Voy a salvarlo

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—¿Qué demonios te pasa, Bakugou? —reclamó Kirishima, cruzado de brazos y con una mirada de desaprobación clavada en su amigo. Estaban sentados en la sala de la casa de Kirishima, el ambiente entre ellos cargado de tensión después de la marcha.

Kaminari soltaba una carcajada, disfrutando de la situación.

—¿De verdad le diste un beso a ese tipo? —insistió Kirishima—. Solo estaba ahí haciendo lo que cree correcto por su religión.

Kaminari, aún riendo, añadió:

—¡Vamos, Eijiro! Ese chico y los otros estaban ahí fastidiando como siempre. ¡Estaba harto de sus estupideces! "Arrepiéntanse", "Dios los salvará". No soportaba escuchar lo mismo todos los años.

Katsuki, reclinado en el sofá, apenas prestaba atención a la gravedad del reclamo de Kirishima. Sus ojos aún brillaban con ese desafío que siempre mostraba cuando creía haber hecho lo correcto.

—Ese tipo seguro está ahora mismo en alguna iglesia tirando rezos o pidiendo perdón —dijo Katsuki con indiferencia, su voz cargada de sarcasmo—. Probablemente ni le importó. Quizá quiera que me vaya al infierno y listo. Fin del problema.

Kaminari le dio una palmada en la espalda, todavía sonriendo.

—Sí, claro. Seguro está rezando por tu alma perdida en este preciso instante.

Kirishima, con el ceño fruncido, suspiró, claramente frustrado.

—No todos los religiosos son así, Bakugou. Ese chico parecía genuino... No creo que estuviera ahí solo para molestar.

Katsuki lo miró de reojo, impaciente.

—Sincero o no, estaba en donde no debería estar. Si quiere que todos sigamos su camino, tiene que aguantarse cuando alguien lo desafía —respondió Katsuki con firmeza.

Kirishima negó con la cabeza, pero no dijo nada más, mientras Kaminari solo se reía, disfrutando del caos que había generado la situación.

Mientras tanto, en una iglesia cercana, Izuku estaba arrodillado frente al altar, con el rosario entre sus dedos. La luz de las velas iluminaba su rostro, lleno de confusión y angustia. Sus manos temblaban ligeramente mientras rezaba, intentando encontrar paz en las oraciones que había aprendido desde niño.

Pero su mente seguía invadida por el recuerdo del beso que aquel desconocido le había dado.

Había sentido algo extraño, algo que no quería reconocer. Un cosquilleo recorrió su espalda en el momento en que aquel chico lo besó.

"No, no puede ser. Eso no está bien", se dijo a sí mismo, sacudiendo la cabeza, intentando borrar ese pensamiento de su mente. "Es un pecado", se repetía.

Mientras sus labios susurraban una oración, su mente vagaba por la escena una y otra vez. Las palabras de aquel chico resonaban en su cabeza: "Ahora te irás al infierno conmigo." La simple idea de haber caído en la tentación lo llenaba de culpa.

Izuku recordó las enseñanzas de la iglesia, los versículos que hablaban en contra de ese tipo de actos.

Levítico 18:22 resonó en su mente: "No te echarás con varón como con mujer; es abominación."

Sabía que debía resistir, que lo que había ocurrido en la marcha era una prueba de su fe, una que no podía permitirse fallar.

Pero ¿por qué ese beso había despertado algo en él? "Es solo una prueba", pensó, apretando el rosario con más fuerza. "Dios me está probando."

Se levantó lentamente del banco, guardando el rosario en su bolsillo. Sabía que no podía quedarse quieto después de lo que había sucedido. Ese chico, ese desconocido, había violado todo lo que él defendía. No podía simplemente dejarlo así.

"Si lo vuelvo a ver...", pensó, con determinación renovada, "tengo que ayudarlo. Debo salvar su alma." Su fe le decía que era su deber guiar a los descarriados, y ese joven era, sin duda, alguien que necesitaba redención.

Izuku suspiró profundamente y salió de la iglesia. La culpa seguía pesando en su pecho, pero estaba decidido. Si se encontraba de nuevo con ese chico, haría todo lo posible para llevarlo de vuelta al buen camino. Lo salvaría, como debía hacerlo.

—Voy a salvarlo —murmuró para sí mismo, mientras sus pasos resonaban en el suelo de la iglesia, decidido a cumplir su misión.

—Voy a salvarlo —murmuró para sí mismo, mientras sus pasos resonaban en el suelo de la iglesia, decidido a cumplir su misión

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Bad romance | BkdkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora