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Narra León

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Narra León. 

Con su mirada fija en mí, mi cuerpo se sintió completamente helado; tenía al líder de Vipers Crew justo delante de mis ojos. 
Lara había mencionado su posición, y su pandilla rivalizaba con Rip Gang por el top uno de la ciudad. 
Mis manos temblaban, pero de todas formas apreté fuerte mis puños y me puse en guardia. 

—Detente —indicó con una sonrisa atemorizante en su rostro—. No vengo a pelear contigo. Te he visto pelear, y no lo haces mal, aunque me gustaría ver tu verdadera fuerza. 

—¿A qué te refieres? —pregunté, bajando los hombros un poco más tranquilo. 

—Sé que te estuviste conteniendo contra esas ratas —confesó acercándose a mi—. Sé que tienes algo más para mostrar. 

—Me contuve porque no quería dañarlos —agregué con una pequeña sonrisa incómoda—. Prefiero evitar las peleas. 

—Lamentablemente hay una que no puedes evitar —afirmó muy cerca de mi rostro—. Brandon será difícil, pero sé que podrás. Si ganas te daré cinco mil dólares, si pierdes serás mi lacayo. 

—¿Eso es una amenaza? —pregunté muy confundido—. Perdón, pero no pelearé con ese tipo. Y no es no, no me hagas golpearte. 

—Mira, chico… No envié a mis muchachos porque viendo lo de hoy temprano, sé que podrías vencer a la mayoría —. Llevó su mano hacia mi hombro—. No obstante, no olvides que yo soy el líder. No subestimes mi fuerza. 

Apretó mi hombro con fuerzas, y aunque intenté hacerme el fuerte, dolía. Dolía mucho. 

—No voy a pelear, Mamba —respondí serio, intentando ocultar mi debilidad. Aunque sé que se me habrá escapado más de una mueca de dolor. 

Mi vista se enfocó justo detrás de su hombro; ví como Lara intentaba huir de Brandon, pero este la tomó con mucha fuerza de su frágil brazo. La tiró hacia atrás y le dió una cachetada. 
El golpe, con sonido compacto, y las carcajadas de sus hombres me hicieron hervir de ira. 
No fue hasta que ví su mano alzarse nuevamente cuando ataque. Corrí a todo lo que mis piernas podían: notando el explosivo dolor en mis gemelos por comenzar a correr a toda velocidad hacia Brandon. 
Salté y le solté una patada. Él logró verla, cubriéndose con sus brazos y retrocediendo unos pasos. 

—Maldito —gruñó incorporándose nuevamente—. Chicos, agarrenlo. 

Sus muchachos se quedaron inmóviles, y Brandon no tardó en darse cuenta el por qué. 

—¿Qué haces por aquí, Ludmila? —preguntó Mamba apareciendo por las espaldas de León, estirando sus brazos con una sonrisa de oreja a oreja. 

—Vengo a hablar con el nuevo, ¿y tú, Santiago? —respondió Ydrex, sería, con sus manos en los bolsillos. 

No tardaron mucho en ponerse frente a frente. 
Podía notarse como un aura oscura envolvió el lugar. Quedé perplejo de verlos cara a cara, pero mi rabia hacia Brandon no cesó. 

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