Daniel Carvajal x Lamine Yamal

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"Teacher's pet."

***

Lamine Yamal, estudiante de bachillerato, acudió al instituto como de costumbre.

Aunque, siendo sincero, preferiría haberse quedado en casa viendo alguna serie. Era lunes y sus ganas de moverse habían quedado reducidas a cero, como de costumbre.

Entró a su clase a las ocho de la mañana, tenía cara de haber dormido más bien poco.

Pau, uno de sus compañeros, se rió de él en cuanto lo vio aparecer.

-Ostia, ¿has dormit? Vaya cara -le dijo-.

-Gracias, amigo -sonrió con amargura y se sentó a su lado-. Yo también te quiero.

Cubarsí rió y se acomodó en su asiento. El timbre sonó y ambos jóvenes sacaron sus cosas de la mochila. El libro, el cuaderno y los bolígrafos.

Un par de minutos después, el profesor de Historia de España, que también era su tutor, apareció por la puerta. Lamine, desde su sitio, lo observó durante algunos segundos. Pensó que verlo era lo único bueno que tenían los malditos lunes.

-Buenos días, chicos -dijo el hombre mientras dejaba sus cosas en la mesa-.

-Buenos serán para usted, yo tengo bastante sueño -murmuró una chica al final de la clase-.

Daniel rió un poco, Lamine se derritió por completo.

-Te entiendo, Giménez.

Después se retiró el abrigo, dejando ver su habitual camisa remangada. Tomó un rotulador y se volvió hacia la pizarra. La camisa que llevaba ("Bendita sea, por cierto") resaltaba los músculos de su fuerte espalda. Escribió la fecha.

-Abrid el libro por la página ciento treinta y dos, por favor. Empezaremos corrigiendo los ejercicios del viernes.

Terminó de escribir y se volvió hacia sus alumnos.

-¿Algún voluntario?

Nadie, excepto Pau, se atrevió a levantar la mano.

-Bien, Cubarsí. Gracias por tu colaboración. Acércate, por favor.

Su mejor amigo tomó su libreta y caminó hasta la pizarra. El profesor le tendió el rotulador, él empezó a
escribir.

-Y los demás -dijo el hombre, señalándolos-, podríais intentar participar un poco.

Lamine se encogió en su sitio. Podía soportar participar desde su silla, pero muy pocas veces era capaz de salir a la pizarra. ¿Y si fallaba y hacia el ridículo delante de la clase? Y del profesor.

Cubarsí apuntó el enunciado de los ejercicios en la pizarra y los completó. Cuando el profesor le dijo que estaban perfectos, volvió a su sitio con una sonrisa orgullosa en la cara.

Lamine miró su cuaderno y comparó sus resultados. Hizo una mueca. Mejor que empezase ya a corregir.

-Joder -murmuró-, sólo tengo dos preguntas bien.

Pau rió con picardía a su lado, Lamine no entendía por...

-Podrías pedirle clases extra al profe.

El menor miró a su amigo con amargura.

-Ja, ja, qué gracioso...

-Lo digo en serio, así podrías...

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