Flor de limonero

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Advertencia de contenido: autolesionamiento e intento de suicidio.

—Draco, Severus mando una lechuza.
Las palabras de Andromeda le torcieron el estómago, el día de fingir su muerte se acercaba— ¿Y bien, qué dijo?
La mano de Andromeda deslizó un sobre por la mesa parando cerca de la taza de Draco—Ya la leí, por favor léela.
Draco tomó el sobre y sacó la carta.

Cambio de planes. Nos vemos hoy a las 23 hrs. La extracción de Lucius se hará por la madrugada.

—S.S.

—Tranquilo, Severus tiene todo bajo control—la mano de su tía descansaba a manera de consuelo sobre la de él.
Draco asintió con la cabeza. Él sabía que todo iba a salir bien con el ritual. Sus preocupaciones se encontraban en Narcissa. Solo visitó una vez a  Lucius en Azkabán, pero eso era suficiente conocimiento para saber que era imposible sacar a alguien de ahí sin morir en el intento.
—No te debería decir esto pero dado que tu madre es una de las involucradas, haré una excepción— la mano de Andromeda le dio un leve apretón— Sabemos que la extracción de Lucius de Azkabán no será un evento único. Una buena fuente nos aseguró que el Señor Oscuro busca liberar a más de sus allegados, por lo tanto el margen de éxito de su cometido es muy alto, por no decir seguro. Así que Narcissa estará bien Draco, no subestimes a tú madre. Después de todo es gracias a ella qué estás aquí a salvo.
Draco volvió a asentir con la cabeza. Escuchó un suspiro viniendo de su lado y la mano de Andromeda se alejó de la de él lentamente.
—Te quedarás solo por unas horas, Ted y yo iremos a alistar unas cosas para más tarde ¿estarás bien?

¿Estarás bien?

Sin decir nada el tono de Andromeda estaba lleno de preocupación y angustia. Un sentimiento de culpa hizo que Draco se girara para ver a su tía a los ojos.
—Tranquila, estaré bien.
Por las expresiones en el rostro de Andromeda sabía que su tía no le creía, pero no tenía otra opción más que darle el beneficio de la duda.
—Correcto, nos vemos más tarde. Por favor no dudes en mandarme un patronus si ocupas algo—su tía le sonrió y salió de la habitación.

¿Estarás bien?
                                                
————
1 semana antes
Draco estaba harto de mirarse en el espejo y ver nada más que su simple reflejo viéndolo de vuelta. Sus ojos estaban rodeados de un leve tinte morado, burlándose de su falta de sueño en los últimos días. 
—¿Quién mierda eres Draco? No eres nadie sin el poder falso de tu apellido. Eres un imbécil más que cayó en la falacia de la grandeza de la sangre. ¡NO ERES NADIE!- su mirada descendió hasta el anillo familiar que se encontraba en su dedo. La imponente M resaltaba en sus delgados dedos.
Su puño se estrelló contra su reflejo y el espejo se quebró, dejando la marca hundida de su odio en el centro. La sangre comenzaba a deslizarse por todas las aperturas del vidrio roto, corriendo lentamente hasta manchar de carmesí la porcelana del lavabo.
—¡NO ERES NADIE! ¡ERES UNA MALDITA MENTIRA!
Otro golpe.
—¡NO ERES NADIE!
Otro golpe.
—¡MIERDA!
Su puño tenía un trozo de vidrio encajado profundamente entre sus nudillos, brotando sangre que caía sin gracia en el piso del baño. Su piel pálida hacía que el carmesí cubriera todo sin dejar rastro de su piel. Pero no le importaba. Le importaba una mierda si se desangraba en el piso del baño. Tomó el trozo de espejo entre sus dedos y de un brusco tirón lo sacó.
—¡MIERDA!
Su respiración era agitada y su visión comenzaba a ver puntos blancos que lo desorientaron. Sus piernas cedieron ante la sensación de mareo y cayó bruscamente.
Su mirada se centró en el trozo de espejo entre sus dedos. Que fácil sería hacerlo. Un rápido desliz en sus muñecas y su dolor se acabaría. La muerte de un cobarde, si. El merecía irse de este mundo como lo que era; un maldito cobarde.
Con la poca fuerza que le quedaba giró su cuerpo boca arriba y miró hacia el techo. Cobarde, ni siquiera podía ver su propio fin. El techo era negro ¿eso sería lo ultimo que vería? Un estúpido techo negro burlándose de el. Maldito cobarde. Lentamente movió su mano con el trozo de espejo entre sus dedos a su destino. Se estremeció ante la sensación del filo encontrando su piel. ¿Sería cierto lo que decía la gente de ver pasar toda tu vida ante tus ojos al  morir?
Dejó caer sus manos a los costados. El sonido del trozo de espejo rompiéndose contra el suelo llenó la silenciosa habitación. Su ropa comenzó a humedecerse. Se sentía pegajoso.
Ningún recuerdo de su vida comenzó a pasar por sus ojos. Lo cual era un alivio, no quería ver los recuerdos de mentiras pasando por su mente mientras moría. Cobarde. Pero una sensación de frialdad lo abrazo. El techo negro comenzaba a tener destellos blancos ¿estaba muriendo?
La frialdad lo inundó. Tenía sueño. Si, dormir era una buena opción. Dormir mientras esperaba su inminente muerte.
—¡DRACO! ¡NO! ¿¡QUE HICISTE!?
Unos cálidos brazos tomaron su cabeza.
—¡DIOSES, NO, NO TE ATREVAS A IRTE MALDITO IDIOTA!
La voz sonaba enojada. Pero no entendía lo que decía. ¿Se callo o dejo de escucharla?
—No quiero morir.
Una sensación de ardor hormigueaba en sus muñecas. Y después de eso, todo fue un abrasador negro.
Sus ojos seguían cerrados, los párpados le pesaban. La sensación de frialdad ya no lo rodeaba ¿había llegado al más allá? 
—Draco, tranquilo. Estás a salvo. Estás en tu habitación. Tómalo con calma ¿puedes escucharme? Asiente con la cabeza si me escuchas.
¿Movió su cabeza? Esperaba que si.
—Bien, Merlín eso no fue nada divertido. Voy a abrir tu boca, te daré una poción restauradora de sangre, por favor tómala, te ayudará a sentirte mejor.
Unos dedos tocaron su barbilla y la pócima comenzó a deslizarse por sus labios. La tomó y sus efectos fueron visibles. Su cuerpo se sintió con más fuerza. Lentamente abrió sus ojos, desorientado miró a su alrededor y sus ojos se  posaron sobre el cabello azul que se sentaba en una silla a su lado.
—Nymphadora- su voz era débil, apenas un susurro. Comenzó a levantar su torso para poder sentarse y verla mejor.
—Tómalo con calma, Malfoy. Perdiste mucha sangre- espetó una voz femenina desde algún lado de su habitación.
Esa voz. Le resultaba familiar el tono mandón en esas palabras. Giró su cabeza y sus ojos la encontraron recargada de brazos cruzados sobre el marco de la puerta del baño. Granger.
—¿Qué hace ella aquí?-las palabras raspaba como lija en su garganta. Sus ojos seguían fijos en la pequeña chica posada en su puerta que tampoco parecía ceder a desviar la mirada primero.
—Hermione me está ayudando con los preparativos de algo, venimos a hablar con mi madre de algunas cosas, pero al llegar y lanzar un revelio, te encontramos aquí—sus ojos se posaron brevemente en las muñecas de Draco pero se desviaron de inmediato a su rostro– Yo no sabía qué hacer, Hermione fue la que, yo no sé qué hubiera  pasado si ella no hubiera estado aquí—la voz entrecortada de Nymphadora hizo que la mirada de Draco se desviara de Hermione a ella. 
Su prima lo miraba con ojos llorosos, algo dentro de Draco se movió incómodo, cediendo ante la calidez de sentir que alguien se preocupaba por él.
-Gracias a ambas por ayudarme. No estoy listo para hablar de lo que sucedió, así que les pido que no lo mencionen.
                                           
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Un dragón también puede llegar a las estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora