✿ La conspiracion ✿

44 9 7
                                    

Las risas y conversaciones indistintas eran acompañadas por el sonido de cubiertos chocando sutilmente contra platos de porcelana, y aromas frutales y dulces se mezclaban en el aire

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las risas y conversaciones indistintas eran acompañadas por el sonido de cubiertos chocando sutilmente contra platos de porcelana, y aromas frutales y dulces se mezclaban en el aire. Además, la luz que brillaba en todo el lugar se combinaba con música suave y amena, creando un ambiente perfecto para la celebración. Un triunfo perfecto, como todos llamaban a aquella fiesta por el aniversario de bodas del Sr. Bartolucci y su radiante esposa: cumplían 50 años de casados, sus bodas de oro.

Un sonido constante y rítmico de una cuchara golpeando el costado de una copa llamó la atención de todos los presentes.

—¡Gracias por estar aquí el día de hoy! Hace ya 55 años, la vida me bendijo con la llegada de esta hermosa mujer a mi vida. Cinco arduos años me tomó poder lograr casarme con ella y ahora, MEDIO SIGLO después, no sólo sigue tan hermosa y radiante como el día que nos conocimos, sino que me ha regalado la bendición de mis bellos hijos y nietos. Siempre conmigo, en las buenas y en las malas; no sé qué sería de mí sin ella. Minerva, sos el mayor logro de vida. Gracias por estos dichosos 50 años juntos..

El hombre mayor besó a su esposa luego de esas palabras, todos los invitados, quienes sumaban unas 200 personas aproximadamente, aplaudieron conmovidos e inspirados por esa ejemplar historia de amor, testigo de que se puede amar después de que la vida te ha quitado la juventud.

Un hombre solitario miraba la escena ocasionalmente, poco conmovido por el circo montado por ese anciano egocéntrico y su frívola esposa. Aplaudía por compromiso, con lo que él mismo denominaba: una sonrisa hipócrita.

—Sí, es fácil aguantar 50 años si garchás con una y con otra... —susurró con venenosa ironía a su ayudante, quien estaba sentado a su lado, con la misma falsa sonrisa y aplaudiendo como el resto. Su ayudante asintió a las palabras de su jefe y le dedicó una sonrisa que expresaba estar de acuerdo con él.

Enzo sabía muy bien que el Sr. Domingo Bartolucci era un mentiroso que engañó a su mujer con toda cuanta pudo. Eran bien conocidas sus conquistas a espaldas de su mujer y, bueno, el uruguayo sabía de buena fuente que ella no ignoraba tanto sus infidelidades y que, de hecho, era igual de infiel que él.

Terminó el vino tinto mientras miraba a su alrededor, perdiendo rápido el interés en el insulso anciano. Había, sin duda, gente mucho más importante en esa aburrida fiesta. Y de pronto, pudo divisar un "objetivo" de su interés.

Un joven fachero, de cabellos rubios y ojos celestes, con una sonrisa amplia y brillante, estaba acompañado por quien realmente captó la atención de Vogrincic.

Reconoció inmediatamente al muchacho de sonrisa sincera y ojos azulados, brillantes como dos luceros, que estaba finamente vestido con un traje de gala, negro y una tierna flor amarilla discretamente asomando del bolsillo de la solapa. Su sonrisa se ensanchó. Por fin algo interesante, para variar.

Era el lindo florista de la cada vez más famosa Florería Caruso. Se preguntó si seria buena idea interrumpir la tierna escena que se desarrollaba ante sus ojos. Estaba con Vaca Narvaja, tan sonriente e irritante como siempre, con ese traje de gala blanco que, siendo sincero, lo hacía lucir casi etéreo, como un ángel. Eso, personalmente, nunca le había movido un pelo. No sé dejaba conmover por su bello rostro y su encantadora sonrisa, aunque sabía que tenía enfrente a un rival de cuidado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

☠ 𝔈𝔩 𝔪𝔞𝔩𝔬 ☠ ♔ [Bʟᴀs x Jᴜᴀɴɪ] ♔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora