Capítulo 16

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Dos días después

El cuento de hadas ha terminado.
Es fácil permanecer en un mundo imaginario cuando estás encerrado en una torre que es asaltada por un rey despiadadamente apuesto y cruel. Ahora ha vuelto a la realidad. Debo enfrentar las partes difíciles de mi vida. Las que desearía poder evitar. Decir adiós a un capítulo de mi historia. El dolor arde dentro de mí, enojado y devastado, pero mi bestia lo congela y rechina los dientes. No hay tiempo para la debilidad. He pasado todo mi reinado siendo débil. Ya no soy el doncel que era. He cambiado. Mi corona pesa sobre mi cabeza, recordándome mi lugar en este reino. Cuando entro al comedor, Namjoon se sienta a la cabecera de la mesa, con una expresión impasible en su rostro. Lo único que indica que siente algo por mí es una pequeña contracción en su mandíbula.

—Buscador de la Verdad —saludo fríamente.

—Castigador.

Me trago mi ira y aparto los ojos de él mientras espero.

—¿Dónde está mi hermano?

—En camino —me asegura, poniéndose de pie.

La temperatura baja unos pocos grados mientras intento mantener mis sentimientos bajo control. Cuando escucho la voz de Boonseok mientras le grita a Jackson, mi ritmo cardíaco se acelera. Sus pasos se aceleran y me giro a tiempo para atraparlo en un abrazo.

—Mi hermano —grita, apretándome fuerte.
     
—Hermanito —digo con voz ahogada—. Aquí estás.

Se aleja, sus manos sobre mis hombros, y me inspecciona.

—¿Cómo estás? ¿Te ha lastimado?

Tan hermoso.

Una réplica exacta de su papá, incluso hasta la forma en que su pecho sobresalen de la parte superior de su camisa, atrayendo a cualquier hombre con una polla que funcione. Sus labios están pintados de rojo y sus ojos están delineados de negro. Su belleza siempre fue algo de lo que tuve envidia.

—Eso es suficiente —espeta Namjoon, agarrando mi brazo y tirando de mí hacia atrás.

Boonseok lo fulmina con la mirada.

—¡Quita tus manos de mi hermano, monstruo!

Namjoon convoca sus fuegos y su palma arde al rojo vivo, haciendo a Boonseok retroceder varios pasos. Apaga su calor y luego saca una tela de su bolsillo. Cuando estira la mano y retira mi corona de mi cabeza, Boonseok grita con horror.

—Seokjin—gime, con miedo en su voz—. Corre.

—Si corre, lo atraparé —promete Namjoon en un tono perverso, enviando un escalofrío por mi columna vertebral. Pone la corona a mis pies y luego ata la tela alrededor de mi cabeza, silenciándome para que no hable.

No peleo con él.

Sabía que esto iba a suceder.

Usa su látigo para atar mis manos detrás de mí, recordándome nuestro primer encuentro.

—Los reyes donceles se ven bonitos de rodillas —gruñe, empujando la parte posterior de mis piernas con las rodillas, obligándome a caer hacia adelante. Me agarra del cabello antes de que aterrice dolorosamente y me mueve con cuidado el resto del camino—. Encantador.

—Seokjin—dice Boonseok entre lágrimas—. Lo siento mucho.

Namjoon resopla mientras se acerca a él. Juega con un mechón oscuro de su cabello, su calor hace que el aire a su alrededor se ondule.

—¿Por qué lo sientes? —pregunta, su voz suena un poco divertida—. ¿Porque no puedes salvarlo?

Asiente, con lágrimas gruesas bajando por su bonito rostro.
 
—Todo lo que has hecho toda tu vida es tratar de salvar la suya —dice como si sintiera pena por él—. Has dedicado toda tu vida a esta moribundo rey de las nieves. ¿Es eso cierto, príncipe?

Mi amado rey de las nieves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora