Capitulo 1

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—Draco, despierta, levántate.Tenemos que irnos —las manos de Narcisa sacudieron sus hombros—¡Kreacher!
El viejo elfo se apareció e hizo una reverencia.
—Si, señora. Kreacher está encantado de ayudar.
—Empaca una maleta con todas las pertenencias de Draco, ya sabes donde llevarla.
El elfo asintió y con un chasquido de dedos comenzó a levitar las cosas del joven Malfoy a una maleta.
Draco se levantó desconcertado y miró a su alrededor todavía desorientado por el sueño. Los ojos azules de su madre lo veían fijamente con preocupación.
—Draco, escúchame bien. Tu padre ha hecho una estupidez. La Mansión ya no es un lugar seguro para ti, tienes que irte—la mano de su madre acarició su rostro— Yo quiero que tu vida sea distinta, quiero que puedas elegir qué hacer con ella. Nadie, ni tu padre, mucho menos el Señor Oscuro van a arrebatarte eso.
Deslizó las manos de su madre de su rostro y se puso de pie confundido sin poder procesar ninguna de las palabras que estaba diciendo.
—Madre, no entiendo ¿Qué está pasando?
—Draco, no hay tiempo para explicaciones, al llegar a dónde irás te explicarán todo. Prométeme que serás amable, hazlo por mi. Mantén tu mente abierta y receptiva. Kreacher te llevará ahí. Lo siento, Draco, esto no debía pasar así, mírame—la suave mano de Narcisa tomó su rostro y lo giró para que pudiera verla a los ojos. Estaba llorando— Te amo, quiero que seas feliz. Pronto sabrás todo te lo prometo. No intentes regresar, en cuanto pueda me comunicare contigo.
Narcisa lo abrazó fuerte y le depositó un beso en su frente, mirándolo todavía con tristeza.
Los escudos de la Mansión comenzaron a vibrar. Alguien había llegado.
—Kreacher, es momento, llévatelo.
Narcisa comenzó a caminar a la puerta, giró al llegar y miró a Draco fijamente.
—Mucha suerte, mi cielo.
Su madre cerró la puerta detrás de ella y el miedo comenzó a esparcirse por su cuerpo. Estaba tan paralizado que no sintió cuando Kreacher tomó su mano. Fue hasta que sintió un tirón en su ombligo que se dio cuenta que estaban realizando una aparición. Sus rodillas cayeron sobre el pasto y una maleta azotó a un costado de él.
—¡Maldito elfo estúpido, regrésame a la mansión!—se puso de pie con su varita en mano para maldecir al elfo, pero Kreacher ya no estaba ahí.
«Mierda. Estúpido elfo.»
Draco comenzó a mirar a su alrededor. Árboles y más árboles. No tenía idea de donde se encontraba.
Crack. Crack. Crack
Unas pasos comenzaron a escucharse dentro del bosque. Alzó su varita, listo para atacar a lo que sea que se acercara del bosque.
—Baja tu varita, Draco— la voz de una mujer sonó entre los árboles— vine por ti, le prometí a Narcisa que cuidaría de ti.
Prométeme que serás amable, hazlo por mi. Mantén tu mente abierta y receptiva.
La voz de su madre retumbó en su cabeza. Sabía que ella no lo pondría a cuidado de alguien que pudiera lastimarlo. Confiaba en su madre.
—¿Quién eres? Sal, déjame verte— su varita continuaba firme en su mano, apuntando inseguro a varias direcciones entre las sombras.
—Lo haré, pero primero baja tu varita.
La voz de la mujer sonaba familiar. Bajó lentamente la mano que sostenía su varita.
Crack. Crack. Crack.
Más pasos comenzaron a resonar dentro del bosque y el sonido que emitían cada vez se acercaba más a él. Fijó su mirada de dónde creía que venía el sonido y finalmente pudo verla. Una mujer blanca con cabello color caramelo comenzó a caminar hacia el. Ese rostro solo lo conocía por una foto que su madre escondía dentro de un libro. Tenía el mismo rostro que su madre. Pero más relajado. «Feliz» pensó.
—¿Andromeda?
Su corazón comenzó a latir muy fuerte ante la inesperada revelación y el recuerdo de su madre inclinada llorando ante una foto de la mujer parada frente a él lo golpeó.
«Mira Draco, ella es tu tía Andromeda. Ojalá algún día puedas conocerla».
—Vaya, ya eres todo un hombre. El parecido con los Malfoy es innegable. Toma tus cosas y sígueme, hay muchas cosas que debemos hablar.
Andromeda comenzó a caminar por donde apareció y él se apresuró a seguirla.
Caminaron adentrándose a las profundidades del bosque hasta que Andromeda se detuvo en una pequeña explanada llena de flores.
—¿Ves esa flor negra?— Andromeda señaló una pequeña flor que se escondía entre todas las coloridas, pasando desapercibida por la oscuridad — Es un traslador, nos llevara a mi casa ¿has usado antes uno?
—Si, estoy familiarizado con ellos.
—Bien, toma tus cosas con fuerza.
La pequeña flor irradiaba magia.
—A la cuenta de tres la tomaremos ¿listo? —los ojos grises de Andromeda lo miraban con amabilidad. Era una sensación extraña, pero familiar.
—Listo— tomo su maleta con fuerza y espero el conteo regresivo.
—Uno, dos, ¡TRES!
Y el mundo bajo sus pies comenzó a girar.
_____________
—¿Quieres un poco de té? Tengo uno que puede ayudarte a relajar los nervios.
Andrómeda estaba en la cocina, tenía una especie de caldero en el fuego.
—No, gracias.
Se amable. Mente abierta y receptiva, mente abierta y receptiva.
Repitió las palabras para poder permitirse enterrar sus prejuicios y malos modales. Después de todo, lo único que sabía de la mujer frente a él era lo que escuchaba de Bellatrix. «Una traidora a la sangre. Una mancha en el linaje Black. Amante de un sangre sucia y madre de una perra mestiza».
Andrómeda agitó su varita y un par de tazas se posaron en la mesa de la cocina, el pequeño caldero fue el siguiente y finalmente una bandeja con algunos contenedores. Tomó asiento y miró a Draco inquisitiva.
—Y bien, ¿te vas a sentar o te quedarás ahí parado? Apuesto a que tienes preguntas.
Draco tomó la silla dudoso y se dejó caer. Miro como su tía preparaba su té de una manera extraña. Vertió agua caliente del pequeño caldero a su taza. Tomó de los contenedores una bola que al abrirla la fue llenando de ramas y hojas. La añadió a la taza. Dos cucharadas de azúcar. Tin Tin. La pequeña cuchara comenzó a girar sola.
—¿Puedes contarme todo? No tengo idea de lo que sucedió. Mi madre me levantó y me dijo que la mansión ya no era un lugar seguro para mi. Y después aparecí con Kreacher en ese bosque— su pecho le dolía, la ansiedad de respuestas se estaban acumulando en su pecho, listas para salir como fuego por su boca.
Andrómeda empujó la taza hacia él, ignorando su cara de disgusto por el brebaje frente a sus ojos. Suspiro cansada. Lo que fuera a decirle presentía que no sería bueno.
—Narcisa me contactó hace un mes espantada. Me contó que tu padre falló una misión dentro del Ministerio de Magia a manos de Harry Potter y sus amigos, lo cual dejó al Señor Tenebroso muy descontento. Después de torturar a tu padre como castigo, quiso humillarlo aún más, así que Lucius le brindó total control sobre la Mansión Malfoy para poder reorganizar sus filas ahí, pero no solo eso. El Señor Tenebroso le exigió a tu padre que deberías unirte a sus filas como otro de sus fieles sirvientes—Andromeda hizo una pausa, mirándolo fijamente.
Desde el Torneo de los 3 Magos su padre había perdido la cordura. Con el regreso de Señor Tenebroso, Lucius dejó en claro que mientras los sangre sucia siguieran en el mundo mágico su familia sangre pura nunca podría tomar el lugar de poder que les correspondía. Y eso solo podría lograrse si apoyaban las ideologías del Señor Tenebroso. Su madre trató de alejarlo de ese círculo que su padre frecuentaba con mayor intensidad conforme pasaban los meses, pero al parecer hasta los esfuerzos de su madre tenían un límite.
El volvió a mirar a su tía asintiendo con su cabeza para que ella continuara.
—Pero tú madre ya había tomado cartas en el asunto, siempre un paso adelante. Así que ella se ofreció en tu lugar. Convenció al Señor Tenebroso de que ella le serviría mejor para sus propósitos; castigar a Lucius y brindarle otra Black a sus fuerzas. Pero tu madre sabía que el Señor Tenebroso no es un mago de fiar, sabía que era cuestión de tiempo para que te quisiera a ti también como un mortifago. Así que tu mamá me pidió velar por tu bienestar hasta que fuera seguro regresar con ella. Me dió una carta para ti — agitó su varita y un sobre negro apareció frente a Draco— Quiero que sepas Draco que sé que será difícil para ti estar lejos de Narcisa y ahora tener que estar conmigo sin siquiera conocernos. Pero de verdad espero que con el tiempo te sientas un poco como en casa. Mañana te presentaré a Ted y a Nymphadora. No tenemos elfos domésticos aquí, así que te enseñaré como hacer algunas tareas con la varita, pero todo a su debido tiempo, no quiero abrumarte con tantos cambios. Ahora quisiera mostrarte tu cuarto y darte espacio para que te acomodes¿está bien?
¿Qué si estaba bien? No, por Merlín claro que no. Su vida estaba cambiando tan rápido, todo por culpa de un idiota que quería exterminar a los sangre sucia. Quería gritar y salir corriendo a rescatar a su mamá de aquel hoyo en el que su padre la metió. Quería llorar porque sabía que debía haber sido él en lugar de su madre. Sentía el ardor subiendo por su garganta por todas las palabras que no quería decir en voz alta.
Tomó el sobre negro de la mesa y se puso de pie para poder seguir a Andromeda.
—Gracias por recibirme Andromeda, se que mi madre lo aprecia.
Su tía se puso de pie, asintió con la cabeza y comenzó a caminar fuera de la cocina. Él la siguió en silencio.
—Es aquí—se detuvo frente a una puerta negra— El desayuno se sirve a las 10. Ojalá puedas acompañarnos. Y Draco, mañana terminaremos de hablar, hay algunas cosas que primero debes leer—sus ojos se posaron en la carta que sostenían sus manos.
Fue todo. Su tía comenzó a alejarse por el corredor y desapareció al dar la vuelta en un pasillo.
Draco entró y el cuarto era igual al suyo. La cama estaba llena sus almohadas de satín negro, un escritorio, un librero lleno de sus libros favoritos y otros que no había tenido la oportunidad de leer y un ropero. Estaba seguro que su madre se aseguró que fuera así para que se sintiera más cómodo. Un suspiro le atravesó todo el cuerpo y comenzó a leer la carta que tenía en sus manos.
Querido Draco,
Se que muchos pensamientos corren por esa astuta mente. No dejes que te mortifiquen. Tu padre tomó decisiones que comprometen nuestra seguridad, pero sería egoísta de mi parte no admitir que yo sabía a dónde nos llevarían. Él es tan culpable como yo. Nuestros prejuicios nos han traído a este callejón sin salida. Confío que con tu inteligencia sabrás que el camino de defender que somos mejores por nuestra sangre no lleva a nada bueno.
Se mejor. Andromeda te ayudará a encontrar el camino que perdí hace mucho.
No temas por mí Draco, encontraré la manera de regresar a ti. Quiero tener el placer de presenciar en lo que te convertirás. Toma esta oportunidad para conocerte a ti mismo y de lo que eres capaz. Sigue a tu corazón. Eres un Malfoy, pero recuerda que también eres un Black. Y los Black siempre defendemos los deseos de nuestro corazón.
Cuando sea seguro escribirnos te lo haré saber.
Se amable con Andrómeda y su familia. Están arriesgando mucho por poder permitirte estar en su hogar. Haz lo que te pidan, todo es por tu bienestar.
Te amo, Draco.
Narcissa.
Las lágrimas comenzaron a picarle en los ojos. Draco se sentía tan impotente, pero a la vez tan culposamente aliviado. Su mamá había sacrificado su vida para darle la oportunidad a él de poder decidir. Releyó la carta una vez más y sus ojos se detuvieron en una oración.
"Defender que somos mejores por nuestra sangre no lleva a nada bueno".
Nuestra sangre. Un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo.Lo sabía. La duda siempre le había carcomido en el fondo de su cabeza.
Desde su segundo año él y Granger se encontraban en una tonta rivalidad académica, era un pacto silencioso. Año tras año, siempre buscando la cara del otro para mirarse con desdén a manera de victoria cuando se vencían. Draco disfrutaba mostrar su superioridad ante una sangre sucia. Pero cada año que ella lograba ser mejor que él no podía evitar cuestionarse si las palabras que su padre le decía eran ciertas. «Los sangre sucia carecen de intelectualidad, son seres inferiores que no poseen intelecto. Unos salvajes.».
Su enojo lo llevó a investigar sobre los sangres sucia y la pureza de la sangre tratando de encontrar algo que demostrara que su padre tenía razón; que demostrara que los hijos de muggles eran sangres sucias, seres inferiores que no merecían usar la magia. Claro que no encontró nada, todas sus investigaciones llegaban siempre a la misma conclusión. Su padre era un idiota y todo lo que le había enseñado era pura basura racista.
Después de eso no volvió a llamar sangre sucia a Granger, al menos no en voz alta. No se sentía correcto decirlo, no ahora qué sabía que esas palabras no significaban nada. Pero a pesar de toda la evidencia en su contra de las palabras de su padre, la voz de Lucius siempre hacía eco en el fondo de su cabeza cuando esos pensamientos deambulaban por su mente.
Con las palabras de Narcissa la presión de su pecho se aligeró, como si un peso siempre hubiera estado ahí limitando su sentir. Todas esas creencias que le daban una falsa superioridad ante los muggles se veían tan lejanas ahora, como un mal sabor de boca. Pero ante el vacío de viejas creencias derrumbándose, el mismo Draco se derrumbaba con ellas. Después de todo, la figura de los Malfoy se sustentaban en ellas.
Las lágrimas continuaron brotando de sus ojos, por muchas razones.
Por las mentiras.
Por dejar atrás a su madre.
Por alivio.
Por su libertad.
Su cuerpo encontró la calidez de sus sábanas, acostado de lado con las rodillas cerca de su pecho. Y sin poder ni querer evitarlo las lágrimas continuaron humedeciendo la almohada hasta que se quedó dormido.

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