11. Soy John, el mensajero

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Las veía juntas muy de vez en cuando, y eso funcionaba lo suficientemente bien para él.

No quería darle la impresión a su novio de que había detestado a sus mejores amigas. Al contrario, sus amigas le habían empezando a caer bastante bien sin perjuicio del relativo silencio con el que empezó la velada (de hecho, apreció que no fueran tan efusivas como Brian temía), gracias a sus cálidas sonrisas y a las cortas interacciones cuando recién llegó a casa de su novio.

Todas menos Mary, que ella se vaya al Hades por antipática.

Pero la paz duró hasta que se desató el caos, y sus máscaras empezaron a caer. Y las musas se presentaron ante él como dictaba su divina naturaleza. Era una imagen que no podía borrar por más que intentara; puesto que bastaba con que sus rostros aparecieran entre la multitud en el Imperial para recordar qué eran realmente. Ya no las vería con la misma normalidad que antes. No eran estudiantes, o solo las amigas de Brian.

Las veía etéreas, con un halo de luz abrazando sus definidas siluetas. Sus largas cabelleras adornadas de los más finos cristales... o, en el caso de Urania, estrellas. Podía notar muy en lo profundo de sus miradas el resplandor de su belleza, y esa inteligencia y magnificencia que siglo tras siglo había inspirado a artistas de todas las disciplinas. Notaba su sacralización en todo lo que hacían, en su día a día.

No eran mortales, y era capaz de verlas bajo ese disfraz de mortalidad; porque ellas querían que las viera así, y se lo permitían sin filtros. A modo de una gentil advertencia de que conservaban su poder intacto, y lo observaban más que nunca.

No había cómo explicarle en palabras sencillas a su novio que sus amigas eran unas cuantas de sus miles de hermanas... que le caían mal.

No tenía tampoco ningún compromiso hacia ellas (o de eso trataba de convencerse).

Honestamente, había hecho poco (o casi nada) por penetrar el subconsciente de su novio en busca de su proyección de energía, y por desatar los recuerdos del Olimpo que vivían en su cabeza. No quería ni recordar que su novio era potencialmente familia (creyó en realidad que era posible para un dios de su rango, sobre todo ya que había sido recluido con los hombres, alejarse de comportamientos endogámicos, pero resulta que no... el comportamiento probablemente era un rasgo heredado de su padre). No obstante, a pesar de sus esfuerzos por evadirlas, su novio trataba de hacer que esas dos esferas importantes de su vida convivan, invitándolo así a la casa por insistencia propia y de ellas.

Un "prepararé un quesillo esta tarde, dile a Roger que venga", de Anita. O un "creo que a Roger le podría gustar ese museo al que vamos, dile que está invitado" de Chrissie.

El rubio aceptaba casi siempre, pero hacía lo posible por evitar quedarse solo con una de ellas cuando Brian se iba al baño, o por su almuerzo en el patio de comidas cuando iban de compras con Dom o Sarina. No iba a dirigirles la palabra y, en general, trataba de que las salidas sean esporádicas. Buscaba que no fuese recurrente el verlas, sacándolo a citas solo para los dos e invitándolo a pasar el fin de semana en su casa o, de ser posible, la semana entera. Por suerte, las musas parecían entender las indirectas, y se turnaban para seguirlo cuando podían; y lo dejaban en paz cuando no.

Eso sí, resultaban ser considerablemente agradables cuando estaban solas, pero jamás se lo admitiría a nadie. Al final, juntas eran tan bulliciosas como las recordaba, y no le era difícil rememorar el por qué solía odiarlas tanto. Eran un derroche de energía que no le permitía ni procesar lo que ocurría alrededor suyo, y eso que él no era particularmente a fin a la calma... pero sí a que lo dejen jodidamente en paz. Además, su tipo de energía era irritante; y extremadamente adornada con cursilerías que le solían causar náuseas el instante en el cual llegaban a la fiestas del Olimpo, y vaya, siempre estaban invitadas a esas fiestas. Ahora, solo le generaban cansancio.

ι ∂єѕ¢єη∂ υρση уσυя єαятн ƒяσм тнє ѕкιєѕ | ᴍᴀʏʟᴏʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora