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- Cuando la tuve por primera vez en mis brazos, tan chiquita e indefensa..prometí cuidarla, amarla y protegerla de todo lo malo que puede haber en este mundo.
Es mi hija Lauren, la tuve por nueve meses dentro de mi y temo que le hagan daño..

- shhh, no la vas a perder, yo la voy a cuidar y nada le va a pasar, te lo prometo

Ambas mujeres estaban en el jardín trasero de la casa sentadas en unos muebles.
Después de haber estado en la cocina, la ojiverde preparó un poco de manzanilla y le ofreció salir al jardín para poder conversar tranquilamente.

- Desde que mis padres murieron, lo único que tengo ahora es mi hija, es todo lo que tengo.

La ojiverde la escuchaba atentamente

- Puedo tener un mal día pero solo llegar a casa y verla..ver su carita de concentración cuando está estudiando, verla sonreír o hacer alguna travesura, - sonrió - eso hace que los problemas, las preocupaciones, se vayan y solo somos nosotras en nuestro mundo. - suspiró -
Perder a los padres es triste pero perder un hijo, ni siquiera puedo imaginarlo

La morena al darse cuenta que la mujer estaba quieta mirándola, abrió grandemente los ojos y sujetó una de las manos de la ojiverde

- Discúlpame Lauren, no quise hacerte sentir incómoda

- No, no..tranquila, estoy bien

- Lo lamento Lauren

En ese momento ambas mujeres se quedaron calladas, era un silencio cálido.
Camila no dejaba de verla mientras sujetaba su mano.
La ojiverde miró al cielo por un momento y suspiró, sostuvo su mirada en aquella luna que las alumbraba esa noche.

Decidió contar su parte.

- Conocí a Sara, mi esposa, en mi adolescencia en San Francisco.
A los dieciocho nos hicimos novias, aunque ella era mayor que yo por dos años, ya te imaginarás la cara de mamá - hizo una mueca graciosa

Camila sonrió

- Nos enamoramos profundamente, luego me enlisté a la marina y entre a la CIA a los 19, tuve que viajar a Washington y estuve ahí por dos años, nos extrañabamos locamente, lo hicimos funcionar a pesar de todo y en su cumpleaños número veinticinco nos casamos en las Vegas, fue un viaje relámpago pero lo hicimos.

- Fue una locura de amor

- Totalmente - sonrió - poco tiempo después de casarnos, Sara quería ser madre, yo también pero estaba tan involucrada en servir que tuve que ordenar mis tiempos y bueno visitamos un doctor e hicimos el tratamiento y al segundo intento Sara logró embarazarse, recuerdo que cuando me dió la noticia grité como loca, fuimos muy felices en todo el proceso.
Después de eso Brendan nació y da la casualidad que fue el mismo día del cumpleaños de su madre.
Todo iba bien.
Pasaron los años, yo seguía sirviendo, me mandaban a misiones fuera de los EEUU, luego llegaba a casa, estaba quince días y luego volvía al servicio.
Sara en casa con el niño, ella amaba ser madre, en sus tiempos libres se dedicaba a pintar y de ves en cuando sus cuadros se vendían.
Hasta que un día recibí una llamada, mi hermana me decía que mi madre había sufrido un accidente, que un hombre en estado de ebriedad la atropelló y que se encontraba muy mal en el hospital de Miami. Para resumir esto, murió a los dos días, no podía creerlo.
Entré en una profunda depresión, tanto así que me metí a fondo en el alcohol, tomaba a todas horas, discutía con Sara y solo me largaba a tomar.
Renuncié al servició y todo empezó a empeorar.
Sara trataba de ayudarme lo hizo miles de veces, pero yo no accedí, no quería nada.
Hasta que un día llegué tomada a casa tenía mi arma en mi pantalón, discutí fuerte con Sara, mi hijo estaba en la sala jugando, me largué a mi habitación y solo recuerdo sacar la pistola y dejarla en el lugar que siempre la ponía.
De pronto escuché un disparo, ¡Un disparo Camila!

La morena trataba de tranquilizarla, lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas tras el relato de Lauren

- Mi hijo había entrado a mi cuarto y empezó a jugar con el arma, no la descargué Camila ¡No la descargué! Por mi estúpida borrachera mi hijo murió por mi culpa

- Lo siento mucho Lauren

Camila la abrazó fuertemente, ambas estaban juntas abrazadas llorando.

La morena con sus dedos limpiaba el rostro de la ojiverde

- Sara no pudo vivir más con ese dolor, lamentablemente se suicidó a los tres meses de la partida de Brendan.
Por mi culpa perdí a las dos personas que más amaba.

- No digas eso

- Y ni siquiera sé porque aún estoy con vida, he querido quitarme la vida Camila y no he podido

- Espera..Laur, ¿estás hablando en serio?

- Sí

- ¿Haz tratado de hacerlo estando aquí? - preguntó temerosa.

La ojiverde la miró apenada

- Dime la verdad Lauren

- Sí

- ¡¡Dios!! Tú no puedes hacer eso

- Lo siento

- En que estabas pensando, eres mi amiga Lauren, Ale te necesita, tienes a tus amigas

- Lo sé, es por eso que no lo he intentado otra vez, la primera vez ella me vió y fue muy fuerte pero..por ella ya no pienso eso, y estoy dejando el alcohol también

- Me tranquiliza escuchar eso, y lamento por todo lo que haz pasado, no es justo para nadie.
Nadie puede juzgarte, somos humanos, cometemos errores y a veces pasan cosas que no sabemos pero creo que la vida te está dando otra oportunidad y que Brendan y Sara donde quiera que estén te cuidan, la vida continúa Lauren y cualquier cosa que necesites así sea conversar, llorar o caminar no dudes en decírmelo

- Gracias Camila

Ambas se abrazaron una vez más hasta que escucharon unos pasitos acercándose, al voltear para ver quién era, se dieron con la sorpresa de que era la pequeña Alejandra en pijama bostezando de sueño.

- ¿Qué hacen aquí?

- Mi amor, que haces despierta - se acercó la morena abrazandola

- Tuve un mal sueño y salí a buscarte, como no encontré a nadie en tu habitación caminé por la casa y las vi por la ventana, ¿Dónde está papá?

- Tuvo una reunión en el trabajo pero vamos, Lauren también ya tiene que descansar

- Si, fue un día agotador para todos, que descansen, buenas noches - dijo la ojiverde

- Buenas noches Laur y gracias por cuidarme, te quiero

La pequeña se soltó de su madre para ir hacia la ojiverde que gustosa la recibió con un abrazo procesando de a poco las dos últimas palabras que le había dicho.

- Descansa preciosa - fue lo único que pudo decirle, quería responderle lo mismo pero no podía...aún.

Madre e hija caminaron de las manos

- Camila

- ¿Si?

- Gracias por escucharme

Sonrió

- Tranquila, estoy aquí para ti

Ambas sonrieron y asintieron dirigiéndose cada una a sus respectivas habitaciones, una dormía fuertemente agarrada de su pequeña mientras que la otra se encontraba buscando en una maleta un libro que nunca pensó volver a leer.

Buscó y encontró, Efesios 4:32 “Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”.

Suspiró, aquellas palabras le llegaron al corazón, tenía que perdonar y tenía que perdonarse ella misma.

La vida le estaba dando una segunda oportunidad y la aprovecharía al máximo.



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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Linger (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora