DIARCO / Enzo Fernández X Julian Álvarez

CAPÍTULO 3 "La Cita"

CAPÍTULO 3: "LA CITA."

Capítulo 3

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Arrancamos..

En la penumbra de la costanera argentina de Buenos Aires, dos jóvenes se sentaron en una banca, riendo entre ellos. Con un choripán humeante cada uno en mano, compartían comentarios sobre que a Enzo se le cayó su coquita y el otro en vez de ayudarlo se le cago de risa, el sonido del mar de fondo acentuaba la complicidad del momento.

—Este es el mejor de la zona. -, decía Julian dando otro mordisco a su chori, mientras el otro asentía, satisfecho.

La noche avanzaba lentamente, pero el ambiente era tan romántico, divertido e íntimo que los mantenía atrapados en ese instante que para ellos era perfecto, un instante en el cuál el mundo exterior se desvanecía.

Un instante en el que eran sólo ellos, Enzo y Julián.

Enzo solo miraba al castaño, la luz de la luna caía sobre su rostro dándole un halo angelical. Se encontraba admirando al chico que tenía a su lado, detallando cada marquita de lo que pudo reconocer como acné, las cejas tupidas correctamente perfiladas, esos ojitos que brillaban mientras le hablaba de algo -que no estaba escuchando claramente- y esa sonrisa de labios finos y rosas como el chicle que tanto le gusta.
Quizás era muy poco el tiempo que se conocían, pero Enzo supo en este instante, que se enamoró.

Porque otra explicación no había, no podía existir otra razón por la cual no crea éso, no habia otra razón por la cuál Enzo podia estar tan embobado con el joven que conocía hace menos de un mes.

Julián se calló y dejó su parla cuando se dio cuenta que un dedo limpiaba la comisura de sus labios.

Su respiración se volvió lenta, e inhalo con lentitud.

"¿Soy yo o hace mucha calor?" Pensó el castaño, sintiendo su cuerpo arder.

Levantó los ojos y vio al morocho, que se encontraba mirando sus labios fijamente, se quedó sin aliento al notar esa mirada tan penetrante.

—bésame. -le pidió en un hilo de voz.

Enzo salio de su encantamiento y apartó su mano. -eh, perdón. -dijo confundido.

—no te hagas, si me escuchaste bien.

—¿te puedo besar entonces? -picanteo.

—sí, porfavor enzo.

El mayor acortó el espacio entre los dos, sus bocas se acercaron y sus labios se encontraron de forma desesperada no brusca, sólo con urgencia, sus lengua se encontraron en una danza lenta apasionada que con los minutos fue bajando la intensidad, fue el mejor beso que alguien le dio en sus diecinueve años a julian y era el primer beso que enzo daba con sentimientos reales en sus veintiún años -y eso medio que lo descolocó al último-, las mejillas del menor se tornaron carmesí, y enzo dejó un pico antes de separse completamente de sus labios a los que un hilito de saliva los unía aún.

Pero Julian sin pensarlo unió una vez más sus labios, pero ahora abrazándolo por el cuello, al otro lo tomó desprevenido pero no se separó, le siguió, mientras lo sostenía de la cintura -los choris quedaron probablemente en el suelo a medio comer-, para acercarlo más a su cuerpo.

"Mira la cinturita que se carga este hijo de pu.." pensó Enzo.

Se separó para buscar aire y le hablo. —puedo volverme adicto a esta boquita. -dijo y delineó con la punta de su lengua el contorno de la boca ajena. —más que lo soy de la merca. -largo una carcajada.