Bad romance | Bkdk

Deku

Era un domingo por la mañana, y el aroma a café recién hecho impregnaba el aire en la pequeña cafetería. Katsuki Bakugou, vestido con un delantal negro, se movía entre las máquinas de café, concentrado en su trabajo. 

Estaba siendo un día tranquilo.

Estaba.

Izuku cruza por la puerta, el sonido de la campanita sonó, llamando la atención de Katsuki, quien estaba preparando una nueva tanda de café. Sus ojos se encontraron por un breve instante y, en un acto reflejo, el corazón de Izuku dio un vuelco.

—Hola, ¿qué vas a ordenar? —dijo con desgana, intentando no dejar que su voz traicionara su estado interno.

Izuku, sorprendido por el tono de Katsuki, se tomó un momento para pensar en su pedido. Finalmente, aclaró su mente y respondió:

—Un café helado y dos medialunas, por favor..

—Bien, dime... ¿cuál es tu nombre? —preguntó, con la intención de escribirlo en el vaso.

—Izuku —respondió.

—Izu... ku —murmuró Katsuki, aunque en realidad habia escrito otra cosa. Una sonrisa burlona apareció en su rostro mientras se giraba hacia la máquina para preparar el café. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Kaminari detrás de él.

—¿Qué es gracioso? —comentó Kaminari.

—Es ese religioso de mierda, el de la marcha.

Kaminari no lo puede creer, ¿que probabilidad había? Intenta mirar disimuladamente.

Aunque esa mirada "disimulada", hizo incomodar a Izuku quien esperaba su pedido. 

—¿Sigue ahí? —Katsuki frunció más el ceño, claramente molesto. La imagen de Izuku había revivido su frustración por la marcha. —No quiero que vea cómo le escupo su café.

Kaminari lo miró con una expresión de advertencia.

—¡No hagas nada que te pueda sancionar, idiota! Solo prepárale el café y sigue con tu vida.

—Es un chiste. —no es un chiste. 

Mientras tanto, Izuku estaba sumido en sus propios pensamientos, creyendo que este reencuentro no era coincidencia. —Es obra de Dios —murmuró para sí mismo—. Dios me está mostrando que tengo que ayudar a ese chico a salvar su alma.

La convicción llenaba su corazón mientras miraba a Katsuki de reojo.

En ese momento, la puerta se abrió de nuevo y Ochako Uraraka entró, moviéndose rápidamente hacia Izuku.

—¡Vamos, Izuku! ¡Vamos a llegar tarde a la iglesia! —exclamó.

—Solo estoy esperando mi café y unas medialunas —respondió Izuku, aún distraído observando a Katsuki detrás del mostrador.

Katsuki, sintiéndose algo más tranquilo, terminó de preparar el café y se acercó a Izuku. Sin pensarlo, le dijo:

—Aquí tienes, Izuku.

Le entregó el vaso y una bolsa con dos medialunas, sintiendo una extraña mezcla de emociones.

—Gracias —dijo Izuku, sonriendo mientras se sentía un poco más aliviado de tener el café en sus manos. Con Ochako a su lado, salió de la cafetería, la campanita sonando tras ellos.

Mientras caminaban hacia la iglesia, Izuku se dio cuenta de algo que le provocó una ligera risa:

—Espera, no escribió mi nombre correctamente —dijo, mirando el vaso.

—Déjame ver —preguntó Ochako, intrigada.

—Mira, en vez de "Izuku", escribió "Deku" —explicó, sosteniendo el vaso para que ella pudiera verlo.

Ochako frunció el ceño y su rostro mostró un atisbo de risa. —No puede ser que ese barista haya escrito mal tu nombre. "Deku" significa "inútil", ¿no?

Izuku soltó una risa nerviosa, sintiéndose un poco avergonzado. —Sí, pero no creo que lo haya hecho a propósito. Tal vez es un poco divertido. Quizás debería volver a la cafetería más seguido.

—¿Más seguido? ¿Por qué? ¿Para que te llamen "inútil" en cada visita? 

Ambos continuaron su camino hacia la iglesia, pero la mente de Izuku no podía evitar centrarse en el chico que le había escrito "Deku" en su café helado. Una parte de él sabía que, tarde o temprano, tendría que regresar a esa cafetería. No solo quería hablar con el barista, sino que sentía que era su deber ayudarlo, hacerle saber que no estaba solo. Él y Dios estarían allí para guiarlo por el camino correcto.