La emboscada

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La noche era densa, un manto de oscuridad que se extendía sobre el paisaje desolado. Me encontraba en el corazón de una misión que no debería haber terminado de esta manera. Mi nombre es Barrage, y mi trabajo, aunque no es fácil, siempre lo he visto como un deber. Pero esa noche, las sombras que me rodeaban parecían más amenazadoras que nunca.

El objetivo era claro: infiltrarnos en el campamento enemigo y recopilar información sobre sus movimientos. No era la primera vez que hacía esto, pero cada misión es única, y siempre hay un elemento de incertidumbre. Mi equipo y yo avanzábamos con cautela, siguiendo el plan meticulosamente diseñado. Sin embargo, sabía que la previsibilidad era un lujo que no podíamos permitirnos.

Mis compañeros de equipo, un grupo de hombres y mujeres excepcionales, se movían con precisión y determinación. A nuestro alrededor, el silencio era casi abrumador, interrumpido solo por el susurro del viento. La tensión era palpable, y cada paso que daba parecía resonar en la oscuridad.

La comunicación era crucial. Misur, el líder del equipo, me transmitió la información sobre la ubicación de las patrullas enemigas. "Aguanta un momento aquí, Barrage. Necesitamos evaluar la situación", me susurró mientras observaba a través de los binoculares. Asentí, manteniendo la calma a pesar del pulso acelerado.

No sé cuánto tiempo pasó antes de que decidimos avanzar de nuevo, pero lo que sucedió a continuación fue tan rápido que mis recuerdos se mezclan como fragmentos de una pesadilla. Avanzábamos con cautela, pero una sensación inquietante me recorrió la espalda, como si estuviera siendo observado. Justo cuando íbamos a atravesar un claro, el mundo estalló a nuestro alrededor.

Un grito ensordecedor resonó en la noche, y antes de que pudiera procesar lo que sucedía, sentí el estruendo de disparos. La emboscada fue brutal, un torbellino de caos y pánico. La trampa se había cerrado a nuestro alrededor, y éramos los ratones atrapados en el laberinto. Mis compañeros respondieron con instinto, disparando a ciegas mientras intentábamos encontrar cobertura.

El sonido de balas zumbando me rodeaba, un coro de muerte que parecía cobrar vida propia. La adrenalina corría por mis venas mientras buscaba un lugar seguro, pero en un instante fatídico, todo se volvió confuso. Un enemigo emergió de la oscuridad, un destello metálico en su mano. Antes de que pudiera reaccionar, sentí el frío acero del cuchillo atravesando mi costado.

El dolor fue instantáneo y agudo, un rayo que recorrió mi cuerpo. Caí al suelo, la tierra fría me recibió con un abrazo helado. La oscuridad comenzó a engullirme, y mientras perdía el conocimiento, los gritos de mis compañeros se desvanecieron, sustituidos por un silencio ensordecedor.

No supe cuánto tiempo estuve inconsciente, pero cuando volví a la conciencia, el mundo era un lugar confuso. Estaba tendido en un lugar diferente, rodeado de sombras que se movían. La sensación de dolor era abrumadora, como si cada latido de mi corazón fuese un martillo golpeando una y otra vez sobre la herida.

Misur mantuvo su mirada fija en mí mientras el vendaje apretaba mi costado. La confusión se asentaba en mi mente como un espeso humo. "Si no hubiera sido por el prototipo de la nueva tecnología, no estarías aquí", dijo, su voz llena de un tono de seriedad que no podía ignorar.

"¿Prototipo? ¿De qué estás hablando?", murmuré, tratando de recuperar la claridad en mis pensamientos.

"Es una tecnología experimental que se está probando en el campo. Nos ofrecieron un método para estabilizarte. Tenían que hacerlo rápido. Lo que pasó después... no fue fácil de manejar", explicó Misur, su tono grave. "Te mantuvo vivo, pero los efectos son impredecibles".

"¿Qué efectos?", pregunté, la inquietud recorriendo mi cuerpo. La idea de ser parte de un experimento me llenó de incomodidad. La muerte parecía más digna que perder el control sobre mi propia mente.

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