escuche una vez, a ver si en algún momento alguien adivina cuál es.Muchas gracias por leer :))
![](https://img.wattpad.com/cover/336074986-288-k948969.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Campo de Margaritas -Rusmex-
FanfikceEn un tranquilo campo de margaritas, México disfruta de un día sereno en una cabaña aislada, rodeado de naturaleza. Sin embargo, lo que comienza como una jornada pacífica pronto se transforma en un encuentro inesperado y lleno de emociones, donde re...