𝐅𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝𝐬 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐚𝐬𝐭.
En un pasado lejano, dos jóvenes se separaron sin conocer el destino del otro. ¿Será el destino el encargado de unir sus caminos? Dos mundos opuestos, dos adolescentes, un amor correspondido pero prohibido...
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El pelo negro entró al edificio, seguido por Gregory. Detrás de Gregory entró aquella chica pelinegra.
— ¿Tú sabes quién es ella? — Preguntó la chica, mirando a Marcus.
— No lo sé. Es la segunda vez que vengo aquí. — Respondió Marcus.
— ¿Hace cuánto tiempo llegaste al santuario? — Preguntó la chica.
— ¿No lo sabes? — Preguntó Marcus. — Un poco más de un mes. No sabía que vivías allí hasta que entré a tu habitación por error. — Marcus miró hacia adelante.
— No lo sabía. — Respondió la chica. — Casi nunca salgo de mi habitación. Solo cuando estoy con él. — La chica miró hacia adelante.
— ¿Siempre?, quiero decir, a veces estar siempre con la misma persona puede ser... sofocante. — Dijo Marcus.
— Lo sé. — Murmuró la chica.
La chica no dijo más, solo se quedó callada.
Sam.
Seguimos caminando, observando a detalle la comunidad. Era un lugar muy lindo, las personas tenían sus trabajos, pero no parecían molestos al hacerlo, si lo que lo disfrutaban, eso jamás pasaría en el santuario
— ¿Gustan? — Una mujer algo mayor se acercó a nosotros con una canasta llena de manzanas.
— Gracias. — Dije, tomando una manzana con una sonrisa.
Marcus también tomó una.
— ¡Hey! ¡Aléjate de ellos, es la chica de Smith! —gritó un chivo.
La mirada de la mujer cambió, el miedo podía verse en sus ojos.
— Lo siento. — Ella susurró, alejándose rápidamente.
— No sé qué fue lo que él hizo. Es la primera comunidad que visitó. — Dijo pasado mi mano por la manzana.
— ¿Llevas meses sin salir de ahí? — Preguntó Marcus.
— Sí. — Respondí.
Estábamos frente a los cultivos, tenían gran variedad.
— La comunidad no es tan grande, pero se ve bien. — Dijo Marcus.
— Parece que ellos sí disfrutan lo que hacen. — Dije, mirándolo a una mujer cuidando los cultivos con una sonrisa.
— Cuida muy bien de los cultivos. — Dije, mirando a la mujer.
— Gracias. — Dijo la mujer aún con una sonrisa en el rostro.
Me alejé de los cultivos. Marcus me seguía.
[ . . . ]
Habían pasado pocos minutos, pero fueron largos.
El pelinegro salió, su respiración estaba agitada, acomodaba su cabello con su mano. Se acercó. La chica, mientras intentaba regular su respiración.
— ¿Qué te pareció la comunidad? — Preguntó el pelinegro.
— Es... linda. — Respondió la chica, mirando a su alrededor.
— ¿Quieres quedarte unos días? — Preguntó el pelinegro. — Estaré muy ocupado, no tendré tiempo para verte. —
— Sí... Si quieres, no tengo problema. — Dijo, algo nerviosa.
— Quédate unos días, así podrás conocer más personas. — Dijo el pelinegro.
— ¡Hora de irnos! — Gritó Simon.
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