1

22 1 4
                                    

Nueva ciudad, nueva vida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Nueva ciudad, nueva vida. Al menos eso creía. 

Mi vida dió un giró repentino cuando mi abuela materna falleció, dejándonos su casa como herencia; mi padres no pensaron más al saber que rentabamos un lugar con lo cuál por suerte llegábamos a fin de mes. 

Ví a mis padres llorar por la muerte de mi abuela, pero yo no podía. Sentía tristeza de su partida, pero realmente no la conocí. Mamá tuvo que marcharse al tener problemas con su familia materna; por lo cual no me asocie mucho desde bebé. 

Seguramente ella si me conocía a mi, y me encargaria de enorgullecerla junto a mis padres, gracias a que ella pensó en nosotros en su testimonio post muerte, podemos tener una nueva oportunidad. Puedo tener una nueva oportunidad de ser mejor. 

Paraná. Así se llamaba mi nueva ciudad. Suena bien. 

Caminé a paso apresurado, mirando mi reloj en la muñeca izquierda; eran las doce y diez pm. Llegaré a tiempo. 
Me sentí incómodo con el uniforme nuevo. No por que era incómodo en si, si no porque siempre creí que el blanco no iba conmigo. 

—Espero que esta secundaria sea mejor que la anterior —pensé mirando el cielo mientras caminaba por la acera. 

Por el rabillo del ojo logré ver a un grupo de personas. Eran tres adolescentes golpeando uno en el suelo. 
Me mordí el labio inferior, mi instinto de justiciero quería salir. Pero no era problema mío, ¿o sí? 

—Dios, León, eres un idiota —me maldije mientras me acercaba a la bulla. 

Puse una mano sobre el hombro de unos de los chicos, pidiéndole de manera amable que ya pararán. Pero me recibieron lanzándome un puñetazo; al que logré esquivar gracias a mis reflejos. 
Tensé los músculos de mi brazo derecho para golpear de nuevo. Pero antes de poder contraatacar, corrieron como ratas. 

—Estupidos niños —susurré luego de bajar el brazo, libre de todo peligro—. Últimamente estan todos muy atrevidos. 

—¡Malditos Black Shadows, me la pagaran caro! —gritó el adolescente del suelo, levantándose—. Gracias amigo, me llamo Genaro. 

—No soy tu amigo —afirmé cruelmente continuando mi camino, pero ese pequeño no me dejó irme en paz. 

—Peleas muy bien, deberías enseñarme o unirte a la pandilla de mi prima —mencionó entusiasmado, tirando puñetazos al aire. 

—Solo esquivé su golpe —susurré por lo bajo—. Pandillas. Puf. Esta secundaria sí que será un dolor de huevos. 

—¿Cual es tu nombre, amigo? —preguntó siguiéndome de cerca. 

Apresuré el paso, ignorandolo, pero continuó detrás de mí hasta llegar a mi salón de clases; donde se dio por vencido y se fue. 
Suspire de alivio, observando un asiento libre junto a una pelinegra bonita.

Rip GangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora