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Estoy de vuelta en el monte Blackwood, y no puedo evitar sentir una mezcla de nervios y nostalgia. La cabaña de los Washington se alza en la distancia, oscura y majestuosa, pero cargada de recuerdos que preferiría olvidar. Josh nos invitó para "cerrar el capítulo", aunque todavía no estoy segura de que sea lo correcto. Mi psicólogo me animó a venir, dijo que enfrentarme a este lugar me ayudaría a seguir adelante. Y, aunque acepté con recelo, sabía que no podía dejar a Josh solo en esto.

El frío es casi insoportable, y la tormenta parece cada vez más cercana. La nieve cae en gruesos copos que se acumulan rápidamente en el suelo. El autobús que me dejó aquí desaparece en la distancia, dejándome sola en medio del bosque, con el único sonido del viento que agita las ramas de los árboles. Me dirijo al teleférico, y el aire helado me corta la piel. Por supuesto, el portón está roto. En el candado cuelga una nota con la inconfundible letra de Chris:

El portón está roto, pasa por arriba.
—Chris.

Un suspiro escapa de mis labios. Subo el muro con rapidez, sintiendo una punzada de ansiedad mientras cruzo al otro lado. Abro la cabina del teleférico con las llaves que Josh me dio, recordando su comentario sobre cómo una vez encontraron a unos desconocidos durmiendo aquí. Me encierro en la cabina y pongo el teleférico en marcha, observando cómo la estación se va haciendo cada vez más pequeña mientras la cabina asciende.

Los minutos pasan lentamente, y la cabina se tambalea levemente con el viento. Al fin, llego al otro lado, y la estación me recibe con su aire desolado y solitario. Pero, al mirar mejor, veo una figura familiar en la entrada. Es Jess, que espera junto a la barandilla.

—¿Qué haces aquí sola? —pregunto mientras me acerco, tratando de darle a mi voz un tono ligero.

—¿Yo? Nada, simplemente esperando a que los demás lleguen —responde con una sonrisa despreocupada. Ambas intercambiamos una breve mirada, y logramos esbozar una sonrisa.

—Claro, claro... Te veo en la cabaña —le digo con un gesto de despedida, caminando hacia la salida.

—Nos vemos allí, Dars —me llama por mi apodo habitual, aunque su voz no tiene el mismo tono de siempre.

Al llegar a la cabaña, noto que ya están allí Ash, Matt y, por supuesto, Josh. Me saludan con una especie de coro descoordinado, y les devuelvo una sonrisa tímida. Me siento extraña estando de nuevo aquí, pero ver a Josh me reconforta un poco. Me acerco a él y, antes de que pueda decir algo, me envuelve en un abrazo. Hay algo en sus ojos que me hace pensar que esto es más difícil para él de lo que deja ver.

—Darcy, me alegro de que hayas venido —me susurra mientras me sujeta por los hombros, sonriéndome con calidez.

—Bueno, ya sabes... No podía dejar que pasaras por esto solo —respondo, aunque siento un leve nudo en la garganta.

—¡Eh, Josh! —interviene Chris con su tono de siempre, interrumpiendo el momento. Está acompañado por Sam, y mi respiración se corta un segundo al verla.

Sam y yo éramos inseparables antes de lo que ocurrió. Cuando estuve en el centro psiquiátrico, no mantuve el contacto con nadie. Incluso después de salir, me sentía demasiado avergonzada para buscar a mis antiguos amigos. Ahora que la tengo frente a mí, parece que los meses de silencio pesan más que nunca. Nos miramos, y durante un instante, no sé qué decir.

—Sam... —mi voz suena más débil de lo que esperaba.

—Darcy —responde ella, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y alivio. No dice más, simplemente da un paso hacia mí y me envuelve en un abrazo apretado, como si quisiera asegurarse de que realmente estoy aquí. Me quedo rígida por un momento, pero luego devuelvo el abrazo, sintiendo una mezcla de culpa y añoranza.

—Pensé que no vendrías —murmura, apartándose ligeramente para mirarme a los ojos.

—Josh insistió, y... bueno, mi psicólogo dijo que podría ayudarme —digo con una pequeña sonrisa.

—Es bueno verte de nuevo, Darcy. De verdad —dice Sam, y por primera vez en mucho tiempo, siento un poco de esperanza de que, tal vez, las cosas puedan arreglarse.

Chris se une a nosotras, y los tres comenzamos a caminar hacia la casa, mientras el viento aúlla a nuestro alrededor. La tormenta está a punto de comenzar, pero por alguna razón, el frío no parece tan penetrante como antes.

Llegamos al porche de la cabaña, y me doy cuenta de que la cerradura de la puerta principal está cubierta de una capa de hielo. Josh se adelanta y trata de abrirla, pero el pomo no cede.

—Está congelada... —gruñe Josh, soltando un suspiro de frustración—. Genial, justo lo que nos faltaba.

Miro la cerradura y luego a Josh, que me devuelve la mirada. Me sostiene la mirada un segundo más de lo necesario, como si quisiera decirme algo, pero finalmente se gira hacia Chris.

—Oye, Chris, creo que tengo una idea para esto —dice, haciendo un gesto con la cabeza para que lo siga.

Chris asiente y los dos se alejan del porche, dejando atrás la risa nerviosa de Chris que se mezcla con el sonido del viento. Me quedo en silencio un momento, observando cómo Josh se aleja, sintiendo esa mezcla incómoda de nostalgia y arrepentimiento que siempre aparece cuando pienso en nosotros.

Ash se cruza de brazos, tiritando un poco, y Sam da un paso hacia mí.

—Parece que esta noche va a ser más larga de lo que pensábamos, ¿eh? —comenta Ash, haciendo un esfuerzo por sonar animada.

—Al menos no estamos atrapadas en el teleférico —responde Sam, echándome una mirada de reojo—. Oye, Darcy, ¿cómo... cómo te has estado sintiendo?

No sé si es el tono de su voz, o la pregunta en sí, pero algo en mí se tensa.

—He estado... mejor —digo finalmente, con una media sonrisa—. Mi psicólogo dice que he avanzado bastante. Así que... aquí estoy, intentando seguir adelante. Como todos, supongo.

—Eso suena bien, Darc. Me alegra verte aquí, de verdad —responde Ash, con una calidez en su voz que no recordaba. Sam asiente de acuerdo, mirándome con una mezcla de comprensión y alivio. No sé si les he convencido del todo, pero la conversación al menos rompe un poco la tensión.

Me siento fuera de lugar, como si no perteneciera realmente aquí. Pero también sé que, en el fondo, estar de vuelta en la cabaña es algo que necesito hacer, aunque sea solo para demostrarme a mí misma que no tengo que vivir con miedo.

—¿Cuánto crees que van a tardar esos dos en encontrar una solución? —pregunto finalmente, intentando cambiar de tema.

—Si Josh ha arrastrado a Chris a alguna locura de las suyas... quién sabe —dice Ash con una sonrisa cansada. Nos reímos las tres, y el aire parece volverse un poco más cálido, aunque sea solo por un momento. — Con vuestro permiso chicas, voy a sentarme, tener las piernas congeladas y cansadas no es algo que quiera.

Con eso, Ashley se sienta en una de los escalones del porche, dejándome sola con Sam.

—Intenté llamarte — dice Sam, rompiendo el silencio.

—Me cambié de número, ya sabes, vida nueva —digo sacando el teléfono de mi bolsillo.

—Oh... Eso explica porque no daba tono. —dice con una pequeña sonrisita — ¿Te sentirías cómoda si...?

—Apunta anda.— le digo sonriendo miemtras le dicto mi nuevo número de teléfono.

Después de eso Sam empieza a contarme como han estado todos, separados, pero a la vez juntos, de una forma extraña. Me relata el lío de Emily y Mike, como rompieron y Jessica ahora parece ir por el... 

—En resumen —me dice — el mismo puterío de siempre.

Yo río frente al comentario, y noto como Sam se me queda mirando.

—Eso es lo que quiero ver 

—¿Qué cosa?

—A tí Darcy, la verdadera tú.



Huellas en la nieve - Until Dawn - Josh WasingtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora