Los días pasaban con una normalidad que, al principio, Hansi no comprendía del todo.
Desde que Bojan se había mudado con ellos, todo parecía haber caído en su lugar de una manera sorprendentemente natural.
La casa estaba llena de risas, cenas compartidas y momentos que nunca había imaginado tener, especialmente después de todo lo que había vivido en sus saltos en el tiempo.
Y sin embargo, una duda persistía en el fondo de su mente.
¿Por qué no había pasado nada más?
Cada noche, antes de quedarse dormido al lado de Bojan, se preguntaba lo mismo.
¿Por qué no había dado el salto al futuro?
Cuando vivió aquellos momentos críticos con Gavi, los saltos siempre llegaban de forma repentina, sin aviso, llevándolo a la siguiente etapa de su hijo, obligándolo a reparar los errores del pasado.
Pero ahora, con Gavi creciendo, con Bojan a su lado, con cada día que pasaba lleno de amor y paz, nada sucedía.
Una tarde, mientras estaban en el jardín, Gavi jugaba con un balón a pocos metros de ellos, riendo mientras Bojan lo animaba desde el porche.
Hansi lo observaba, sintiendo una mezcla de alegría y confusión. El tiempo seguía su curso, y no había señales del próximo salto.
—¿En qué piensas, amor?—Preguntó Bojan, acercándose a Hansi con una sonrisa suave en los labios, sus ojos reflejando una tranquilidad que Hansi aún no podía alcanzar por completo.
Hansi suspiró, mirándolo a los ojos. Sabía que podía ser honesto con Bojan, que no tenía que ocultar lo que lo inquietaba.
Desde que Bojan había llegado a sus vidas, todo había cambiado para mejor, pero esa duda persistente lo seguía atormentando.
Además, Bojan sabía todo... Al principio creyó que Hansi estaba jugando, pero cuando le dijo ciertas cosas que aún no sucedían y que al poco tiempo ocurrían, Bojan empezó a creer.
Como que Messi iba a ganar el balón de oro, que el Barcelona iba a ganar la Champions, que... Deco iba a dormir con cuatro travestis... Eso último fue lo que realmente había hecho creer a Bojan, entonces le contó todo, lo que había pasado, sus saltos en el tiempo y... La muerte de Gavi.
—Es solo que… —Comenzó Hansi, sin saber bien cómo expresarlo.
—Llevo meses esperando el siguiente salto. Siempre ha sido así. —Hansi hizo una pausa, mirando a Gavi, que seguía jugando sin preocupaciones.
— Cada vez que Gavi vivía un momento importante, un error que cometí en el pasado, el tiempo me llevaba al futuro, a la próxima etapa. Pero ahora… —Se encogió de hombros.
—Nada ha pasado.
Bojan lo observó en silencio por un momento, procesando sus palabras. Siempre había sabido que Hansi cargaba con un peso invisible, una lucha interna que pocas veces compartía abiertamente.
Pero esta vez, Bojan entendió lo que Hansi estaba diciendo, y con esa comprensión llegó una sonrisa tranquila.
—Quizás es porque ya no hay saltos que dar. —Dijo Bojan, su voz suave.
Hansi lo miró, confundido. ¿Qué quería decir con eso?
—¿A qué te refieres? —Preguntó Hansi, entrecerrando los ojos.
—Piensa en ello, Hansi.—Dijo Bojan, tomando su mano.
—Desde que volviste a la vida de Gavi cuando tenía cinco años, todo ha cambiado. Tú cambiaste. Has estado aquí, has sido el padre que él necesitaba.—Hizo una pausa, apretando suavemente la mano de Hansi.