Soundless Voice 「Narusasu」

IV

Naruto despertó con el sonido de las campanas del puerto resonando en la lejanía. El sol ya estaba alto, y el brillo del día entraba por la ventana, inundando su habitación con una luz cegadora. Por un momento, sintió el peso de la realidad caer sobre él como una losa. Todo lo que había sucedido la noche anterior le parecía irreal, como un sueño extraño del que recién estaba despertando. Pero no era un sueño. Su encuentro con el tritón herido había sido real, tanto como el dolor que todavía sentía en su cuerpo por haber cargado a la criatura hasta su refugio secreto.

Se incorporó rápidamente, su mente ya anticipando lo que debía hacer. Tenía que regresar al refugio, comprobar si el tritón seguía allí y si su estado había empeorado. Pero antes de eso, necesitaba llevarle algo que pudiera comer. Naruto no tenía idea de qué comían los tritones, pero supuso que pescado o algo del mar sería lo más lógico. También tendría que pensar en cómo tratar mejor la herida. El vendaje improvisado de la noche anterior no sería suficiente por mucho tiempo. Necesitaba suministros, vendas y quizás algo más para limpiar la herida.

Mientras bajaba las escaleras, tratando de no llamar la atención de sus padres, su mente no dejaba de planificar. Sabía que no podía permitirse levantar sospechas, así que actuó con normalidad, saludando a sus padres e inventando una excusa sobre por qué había dormido más de lo usual. Sus padres no le dieron demasiada importancia, ocupados con sus propios quehaceres, lo cual le alivió. Aprovechó el momento para tomar un poco de comida, pan y frutas, junto con una pequeña red de pesca que guardaba en el cobertizo, y salió sin perder tiempo.

El camino hacia el refugio, aunque lo conocía de memoria, le pareció más largo esta vez. Su corazón latía con fuerza, temeroso de lo que podría encontrar. ¿Y si el tritón no había sobrevivido a la noche? ¿Y si su herida había empeorado? La idea de que la criatura pudiera haber muerto sola, entre la roca y el mar, le revolvía el estómago. Cuando finalmente llegó, se quedó inmóvil por unos segundos, observando la cueva desde la distancia. Todo parecía tranquilo. No había señales de movimiento, pero eso no significaba nada.

Con pasos cautelosos, se adentró en la cueva. El tritón seguía allí, tendido sobre el suelo, con su cola aún vendada de manera rudimentaria. Sus ojos estaban cerrados, y por un momento, Naruto sintió el miedo atenazar su pecho. Se agachó junto a él, estirando una mano temblorosa para comprobar si aún respiraba. La piel fría del tritón se estremeció levemente bajo su toque, y el rubio exhaló un suspiro de alivio. Estaba vivo.

Sin perder tiempo, comenzó a deshacer el vendaje de la cola para ver la herida con mayor claridad. El arpón había causado un daño considerable, pero afortunadamente no parecía infectado. Sin embargo, necesitaba limpiar la herida adecuadamente si quería evitar complicaciones. Con agua de mar y un trapo que había traído, hizo lo mejor que pudo para lavar la sangre seca y los restos que quedaban. El tritón se retorció de dolor, pero no emitió ningún sonido. A cada gesto, sus ojos, aunque apagados, seguían atentos los movimientos de Caleb.

Mientras realizaba la curación, Naruto intentó hablarle de nuevo, como si el sonido de su voz pudiera aliviar el sufrimiento de la criatura. — Sé que duele, pero tengo que hacerlo. Tienes que resistir, ¿de acuerdo? No dejaré que te pase nada malo —. El tritón, aunque no respondía verbalmente, parecía entender, o al menos confiar en él. Naruto sentía una conexión inexplicable, algo que iba más allá de las palabras, como si ambos compartieran un lazo invisible hecho de necesidad y compasión mutua.

Después de limpiar la herida, Naruto dejó algunos pescados que había atrapado cerca de la costa, con la esperanza de que el tritón los reconociera como comida. No sabía si la criatura tenía fuerzas para comer, pero era lo único que podía ofrecer en ese momento. Luego se sentó a su lado, esperando, observando cada pequeño movimiento del tritón, buscando señales de mejora.