Lands End - Siouxsie and the Banshees

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Londres, Inglaterra 1995

La ansiedad invadía el esternón de Alfred, justo después de acabar sus estudios de "high school", no sabía que hacer de su vida, en realidad, había estado viviendo en automático durante 19 años, hacía lo que sentía que era correcto hacer, nada más, era un joven americano  como cualquier otro: alto, rubio, ojos azules, corpulento y sonrisa de oro.
Practicaba futbol americano, salía a fiestas con sus amigos y disfrutaba de la pesca, pero hacía estas cosas por que es lo que la demás gente hacía, es todo lo que conocía, así que antes de elegir una carrera y entrar a la dura vida de adulto llena de responsabilidades, quería encontrarse, quería aventurarse a lo desconocido.

Alfred iba atrapado en los pasillos del descuidado subterráneo de la ciudad de Londres, se suponía que su hermanastro, Arthur: un joven ingles en sus veintes tardíos, lo recogería en el aeropuerto, pero jamás se presentó. Alfred lo vio contadas veces en su vida cuando era un pre adolescente, pero no estaba seguro de siquiera ser capaz de reconocerlo si se lo encontrara en la calle, jamás tuvieron una relación estrecha, debido a el océano que los separaba al uno de el otro. Además de ni siquiera ser familia sanguínea. Pero aún a pesar de esto, Alfred había decidido que lo mejor sería que mientras vivía en Inglaterra, lo mejor era que Arthur le diera posada.

Y así, con tan solo una dirección e instrucciones anotadas en una pequeña agenda destinada a anotar números de teléfono fijo, se dirigía a dicho destino. Después de algunas vueltas en la fría ciudad, entre llovizna, transeúntes diversos,y al fin decidir pagar un taxi, llegó a las 6:00 de la tarde a un edificio comunitario. Pasó por la seguridad de el lugar, la cual se veía de adorno, pues el guardia era indiferente a quien entrara o saliera de el lugar, subió por un anticuado, averiado y "rechinante" elevador que parecía más viejo que el mismo Alfred. En el piso 7, departamento 71, afuera de una puerta verde, claramente rota y reparada en repetidas ocasiones, se escucharon tres golpes del nudillo de Alfred, en un orden que casi imitaban una melodía.


La puerta se abrió rompiendo el suspenso y  pesado silencio que ponía los nervios de Alfred de punta, revelando así a un hombre de baja estatura comparada con si mismo, cejas pobladas, fruncidas, ojos verdes y una expresión de disgusto, no parecía contento de verlo, aún así, Alfred lo cargó entre sus brazos separando las puntas de los pies de el sajón de el suelo, lo mecía de lado a lado con emoción, lo cual no era difícil pues Alfred era un muchacho fornido, y Arthur era considerablemente delgado en suelo comparación. Alfred reía regocijado, mientras que el mayor se quejaba entre sus brazos y tronaban algunos huesos.

¡Arthur, Qué bueno verte! Jamás imaginé volverte a ver y de esta forma, gracias por dejarme quedarme contigo unos meses.

Cuando arthur sintió que Alfred lo dejó en el suelo y lo soltó, dio dos pasos des balanceándose hacia atrás, en desesperación se agarró de el marco de la puerta, manteniendo así el equilibrio, bufó haciéndose a un lado para dejar entrar a Alfred al lugar.

Había olvidado lo pegostioso y encimoso que eres, no creas que lo hago por gusto, lo hago por pena y por qué no tenía de otra, pero adelante, instálate por qué pronto tengo que irme a trabajar.



Las hostiles palabras de Arthur no eran sorpresa para Alfred, y seguramente no lo serían para nadie, él era así, difícil, una persona demasiado compleja, y Alfred lo sabía, sabía que así era con él y con el resto de el mundo, así que no se lo tomo personal, entro, Arthur lo guió hasta su recámara que en realidad era el cuarto de lavado con una colchoneta en medio, pero no pudo quejarse, había dormido en lugares peores. El departamento tenía un aura lúgubre, desdichada, las paredes llenas de salitre, el "desorden ordenado", el olor a humedad que traspasaba las ventanas, los muebles viejos y descoloridos, y la cocina que parecía que la había hecho explotar y no se molestó en levantar las cenizas. Alfred no era el tipo de persona que juzgaba casas ajenas a pesar de haber vivido en algunos de los lugares más prestigiosos de Texas, era consciente de que nada era para siempre y nada estaba asegurado, así que jamás juzgaba una situación así, además, este era su nuevo hogar, aunque sea por algunos meses.

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